En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo,
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
RICK
Después de lo sucedido en mi piso, había bebido hasta la inconciencia por el dolor que representó la huida de Samanta de mí. Sin embargo, tampoco la podía obligar y someter a cosas a la fuerza, como a que me escuchara y me entendiera.
Había vaciado una botella de escocés, mientras avisaba a Rose que no iría a la casa esa noche. Había maldecido una y mil veces a Emily y a mi mala suerte de que todo se hubiera salido de mi control hace casi cinco meses, volviendo una verdadera pesadilla mi futuro con Samanta.
Ni siquiera recordaba en qué momento me había quedado dormido; solo recobré el sentido cuando la campana sonaba de modo incesante. Abrí los párpados a duras penas, incorporándome de
Es una señal de humanidad,cuando las cosas van mal,cuando su aroma permanecey la tentación es fuerte.RICKDejé caer la carta de mis manos, al tiempo que mi respiración errática parecía me llevaría a un colapso. La pareja de acomodó elegantemente uno al lado del otro, y el tipo desconocido tomó el menú, acercándose a Samanta para sugerirle seguramente qué pedir.—¡¿Tú sabías de esto?! —increpé a John pero él se encogió de hombros, tomó su copa y de un sorbo, la vació—. ¿Eso es un sí?—¡No! —bramó, llamando la atención de los comensales más cercanos—. Sí sabía que Sam saldría a cenar con Linda, pero jamás imaginé que sería de ese modo &mda
Cuando dicesQue te encanta como te hago sentir,Todo se convierte en algo tan real.No temas,Porque eres todo lo que necesito.SAMANTATiré de su mano para salir del sitio por impulso. Mi cuerpo recibió una especie de descarga eléctrica cuando nuestros tactos se tocaron, como si de la nada emergiera un recuerdo que solo mi piel comprendía. Aunque mi memoria estaba sombría, cubierta de una tiniebla que no me dejaba recordar, mi corazón lo buscaba y llamaba de un modo vehemente, tiritando frente a su cuerpo escultural, aquella voz sensual y gruesa que parecía generar especies de mariposas en mi estómago, que revoloteaban al son de esa melodía.Lo escuché sonreír mientras me seguía sin protestar hasta la calle.—¿Tienes coche? —pregunté al pisar la acera y afi
Así que ahora, es mejor que te detengasy reconstruyas todas tus ruinas.SAMANTASoltó mis manos que fueron a parar a su cuello y luego a su espalda, mientras él seguía besándome sin compasión, como si el mundo fuera a acabarse en aquellos momentos. Sentía un intenso calor en todo mi ser que a diferencia de lo que había musitado sobre mi boca, cada vez se volvía más intenso. Mi cuerpo estaba sumido, sometido a los arrebatos de sus deseos en esa exquisita noche cuya luna resplandecía e iluminaba el cuarto a través de la ventana. Mi cabeza me gritaba que no tenía ningún sentido lo que estaba haciendo en aquellos momentos, pero mi corazón apartaba aquellos gritos de mi mente, replicando que no necesitaba ninguna razón más valida que los deseos de mis propios instintos para dejar que Rick me llevara por
Renunciar a lo que más amo,Sería como dejar de respirar oxígeno.FRANKCuando recibí aquella nota en mi oficina, prácticamente enloquecí y arrugué el papel en mi puño. Salí furioso por la tarde, aparcando cerca del edificio donde vivía Sam para corroborar que lo que me habían avisado fuera cierto.Entrada la noche, un coche lujoso aparcó delante de mi automóvil y de él descendió el terapeuta de Sam. Minutos más tarde, ella apareció vestida de un modo elegante y muy sonriente para encontrarse con él.Respire hondo varias veces…¿Podría ser posible que ni siquiera después de perder la memoria, pudiera sentir un mínimo de cariño por mí?¡¿Todo lo que he hecho siempre por ella, no valió de nada?!
Eres tú la culpable de este juego sangriento,Todo lo llenas tú, todo lo llenas.SAMANTAEstaba confundida, con muchas preguntas y dudas que me atormentaban.¿Qué había querido decir Frank con que Rick me usó y desechó? Y que haría de nuevo lo mismo…—Ya cálmate, pequeña. Él solo está dolido y dijo cosas sin sentido —dijo John, intentando tranquilizarme.—Entonces dime qué pasó entre él y yo; ¿por qué nos separamos si nos amábamos tanto? —pregunté.—Fue un malentendido en el que muchos tuvimos que ver, Sam. Me hago cargo de mi parte porque no estaba de acuerdo con tu relación, pero me doy cuenta que no podría haber mejor hombre para ti que él.—Dime que pasó… por favor, t&
Es culpa del maldito corazón,Quien se enamoró sin conocerla bien.SAMANTA—Rick… —susurré sobrepasada quedándome paralizada en el asiento del coche.Mi corazón parecía querer salir de mi pecho por los pálpitos acelerados que me causó el matiz de su voz.Su mano tomó la perilla de la puerta del coche y la abrió de golpe, aferrando su tacto a mi brazo para sacarme con violencia de allí.Las lágrimas comenzaron a asaltarme y ni siquiera tuve el valor de protestar por aquel gesto brusco de su parte. Comencé a respirar con rapidez intentando buscar las palabras adecuadas para justificarme, pero nada podía decirle.—¡¿Me dirás que pasa?! —volvió a indagar mirándome con frustración a los ojos—. Dime que no es lo que est
Las cosas que nunca dije,morirán en mi garganta.RICKMi cuerpo temblaba mientras mis manos con los nudillos ensangrentados, asían el mando del coche con impotencia.¿Por qué todo tenía que ser tan complicado cuando se trataba de Samanta?¿Por qué simplemente no podíamos querernos y tener una relación sencilla como las demás parejas?Jamás imaginé que me engañaría de ese modo, y aunque admitía que me fui de boca y dije cosas que estaban mal, no podía tolerar que se hubiera revolcado con otro hombre y luego decir solo lo siento, como si con ello bastara.Me sentía una basura, alguien que no valía nada a sus ojos al comprender que cualquiera siempre sería mejor que yo para ella. Que si yo hacía miles de cosas buenas, con un error ella me condenar&iac
Aunque estemos separados,aunque te odie en este momento,mi amor jamás morirá.RICKAvisaron a mi habitación que alguien de la constructora Díaz me esperaba en recepción. Luego de comunicar a Rose y despedirme de Erín, bajé con un incipiente dolor de cabeza provocado por el alcohol que ingerí temprano.Al salir del elevador, pregunté por el agente de bienes raíces y me señalaron un pequeño rincón donde habían dos sillones y una mesa de centro pequeña. Sobre el mueble de madera, reposaba un humeante café que se adhirió a mis fosas nasales tentándome a pedir uno antes de marcharnos. Uno de los sillones de estilo Luis XV, me daba la espalda y estaba ocupado por alguien. Seguramente debía ser el enviado de Miguel, por lo que con seriedad me acerqué y salud&