Renunciar a lo que más amo,
Sería como dejar de respirar oxígeno.
FRANK
Cuando recibí aquella nota en mi oficina, prácticamente enloquecí y arrugué el papel en mi puño. Salí furioso por la tarde, aparcando cerca del edificio donde vivía Sam para corroborar que lo que me habían avisado fuera cierto.
Entrada la noche, un coche lujoso aparcó delante de mi automóvil y de él descendió el terapeuta de Sam. Minutos más tarde, ella apareció vestida de un modo elegante y muy sonriente para encontrarse con él.
Respire hondo varias veces…
¿Podría ser posible que ni siquiera después de perder la memoria, pudiera sentir un mínimo de cariño por mí?
¡¿Todo lo que he hecho siempre por ella, no valió de nada?!
Eres tú la culpable de este juego sangriento,Todo lo llenas tú, todo lo llenas.SAMANTAEstaba confundida, con muchas preguntas y dudas que me atormentaban.¿Qué había querido decir Frank con que Rick me usó y desechó? Y que haría de nuevo lo mismo…—Ya cálmate, pequeña. Él solo está dolido y dijo cosas sin sentido —dijo John, intentando tranquilizarme.—Entonces dime qué pasó entre él y yo; ¿por qué nos separamos si nos amábamos tanto? —pregunté.—Fue un malentendido en el que muchos tuvimos que ver, Sam. Me hago cargo de mi parte porque no estaba de acuerdo con tu relación, pero me doy cuenta que no podría haber mejor hombre para ti que él.—Dime que pasó… por favor, t&
Es culpa del maldito corazón,Quien se enamoró sin conocerla bien.SAMANTA—Rick… —susurré sobrepasada quedándome paralizada en el asiento del coche.Mi corazón parecía querer salir de mi pecho por los pálpitos acelerados que me causó el matiz de su voz.Su mano tomó la perilla de la puerta del coche y la abrió de golpe, aferrando su tacto a mi brazo para sacarme con violencia de allí.Las lágrimas comenzaron a asaltarme y ni siquiera tuve el valor de protestar por aquel gesto brusco de su parte. Comencé a respirar con rapidez intentando buscar las palabras adecuadas para justificarme, pero nada podía decirle.—¡¿Me dirás que pasa?! —volvió a indagar mirándome con frustración a los ojos—. Dime que no es lo que est
Las cosas que nunca dije,morirán en mi garganta.RICKMi cuerpo temblaba mientras mis manos con los nudillos ensangrentados, asían el mando del coche con impotencia.¿Por qué todo tenía que ser tan complicado cuando se trataba de Samanta?¿Por qué simplemente no podíamos querernos y tener una relación sencilla como las demás parejas?Jamás imaginé que me engañaría de ese modo, y aunque admitía que me fui de boca y dije cosas que estaban mal, no podía tolerar que se hubiera revolcado con otro hombre y luego decir solo lo siento, como si con ello bastara.Me sentía una basura, alguien que no valía nada a sus ojos al comprender que cualquiera siempre sería mejor que yo para ella. Que si yo hacía miles de cosas buenas, con un error ella me condenar&iac
Aunque estemos separados,aunque te odie en este momento,mi amor jamás morirá.RICKAvisaron a mi habitación que alguien de la constructora Díaz me esperaba en recepción. Luego de comunicar a Rose y despedirme de Erín, bajé con un incipiente dolor de cabeza provocado por el alcohol que ingerí temprano.Al salir del elevador, pregunté por el agente de bienes raíces y me señalaron un pequeño rincón donde habían dos sillones y una mesa de centro pequeña. Sobre el mueble de madera, reposaba un humeante café que se adhirió a mis fosas nasales tentándome a pedir uno antes de marcharnos. Uno de los sillones de estilo Luis XV, me daba la espalda y estaba ocupado por alguien. Seguramente debía ser el enviado de Miguel, por lo que con seriedad me acerqué y salud&
Te había sentido míacuando enverdad,jamás lo fuiste.RICKEl viernes por la noche salimos con destino a Las Vegas desde Barcelona. Aunque disimulaba perfectamente todo lo que estaba sintiendo por dentro, debía aceptar que me encontraba nervioso, con ansias de verla y con temor a hacerlo, en mismas proporciones atacándome.Apenas pude conciliar el sueño y di muchas vueltas en la cama que ocupaba con Marina, en una habitación matrimonial. A las 5 a.m. me fue imposible seguir acostado y bajé al restaurante por un café, sin despertar a mi acompañante.Faltaban cuatro horas para verla de nuevo y maldecía al destino que nos volvía a juntar solo para torturarme.¿Qué sentido tenía el curso de las cosas a estas alturas?La vida solo complicaba y torcía todo para al f
Te irá mejor sin mí,Será mejor así…SAMANTA6 meses atrás…Me había quedado dormida con el pelo húmedo y envuelta en una bata, entre lágrimas y maldiciones que compartí con mi almohada. Al despertar había levantado temperatura y una leve gripe se apropió de mí; seguramente producto de haber permanecido bajo la fina lluvia y luego en la ducha, bajo el agua fría hasta que mi cuerpo tiritó desesperado.Oí unos golpes en mi puerta y la voz de mi tío llamarme. Sin embargo, al rememorar aquellas palabras de desprecio que Rick me dedicó, una fina lágrima volvió a descender por mi mejilla. Respiré hondo y compuse mi mejor semblante para ir a abrir la puerta y dejar de preocuparlo; ya había hecho suficiente escá
A pesar de la distancia,Sigo aquí pensando en ti.SAMANTA—Se marchó, ¿cierto? —pregunté en medio del llanto que habíamos desatado John y yo al decirle que había recordado todo—. Se volvió a ir sin decir nada como aquella vez, ¿no es verdad?—Lo siento mucho —respondió lamentándose—. Pero debes entender que estaba muy dolido; lo hizo sin pensar —acotó, frotando mi hombro mientras el corazón se me partía en trizas.—Entonces, no es para mí —suspiré, separándome de John y secando mis lágrimas con el dorso de mis manos.—Solo fue un malentendido que puede resolverse diciendo la verdad, pequeña. ¿Dejarás que un hombre con malas intenciones te separe de Rick? ¿Qué se salga con la suya?
El amor que se tuvieron,Fue el amor más fiel.Aunque ninguno de los dos, lo supiera a tiempo.SAMANTA—¡¿Embarazada?! —oí tras el médico, quien volteó para que la figura de Frank materializara a su voz—. ¿Estás embarazada? —volvió a preguntar mientras su cara palidecía.—¿Es usted responsable de la joven? —indagó el médico, dirigiéndose a Frank.No pude decir nada. Ni aclarar ni afirmar nada de lo que el matasanos preguntaba porque estaba en shock, sorprendida, enmudecida como si me hubiera tragado mi propia lengua.—¿Está seguro de lo que acaba de decir? —Linda se adentró en el cuarto, tomando de mi mano el papel y mirándolo con el ceño fruncido—. ¿No existe probabilida