Hola, vengo con un nuevo capítulo. El momento se acerca ¿Podrá Ava recordar toda esa hilera de mentiras y fingir bien? ¿Se lo creerán los Busch? Lo veremos en el próximo capítulo. No olvides agregar la historia a tu biblioteca y dejar tu reseña, eso me ayudaría muchísimo a seguir adelante ¡Gracias por leer!
Ya hacía unos segundos habían entrado a la gran mansión. La pareja había sido recibida por los mayordomos y amas de llaves y comenzó a caminar por el corredor principal que los llevaría al salón.Ava intentó esbozar un gesto altivo, aun no sabiendo si lo estaba logrando del todo, aunque por dentro estuviera más que impactada por la opulencia del lugar. Suponía que si lo estuviera haciendo mal, Daniel se lo hubiera hecho saber, así que permaneció con la frente en alto, tratando de ver al frente.—Escucha, sé que esto puede ser abrumador, pero estoy aquí contigo. Solo sigue mi ejemplo y todo irá bien. Además, déjame decirte que, luego de la prueba de fuego, podrás ver aquí dentro las actividades que son bastante variadas. Seguro que luego de tu presentación podrás disfrutar de algo que te guste.Ava enarcó una ceja e intentaba leer en los oscuros ojos de Daniel a lo que se refería.—¿Qué quieres decir? —inquirió Ava.—Bueno, por ejemplo, mi hermana Natalia es una apasionada de la equitac
En la elegante sala principal de la mansión Busch, el ambiente estaba cargado de tensión. Doña Daniela, con una expresión de desaprobación en su rostro, no ocultaba su molestia ni por asomo. Sus palabras habían resonado en el aire, llenando el espacio con un aire pesado de descontento. —Daniel, ¿me estás escuchando bien? ¡Mírame cuando te estoy hablando, hijo! No puedo creer que hayas mentido sobre la edad de esa chica, te lo estoy diciendo —prosiguió, con su tono de voz tan frío como el hielo —Te he repetido una y otra vez que no es apropiado que te fijes en mujeres tan jóvenes. Es irrespetuoso y va en contra de los valores de este hogar ¡Es que ya lo sabes y siempre es lo mismo contigo! El comentario sobre su edad hizo sentir a la chica, vulnerable y expuesta ante la familia de Daniel, quien no se quedó callado e intervino en su defensa, explicando la razón detrás de la mentira sobre su edad y cómo había sido la única manera de que ellos dos pudieran conectarse y conocerse. Daniel
En cuanto los Busch se levantaron de sus asientos y se adelantaron hasta el comedor, Daniel, notando la incomodidad de Ava, puso una mano en su espalda en un gesto de apoyo silencioso, aunque ella realmente se había sobresaltado, era obvio que sus nervios estaban alterados. —No te preocupes, cariño —susurró en voz baja—. Lo estás haciendo genial. Sigue así y te ganarás el cielo, lo juro. Ava asintió con nerviosismo, intentando controlar sus emociones. Ella observó como los sirvientes, a una distancia prudencial comenzaron a moverse, guiándolos hacia el comedor principal de la mansión. El ambiente parecía más tenso que nunca, y Ava podía sentir las miradas de los Busch sobre ella mientras avanzaban. El comedor era una obra maestra de elegancia y lujo. La mesa estaba decorada con detalles exquisitos, y los cubiertos de plata brillaban bajo la luz tenue que los ventanales filtraban. —Tu lugar es aquí, niña —indicó doña Daniela. «Ja… Niña, ¿eh?», pensó Ava. Sin duda aquella palabra la
Ava observaba cómo la limusina de Daniel se alejaba de la majestuosa Mansión Busch. Por un lado, sentía un alivio profundo al saber que no tendría que enfrentar a doña Daniela en un buen tiempo. Suspiró aliviada y su mente divagó hacia su hogar. Finalmente, la hipoteca estaba en proceso de ser saldada, y Ava tenía la sensación de que el sol comenzaría a brillar con el paso del tiempo. Daniel, complacido, la felicitó con un profundo beso que le robó el aliento. Ava sonrió, porque de alguna manera, al verlo feliz, ella también se sentía bien, y viceversa. ¿Cómo era posible que estuvieran comenzando a conectar en un nivel más profundo? ¿Por qué sentía que poco a poco se estaba abriendo a él emocionalmente? Por Dios... esos gestos comenzaban a hacerle efecto, él en serio comenzaba a ganarse su cariño, aunque aun no podia decir que se estaba enamorando, de ninguna manera. Mientras Ava se perdía en sus pensamientos dentro de la limusina, Daniel notó su ensimismamiento y decidió sacarla de
Daniel se mantuvo firme y sereno, aunque claramente incómodo por la situación. Su actitud mostraba determinación y respeto, a pesar del desagrado evidente en el rostro de doña Rosaura. Lo vio dudar por un par de segundos y se dirigió hacia Martín. «Bien… espero que ahora arranque, que se vaya y me evite un bochorno aquí», imploró Ava a Dios, al universo o a quien sea que la estuviera escuchando en un plano espiritual. Ella, se mordió el labio nerviosamente, observando la escena con preocupación. La tensión en el aire era palpable y un nudo en su estómago se formó abruptamente cuando en lugar de arrancar, la limusina se apagó y se escuchó el sonido de la puerta del vehículo abrirse para ver los lustrosos zapatos de Daniel apoyarse en la acera. —Señora, entiendo que nuestro encuentro fue inesperado y quizás incómodo —dijo Daniel con voz tranquila—. Escúcheme un momento, por favor, permítame asegurarle que mis intenciones hacia su hija son genuinas y llenas de respeto. Estoy dispuesto
Ava se “despertó” más temprano de lo normal, se levantó con pesadez de su cama y de puntitas para no despertar a su mamá, que dormía en la habitación de al lado. Se encaminó hasta el cuarto de baño y al encerrarse allí pudo ver su demacrado rostro... A parte de que sus ojos aun estaban hinchados por el suceso del día anterior, también debajo de estos tenía grandes ojeras por toda esa noche en vela. Ella pensó que si el desvelo y el llanto se convertían en una costumbre, a ese paso luciría mucho mayor de lo que en realidad era. En cuestión de segundos levantó un poco el ánimo y se lavó la cara, se desvistió rápidamente y se metió a la ducha.Ava continuó bajo la refrescante corriente de agua mientras sus pensamientos se agolpaban en su mente. El vapor se apoderaba del baño, creando un ambiente acogedor que contrastaba con la preocupación que la atormentaba. Con cada gota de agua que caía sobre su piel, se sentía más despierta y alerta, pero también más vulnerable y expuesta a sus pens
Ava ni siquiera se atrevió a esperar a que llegara la limusina de Daniel, prefirió caminar hasta la parada del metro, algo en su interior no quería saber de su indiferencia ni padecerla, no quería sentirse olvidada, así que prefirió hacer las cosas a su manera. Sin pensarlo dos veces se subió al metro, con la mente hecha un torbellino. La brusquedad del lugar contrastaba enormemente con la comodidad de la limusina de Daniel, obviamente. El aire estaba cargado con el olor característico de la multitud, una mezcla de sudor y perfumes baratos que le provocaron náuseas. No llevaba mucho tiempo subiéndose a la limusina, pero esta experiencia le recordó lo diferente que estaba siendo su vida hasta ese momento. El vagón estaba repleto de personas de diversas procedencias y ocupaciones. La amalgama de aromas y sonidos la aturdió por un momento. Mientras se movía entre la multitud, sintió que la gente la observaba, pero, ¿por qué exactamente? Entonces se dio cuenta del por que. Un hombre se a
Ava se encontraba completamente intrigada por el mensaje que Daniel le había enviado ¿Qué podía significar esa cadena de pistas? Mientras observaba su entorno en la oficina, se preguntaba qué podría estar oculto detrás de esas palabras enigmáticas.Se llevó una mano a la boca mientras reflexionaba sobre las posibles pistas que Daniel había dejado. Comenzó a dar pasos por la oficina, examinando cada rincón en busca de alguna señal o indicio. Incluso se aventuró a entrar en la oficina de Daniel, escudriñando su escritorio en busca de alguna pista que arrojara luz sobre el misterio.Mientras revisaba los documentos y papeles dispersos en el escritorio de Daniel, no lograba encontrar nada que pareciera relacionado con el mensaje. Los papeles importantes de la empresa estaban allí, pero no había ninguna pista evidente que le indicara qué debía hacer a continuación.La frustración empezaba a apoderarse de Ava, pero al mismo tiempo, sentía una creciente curiosidad y emoción por descubrir el s