Cuando te miro a los ojos,puedo ver un amor contenido,pero cariño, cuando te tengo:¿no sabes que siento lo mismo?
RICK
Luego de que Samanta se marchara de casa, me di una larga ducha y en la noche, delante de la chimenea y hundido en el mullido sillón de cuero con un escocés quemando mi garganta, comencé a pensar en las palabras justas que le diría a John mañana.
Estaba seguro que al principio tiraría todo a su paso y lanzaría fuego por la boca. Que trataría por todos los medios separarme de su pequeña, como la llamaba, porque siempre ha mencionado que con alguien como yo, Samanta solo sufriría. Y tal vez, tenía razón en que el frágil corazón de esa mujer, podría romperse estando conmigo.
Sin embargo, no podía dejarla y tampoco estaba en mis planes alejarla para que estuviera con otro.
Los instintos más bajos de todo mi ser la llamaban constantemente, la clamaban en pensamientos, sueños, la perseguían a diario delirante, lleno de fuego y ternura al mismo tiempo. Se había vuelto indispensable para mí que deseaba nunca la vida o las circunstancias me apartaran de ella ni por un solo segundo. Sin Samanta en mi vida, todo se derrumbaría a mi alrededor porque me volvería una llama que lentamente se apagaría en un silencio que me mataría despacio y para siempre.
Tenía mucho por hacer para que no sufriera por todo mi pasado. Emily, Erín… no me había puesto a pensar demasiado en todo lo que la mujer que amaba debería enfrentar si aceptaba vivir conmigo una aventura eterna. Si le había propuesto marcharnos a Barcelona, había sido precisamente para alejarla de todas las personas que fácilmente quebrarían su seguridad, porque si algo sabía por propia experiencia, era que Samanta fácilmente se podía dejar influenciar por palabras y cosas que solo la harían dudar.
Bebí todo el contenido de mi vaso, removiendo el líquido amargo en mi boca mientras ideaba mentalmente algunas estrategias que me ayudaran a encontrar la solución perfecta para mantener siempre en mi vida a las dos personas que más amaba.
***
El sonido incesante de mi móvil, hizo que bufara a desgana y lo tomara de la mesita de noche. Apenas había cerrado los párpados y la cabeza me pedía a gritos que la mantuviera sobre la almohada e hiciera caso omiso al aparato. Miré la pantalla y el número era desconocido. El reloj marcaba las 3 a.m., por lo que desconcertado, respondí.
—Diga.
—¡Richard, debes regresar a Londres ahora mismo! —salté de la cama completamente consternado al oír aquellas palabras que Emily emitió entre sollozos, temiendo lo peor—. Erín… Erín tuvo un accidente.
El labio comenzó a temblarme y de mi mano cayó el móvil. Sentí un frío recorrer mi espina dorsal y la incertidumbre fue abriéndose paso en todo mi ser.
Cuando pude reaccionar, tomé rápidamente el teléfono del piso y me lo llevé al oído.
—¡¿Qué has dicho?! —prácticamente grité, para corroborar que no había oído mal.
—Erín tuvo un accidente y estamos en la clínica de Scott. ¡Debes venir de inmediato, Richard!
—¡Pero cómo! ¡Dónde! ¿Qué carajos hacías cuando sucedió? ¿Cómo se encuentra? —bramé con furia temiendo que ocurriera lo peor.
—¡No me grites! —lanzó del otro lado Emily—. Es mejor que vengas por todas las respuestas que necesitas y veas a tu hija, antes de que sea demasiado tarde.
Dijo por último, colgándome el teléfono.
Desesperado, tomé un bolso de mano y empaqué mis cosas personales, me vestí con lo primero que encontré en el armario, tomé mi móvil y salí con prisa de mi piso. Al llegar a recepción, solicité al conserje que le pidiera a mi chofer viniera de inmediato, ya que el edifico contaba con un área especial de vivienda para los empleados de quienes vivíamos allí.
—Al aeropuerto, Chris —demandé sin siquiera saludarlo cuando apareció en ropa informal.
Caminó con prisa, intentando ganarme pasos hacia el parking para subir al coche. Cinco minutos después ya íbamos de camino al aeropuerto.
Mi interior se encontraba inquieto, congelado y al mismo tiempo ardiendo por la impotencia de no haber estado con Erín, de no poder estar ahora mismo sosteniendo su mano, susurrándole que todo pasaría, que todo estaría bien.
En ese momento, había dejado de lado todo lo demás para recriminarme internamente no haber sido un mejor padre, no haberla llamado más veces o pasado más días juntos la última vez. Sin embargo, me era imposible sacar de mi mente a Samanta, pero no podía llamarla a esas horas sobresaltándola y sin explicar con certeza las cosas.
Al llegar al aeropuerto, conseguí un vuelo que saldría una hora más tarde, por lo que más calmado y repitiéndome que volviéndome loco internamente y culpándome de cosas que no estaban en mis manos no resolvería nada, decidí que la llamaría para decirle que no podría cumplir con nuestra cita en la noche. Estaba seguro que comprendería.
Sin embargo, cuando extraje el móvil del bolsillo de mi pantalón, el aparato estaba apagado y me fue imposible de encenderlo de nuevo.
Completamente cabreado y maldiciendo a los miles de demonios por mi mala suerte, volví a repetirme que cuando llegara a Londres le cargaría la pila y llamaría a Samanta para disculparme con ella.
El llamado para abordar el vuelo con mi destino, me hizo suspirar con frustración y fui de prisa, sin imaginar siquiera que en un pestañeo, todo lo que tenía con ella, se iría a la mismísima m****a.
Quiero que vuelvas y me lleves a casa,lejos de estas largas y solitarias noches.Te estoy buscando, ¿lo sientes también?JOHNMe había resignado al susodicho romance de Samanta e intuía con todas mis fuerzas de quien se trataba. Sin embargo, jamás había visto tan feliz a Sam que lentamente me fui haciendo la idea de que: o aceptaba su decisión, o ella saldría de mi vida para siempre.Fueron días enteros observándola, estudiando sus reacciones, su humor, su modo de comportarse cuando regresaba a casa, feliz después de un encuentro con el fulano aquel. Me había contenido para respetar su privacidad, no seguirla y confirmar de una vez las fuertes sospechas de que era Rick quien había intervenido en la vida de Samanta intempestivamente. Era el único que podría tener aquel poder sobre ella.
El amor con su ciencia,Nos vuelve tan inocentes…RICKUna fina lluvia de noviembre me recibió en Londres. Cuando salí del aeropuerto, cogí un taxi y cuarenta minutos después, me encontraba frente a un enorme edificio de la zona suburbana de la ciudad. Las enormes letras colgadas sobre la gran puerta principal, describían el sitio como Clínica Collins.Scott Collins era el hermano de Emily; un prestigioso médico que fundó su propia clínica y quien seguramente, estaba a cargo de la salud de mi hija.Miré mi reloj de pulsera y marcaba casi las doce del mediodía en Boston; cinco horas menos que aquí. Moría de ganas por llamar a Samanta, pero en primer lugar debía ver a mi hija y de todos modos, al móvil debía cargarle la pila.Me anuncié al cruzar aquella puerta y al
Un mutuo malentendido,después de los hechos.La sensibilidad construye una prisiónen el acto final.Perdemos el norte,no dejamos ninguna piedra sin levantar buscando algo.Sin lágrimas que te condenen,cuando los celos duelen.EMILY COLLINSRichard entró en desesperación cuando llegó y tuve que entrar en mi papel.Luego de que Scott se sorprendiera por completo con lo que dije, fue de inmediato a acondicionar todo para que mi plan saliera como esperaba. Cuando llevó a Richard junto a la niña, supe que se acobardaría por lo que debía utilizar todas mis armas para convencerlo de que me siguiera el paso.—¿Te lo creyó? —pregunté a mi hermano cuando lo vi regresar de cuidados intensivos solo—. ¿No tiene ninguna duda?—No tiene ninguna duda —replic&oa
Tú eres la única a quien he querido, La única que me ha amado.Y ahora, tienes lo mejor de mí,Aunque no lo sepas…RICKMe quedé cabreado en la clínica cuando Emily se marchó. Sin embargo, Erín no tenía la culpa de todos mis problemas ni los de su madre, así que resignado, me mantuve en un mismo sitio esperando a que Scott se apareciera para increparlo por la reacción alérgica que tuvo Erín a unas medicinas.Miraba cada cinco segundos mi maldito reloj porque tenía prisa por ir al centro comercial. Con cada minuto y hora, sentía un desespero y angustia indescriptible. Temía que cuando lograra comunicarme con ella, fuera demasiado tarde.Pasé parte del medio día con mi pequeña hija, preguntando a cada momento si estaba mejor. Scott
Y aquí estoy desesperado,por todos esos besos que nunca te he dado,esperando mi turno para defenderme.RICKHabían transcurrido dos semanas desde que me marché de Boston y me fue imposible hablar con Samanta.Las veces que llamaba a la central de la empresa de John, la llamada directamente no entraba. Escribí a diario varios correos que nunca fueron respondidos y comenzaba a pensar que todo lo que Chris me decía con frecuencia sobre ella, eran mentiras.Para calmar la tormenta en la que comenzaba a vivir a diario, necesitaba con vehemencia decirle que la amaba, susurrarle al oído todo lo que estaba desgarrando a mi alma por tenerla lejos, que supiera que ella se había convertido en un ángel que curó todo mi pasado con su sonrisa, que todo este tiempo no he dejado de pensarla y que al reposar mi cabeza en la almohada, su rostro, su cuerpo, su forma de amarm
En la oscuridad no parecía importar, que casi todas las respuestas fueran absurdas.RICKMe contuve de salir a confrontarlos de inmediato y con un temple que no supe de donde salió, respiré hondo y saqué mi móvil del bolsillo de mi chaqueta.Encendí como pude el aparato y di unos pasos más hasta que estuve cerca de la puerta entreabierta. Pulsé sobre el icono de la cámara y encendí el grabador de video mientras ellos seguían discutiendo.—Ese no es mi asunto, Em. Entiende que ya no puedo seguir con esta farsa y además, es peligroso para la salud de la niña; ¿acaso no te importa lo que ocurra con ella? ¿No tienes miedo de que un día ya no despierte?Scott se oía desesperado pero eso no me tentaría el corazón para no incriminarlo en este asunto.
Por favor, cree que cada palabra que digo es cierta.Por favor, perdóname…No puedo parar de amarte…RICKEn la mañana, luego de corroborar que todo estuviera bien con Erín, llamé al abogado que me recomendó el doctor Farrell y me citó de inmediato en su bufete. Al llegar al sitio, me recibió al instante.—Gracias por recibirme —dije mientras tomaba asiento frente a su escritorio—. El doctor Farrell me ha hablado muy bien de su trabajo.—Haré todo lo que pueda para que usted quede complacido con los resultados. Confieso que me ha intrigado bastante la situación, además de que el doctor Collins es un médico con mucho prestigio en la ciudad. Será un verdadero escándalo.—Realmente eso es lo que menos me importa, el es
Esa clase de amor,convierte a un hombre en esclavo.Esa clase de amor,envía a un hombre directo a su tumba.RICKEse día amaneció el cielo teñido de gris, con el aire turbado y a la vez intenso, dando muestra indescriptible del invierno crudo que se avecinaba. Bebí un café y luego fui a encontrarme con la agente inmobiliaria para escoger una casa; no deseaba que Erín pasara encerrada en un piso la navidad y me urgía mudarnos antes de esa fecha.La primera casa que vimos quedaba cerca, en el vecindario de Linda. Era una residencia amplia, de dos plantas con un enorme jardín y estaba completamente amoblada. Solo faltarían algunos detalles para la habitación de la niña y quedaría perfecto. Cerramos el trato y pasé por una tienda a realizar varias compras para que Erín se alimentara adecuadamente, antes de