No sé cómo es que terminé en esta fiesta. No conozco a nadie aquí y encima no me puedo ir hasta que mi compañero venga, ya que me quedé con el pase de prensa y él parecía entusiasmado con entrar, si me marcho ahora vendrá en vano. Por lo que me rindo y trato de mezclarme entre la gente mientras lo espero. Es un sitio enorme, magníficamente decorado, me sorprende que sea solo para la prensa, y más aún que haya tan poca gente.Mientras me acerco a una mesa para tomar una copa de vino espumante, escucho a dos mujeres conversar. Las vi en la entrada de los premios, también estuvieron haciendo entrevistas. Una de ellas le dice que es una lástima que hayan preparado algo tan bello y no pudieran asistir ni la mitad de los de prensa.—¿Eso es cierto? —pregunta la otra sorprendida—. Pensé que era mentira.—Claro que es cierto, tengo una amiga que había ido al compromiso donde todos se intoxicaron —dice la periodista mientras bebe su copa, y la otra deja el canapé que acaba de recoger—. No seas
—¡Mamá! —escucho decir a Arthur desde la entrada del hotel y me acomodo la ropa que el señor Li guardó por mí. La misma que le había devuelto un día atrás. Por la noche dormí en el sofá en bata abrazada a ese maravilloso hombre. Le debo demasiado por haberme ayudado, pero ya es hora de que empiece a valerme por mi cuenta.Mis dos hijos me abrazan y empiezan a hablar a la vez mientras me cuentan lo hermosa que es la casa de la madre de León, y lo bien que la pasaron esa noche.—¿Ustedes también hicieron pijamada? —preguntó la señorita De la Torre a su exesposo y él la miró con molestia. Nunca había visto al señor Li poner esa cara—. Sabes que bromeo, eres un aguafiestas.—Mami, ¿es verdad que iremos a vivir al extranjero? —pregunta uno de mis hijos.—Aún no lo sé. Debo arreglar algunas cosas con su padre hoy. Por lo que se quedarán en el hotel —digo y ellos gritan de felicidad.Después de despedirme de ellos tomo el coche que el señor Li me ha prestado y voy al hospital, donde mi espo
Las palabras de mi amiga me dejan pensando pese a que trato de mostrarme tranquila. Lo nota y me ofrece ir con ella por ropa. Le recuerdo la hora, y me asegura que no hay tiempo cuando tienes dinero. Tras hacer cuentas de cuantos cumpleaños no me ha regalado nada ofrece pagar por mi ropa esta noche.—Estás loca —le aseguro cuando me obliga a subir al coche de su hermano.—¿A dónde las llevo? —pregunta el señor Li.—¿Por qué hiciste que tu hermano venga a llevarnos? —le pregunto a mi amiga.—Porque me sacó las llaves de mi coche. Que se esfuerce —dice ella y me obliga a subir delante.—Disculpa, cuando bebe se pone imparable —le confieso al señor Li. No puedo creer que el empresario esté llevándonos por ropa en mitad de la noche.—La conozco desde que nació. Cuando se le mete algo en la cabeza es difícil sacárselo —me asegura él sonriendo.—Tú, solo eres nuestro chofer. No te confundas porque dejé que ella vaya adelante —reclama Alma desde la parte de atrás del coche.—Alma, no le habl
Cuando el abogado se marcha, entro a mi nueva oficina y pido al personal de recursos humanos que me consiga un nuevo secretario. Alguien que sepa sobre el trabajo administrativo y específicamente que sea hombre. Después pido que avisen al personal que está enfermo y que asistió al compromiso de mi esposo que, si no vuelven al trabajo con un certificado médico que avale su licencia, los días serán descontados. La jefa de recursos humanos se queda sorprendida después de escucharme.—Gracias, Silvia, es todo por hoy —le digo, y la despido de mi nueva oficina justo a tiempo para responder la llamada del señor Li.—Podría quedarme con ellos —me dice y sonrío—. Adoptarlos será difícil, pero para mí nada es imposible. Necesito casarme con uno de los padres, y así podré solicitar la custodia parcial.Su broma me anima un poco.—Eso será complicado, uno de los tutores está muy enganchado con unas faldas color carmín y la otra no quiere que se le acerque nadie en este momento —bromeo.—Es una p
—¿Qué me pongo para la cena? —le pregunto a Alma al móvil.—Usa algo lindo, te presentaré a mi prometido —me dice y me pongo feliz.—Que tal un vestido negro con hábitos de monja —bromeo.—No seas tonta, ya no soy una niña celosa. Ponte linda, siéntete cómoda contigo misma —me pide y le doy las gracias mientras firmo unos documentos y luego suspiro—. ¿Qué te pasa?—Es que tenemos que conseguir a una estrella para la portada de diciembre y no sé a quién acudir. Tu hermano vendió casi un millón de copias en dos días y quiero impresionar a los socios con el número de diciembre —le comento, sin ninguna buena idea en la mano. Los empleados no están dando su mejor esfuerzo. Es entendible, ya que no me quieren en la presidencia. —Creo que puedo ayudarte con eso —me dice y antes de colgar me pide que a la noche lleve una entrevista prearmada.—¿Qué se trae entre manos mi amiga? —me pregunto en voz alta y suspiro. Con Alma se puede esperar cualquier clase de cosas.Cuando el día termina regre
Invité al señor Li a tomar un café y compartimos un beso que me recordó a una parte de mi vida muy importante de mi pasado. El temor se apoderó de mí, y lo aparté de manera brusca.—Lo siento —me disculpo.—Es mi culpa, por favor no te enojes ni te alejes —me pide casi a modo de súplica, mientras sostiene mis manos que están en su pecho marcando distancia entre nosotros.Ambos estamos sin aliento, con nuestros corazones latiendo al unísono. Sabemos que cruzamos un límite, pero ninguna fuerza en el mundo podría negar la intensidad de lo que acabamos de compartir. Aun así, no estoy lista para sentirme atrapada nuevamente por un hombre que me produce esta sensación de ahogo cuando lo beso.—No haré nada para dañarte —me asegura.—Es muy pronto para estar así con alguien —declaro, y él suelta mis manos y al fin se aparta. Lo que no me genera ningún tipo de tranquilidad.—Será mejor que me vaya —indica y sin darme cuenta tomo su mano. Él me mira y no puedo evitar sonrojarme.—No quiero que
Después de enterarme de lo que Paul les dijo a los abogados que envié a concretar el divorcio, creo que esto será más difícil de lo que esperaba. Paul no quiere dinero, insiste en que podemos resolver nuestras diferencias. Sin embargo, yo ya no quiero verle, ni tener contacto con él que no tenga que ver con los niños.Esperaba poder viajar a Tierra del Fuego para Navidad, y después de pasar unos días con mis hijos ahí, contarles que ya no vamos a vivir con su padre. Esperaba que, en la emoción de pasar las fiestas juntos, en un sitio tan hermoso, hiciera menos duro para ellos escuchar que sus padres ya no estarán juntos, pero si Paul sigue insistiendo me hará quedar como la mala de la película. Y no soporto pensar en que mis hijos me odien por querer separarme de su padre. La adolescencia está tocando sus puertas y lo que sea que ocurra en este momento va a definirlos como personas. Tampoco quiero que odien a su padre, aun así, ya no sé qué es lo que voy a hacer.Además, Lisandro está
Lisandro vuelve a entrar a la casa, me arrincona contra la puerta y me besa como antes, solo que sostiene mis brazos a los lados de mi cabeza, luego los acerca a su cuello y siento cómo se encima sobre mí. Con una de mis piernas me aferro a su cintura y dejo que me sienta. Él hace lo mismo, su miembro presiona en sus pantalones y puedo notarlo.—Vas a matarme —me dice y después de eso aparta mis piernas y mis brazos, se pone de rodillas y noto cómo me besa las piernas a través de mi vestido.—¿Qué haces? —le pregunto confundida.—Calmarte —dice y su lengua me acaricia.No puedo…No me sostengo…Mis piernas tiemblan al sentir como él me roza en esa zona. No puedo evitar levantar el tono de mi voz mientras su lengua entra en mí. ¿Qué es esta sensación? No puede ser.Más…Quiero más…No deseo que se detenga…Sin embargo, una electricidad empieza a recorrer todo mi cuerpo desde el centro de sus besos. Hace mucho que no me pasa algo así. Creo que la primera vez fue en la fiesta en la secun