¡Hola de nuevo! Sin duda ese rotundo No, Ava lo sintió mucho ¿Qué opinan sobre la tensión entre madre e hijo? ¿Quién tiene la razón? ¿Ava podrá sobrevivir la segunda parte de la prueba? Descúbrelo en los próximos capítulos. No te olvides de dejarme tus valiosas opiniones ¡Hasta pronto!
En cuanto los Busch se levantaron de sus asientos y se adelantaron hasta el comedor, Daniel, notando la incomodidad de Ava, puso una mano en su espalda en un gesto de apoyo silencioso, aunque ella realmente se había sobresaltado, era obvio que sus nervios estaban alterados. —No te preocupes, cariño —susurró en voz baja—. Lo estás haciendo genial. Sigue así y te ganarás el cielo, lo juro. Ava asintió con nerviosismo, intentando controlar sus emociones. Ella observó como los sirvientes, a una distancia prudencial comenzaron a moverse, guiándolos hacia el comedor principal de la mansión. El ambiente parecía más tenso que nunca, y Ava podía sentir las miradas de los Busch sobre ella mientras avanzaban. El comedor era una obra maestra de elegancia y lujo. La mesa estaba decorada con detalles exquisitos, y los cubiertos de plata brillaban bajo la luz tenue que los ventanales filtraban. —Tu lugar es aquí, niña —indicó doña Daniela. «Ja… Niña, ¿eh?», pensó Ava. Sin duda aquella palabra la
Ava observaba cómo la limusina de Daniel se alejaba de la majestuosa Mansión Busch. Por un lado, sentía un alivio profundo al saber que no tendría que enfrentar a doña Daniela en un buen tiempo. Suspiró aliviada y su mente divagó hacia su hogar. Finalmente, la hipoteca estaba en proceso de ser saldada, y Ava tenía la sensación de que el sol comenzaría a brillar con el paso del tiempo. Daniel, complacido, la felicitó con un profundo beso que le robó el aliento. Ava sonrió, porque de alguna manera, al verlo feliz, ella también se sentía bien, y viceversa. ¿Cómo era posible que estuvieran comenzando a conectar en un nivel más profundo? ¿Por qué sentía que poco a poco se estaba abriendo a él emocionalmente? Por Dios... esos gestos comenzaban a hacerle efecto, él en serio comenzaba a ganarse su cariño, aunque aun no podia decir que se estaba enamorando, de ninguna manera. Mientras Ava se perdía en sus pensamientos dentro de la limusina, Daniel notó su ensimismamiento y decidió sacarla de
Daniel se mantuvo firme y sereno, aunque claramente incómodo por la situación. Su actitud mostraba determinación y respeto, a pesar del desagrado evidente en el rostro de doña Rosaura. Lo vio dudar por un par de segundos y se dirigió hacia Martín. «Bien… espero que ahora arranque, que se vaya y me evite un bochorno aquí», imploró Ava a Dios, al universo o a quien sea que la estuviera escuchando en un plano espiritual. Ella, se mordió el labio nerviosamente, observando la escena con preocupación. La tensión en el aire era palpable y un nudo en su estómago se formó abruptamente cuando en lugar de arrancar, la limusina se apagó y se escuchó el sonido de la puerta del vehículo abrirse para ver los lustrosos zapatos de Daniel apoyarse en la acera. —Señora, entiendo que nuestro encuentro fue inesperado y quizás incómodo —dijo Daniel con voz tranquila—. Escúcheme un momento, por favor, permítame asegurarle que mis intenciones hacia su hija son genuinas y llenas de respeto. Estoy dispuesto
Ava se “despertó” más temprano de lo normal, se levantó con pesadez de su cama y de puntitas para no despertar a su mamá, que dormía en la habitación de al lado. Se encaminó hasta el cuarto de baño y al encerrarse allí pudo ver su demacrado rostro... A parte de que sus ojos aun estaban hinchados por el suceso del día anterior, también debajo de estos tenía grandes ojeras por toda esa noche en vela. Ella pensó que si el desvelo y el llanto se convertían en una costumbre, a ese paso luciría mucho mayor de lo que en realidad era. En cuestión de segundos levantó un poco el ánimo y se lavó la cara, se desvistió rápidamente y se metió a la ducha.Ava continuó bajo la refrescante corriente de agua mientras sus pensamientos se agolpaban en su mente. El vapor se apoderaba del baño, creando un ambiente acogedor que contrastaba con la preocupación que la atormentaba. Con cada gota de agua que caía sobre su piel, se sentía más despierta y alerta, pero también más vulnerable y expuesta a sus pens
Ava ni siquiera se atrevió a esperar a que llegara la limusina de Daniel, prefirió caminar hasta la parada del metro, algo en su interior no quería saber de su indiferencia ni padecerla, no quería sentirse olvidada, así que prefirió hacer las cosas a su manera. Sin pensarlo dos veces se subió al metro, con la mente hecha un torbellino. La brusquedad del lugar contrastaba enormemente con la comodidad de la limusina de Daniel, obviamente. El aire estaba cargado con el olor característico de la multitud, una mezcla de sudor y perfumes baratos que le provocaron náuseas. No llevaba mucho tiempo subiéndose a la limusina, pero esta experiencia le recordó lo diferente que estaba siendo su vida hasta ese momento. El vagón estaba repleto de personas de diversas procedencias y ocupaciones. La amalgama de aromas y sonidos la aturdió por un momento. Mientras se movía entre la multitud, sintió que la gente la observaba, pero, ¿por qué exactamente? Entonces se dio cuenta del por que. Un hombre se a
Ava se encontraba completamente intrigada por el mensaje que Daniel le había enviado ¿Qué podía significar esa cadena de pistas? Mientras observaba su entorno en la oficina, se preguntaba qué podría estar oculto detrás de esas palabras enigmáticas.Se llevó una mano a la boca mientras reflexionaba sobre las posibles pistas que Daniel había dejado. Comenzó a dar pasos por la oficina, examinando cada rincón en busca de alguna señal o indicio. Incluso se aventuró a entrar en la oficina de Daniel, escudriñando su escritorio en busca de alguna pista que arrojara luz sobre el misterio.Mientras revisaba los documentos y papeles dispersos en el escritorio de Daniel, no lograba encontrar nada que pareciera relacionado con el mensaje. Los papeles importantes de la empresa estaban allí, pero no había ninguna pista evidente que le indicara qué debía hacer a continuación.La frustración empezaba a apoderarse de Ava, pero al mismo tiempo, sentía una creciente curiosidad y emoción por descubrir el s
El ramo de rosas hacía minutos que descansaba sobre las piernas de Ava, desde antes que comenzaran a hablar. Allí, dentro del lujoso auto deportivo de Daniel Busch, Ava pudo sentir la tensión en el aire mientras Daniel seguía aferrado a su obstinación de continuar con el matrimonio falso. Sin embargo, estaba decidida a calmarlo y encontrar una solución juntos.Como si su cuerpo se moviera sin siquiera analizarlo, con mucho ahinco y determinación, Ava comenzó a acariciar suavemente la mejilla de Daniel.—Daniel, por favor, escúchame —dijo Ava con suavidad—. Sé que esto está causando conflictos, pero…Antes de que pudiera terminar su frase, Daniel la interrumpió suavemente, tomando su rostro entre sus manos y sellando sus labios con un beso apasionado. La sorpresa hizo que Ava se quedara momentáneamente sin aliento, pero pronto se dejó llevar por la intensidad y dulzura del beso.Sus labios se encontraron en un torbellino de emociones y deseos largamente contenidos. El corazón de Ava se
Ava temblaba por dentro y luego de tragar saliva, observó con nerviosismo cómo la señora se acercaba a ellos, sintiendo una mezcla de ansiedad y temor por entablar convesacion con doña Daniela; en definitiva la visita a la mansión el día anterior le había dejado un mal sabor de boca.Daniel, por su parte, parecía tranquilo y confiado, lo cual sorprendió a Ava, mucho más después de que supuestamente le quebró el celular, acto maligno que creía fervientemente viniendo de esa señora, aunque no la conociera del todo bien algo le decía que era capaz de eso y de más.—Mi Danielito —escuchó Ava, mientras observaba ese saludo tan afectuoso.El fuerte abrazo que compartió con la señora le heló la sangre a Ava, no se lo podía creer. Su ceño se frunció con preocupación y la ansiedad solo incrementaba en su pecho ¿Acaso Daniel era tan benevolente como para olvidar y perdonar de inmediato? Todo era tan confuso, hasta que ambos comenzaron a hablar.—Ava, permíteme presentarte a doña Dania, mi querid