Con su regreso a la mansión, Lucien percibió una calma inquietante entre los suyos. Los miembros del clan, a pesar de su lealtad inquebrantable, parecían estar bajo un manto de tensión. Sabían que la reciente intervención del Consejo no había sido más que una advertencia velada, y que cualquier otra falla podría desatar una tormenta que pondría en riesgo el poder y la unidad del clan.Clara, por su parte, notó cómo Lucien permanecía ensimismado. La presencia imponente que él irradiaba parecía, por primera vez, teñida de una sombra de preocupación. Había logrado evitar una crisis y había salido del Consejo con su liderazgo intacto, pero la posibilidad de una intervención futura dejaba a ambos en alerta constante.Esa noche, Lucien convocó una reunión a puerta cerrada con sus lugartenientes y principales asesores, quienes se reunieron en el gran salón de piedra que resonaba con ecos de conversaciones y estrategias pasadas. Los antiguos retratos de sus predecesores adornaban las paredes,
La mansión se preparaba para recibir a los líderes de los clanes aliados. Lucien y Clara sabían que cada detalle importaba; un error en esta reunión podría sellar un destino fatídico para el clan y poner en riesgo la alianza antes de que se forjara.La atmósfera dentro de la mansión era tensa. Cada rincón estaba iluminado con candelabros de plata y antorchas de fuego azul, que emitían una tenue luz mística. Los cuadros de antiguos líderes del clan, vigilantes y severos, parecían observar el desarrollo de este importante evento.Clara revisaba una y otra vez la lista de los invitados, asegurándose de que todos los nombres y títulos fueran correctos, una señal de respeto para cada uno de los líderes convocados. Sentía el peso de su nueva posición, pero también la satisfacción de poder apoyar a Lucien en un momento crucial.Poco antes de la medianoche, los primeros invitados comenzaron a llegar. Figuras imponentes, vestidas en tonos oscuros, cruzaron los umbrales de la mansión. Entre ell
La recién formada alianza había traído consigo un renovado sentido de responsabilidad y, a la vez, una constante tensión. Los días y noches en la mansión transcurrían con la rapidez y el cuidado de una maquinaria bien aceitada; cada miembro del clan tenía una función vital en la estrategia de defensa, y todo dependía de su perfecta sincronización.Esa noche, Lucien reunía a los líderes estratégicos para un informe detallado sobre la implementación de nuevas medidas de seguridad. La sala de reuniones, situada en lo más profundo de la mansión, se llenó de figuras silenciosas, todas pendientes de las indicaciones de su líder.—A partir de hoy, los clanes aliados nos informarán de cada movimiento sospechoso —anunció Lucien, proyectando su voz con calma y autoridad—. No podemos confiar en nadie más; los vampiros que no son parte de este pacto podrían vender nuestra posición. La traición está en cada rincón de nuestra sociedad, y nuestra supervivencia depende de nuestra prudencia.Los prese
La tensión en la mansión había alcanzado un punto álgido. La investigación exhaustiva de Lucien y su equipo comenzó a arrojar resultados, aunque aún se mantenían en secreto para evitar que el traidor, quien fuera, descubriera que estaba siendo vigilado. Clara, más alerta que nunca, mantenía sus visiones en secreto para no alterar el curso de la investigación. Sin embargo, una serie de visiones recientes la inquietaban profundamente, pues mostraban fragmentos de rostros y voces familiares, cada vez más cercanas.En una noche de luna llena, Clara se encontraba en su habitación, intentando descifrar las visiones. Sintió la presencia de alguien detrás de ella y se giró rápidamente, encontrándose con la mirada profunda de Lucien. Sus ojos reflejaban cansancio y furia contenida, pero también algo que Clara no había percibido antes: una vulnerabilidad inusual.—He revisado cada movimiento, cada detalle. Aún no tengo pruebas contundentes, pero hay alguien de nuestra confianza involucrado —mur
Las palabras de Clara y la revelación en la cripta resonaban en la mente de Lucien, y una sensación de alerta constante lo embargaba. Ahora, cada miembro del clan se convertía en un posible sospechoso, y su mirada, más afilada que nunca, buscaba cualquier señal de traición. Sin embargo, sabía que no podía hacerlo solo. La frialdad de su liderazgo comenzaba a resquebrajarse ante el peso de la traición, y Clara se había convertido en la única persona en quien confiaba plenamente.A primera hora de la noche, Lucien organizó una reunión especial con su círculo más íntimo en un ala secreta de la mansión. Clara, Darius, y unos pocos elegidos asistieron. El ambiente estaba cargado de tensión; no se hablaba mucho, pero cada uno entendía la seriedad de la situación.—Sé que algunos de ustedes ya han escuchado rumores, pero ahora es momento de aclarar las cosas. Uno de nosotros ha puesto en peligro todo lo que hemos construido —anunció Lucien con un tono frío y firme—. Si alguien aquí sabe algo
De regreso en la mansión, Clara y Darius llegaron a la biblioteca, donde Lucien los esperaba, ya con la mirada dura y un gesto de impaciencia. La revelación que traían era de suma importancia, pero también debía ser manejada con cautela. Clara intercambió una mirada con Darius antes de hablar, sabiendo que lo que diría podría cambiar para siempre la dinámica dentro del clan.—Nos encontramos con alguien en los túneles —comenzó Clara, sus palabras cuidadosas—. Alguien que conoce el acceso a una de las cámaras antiguas y que realizaba un ritual oscuro, uno que no hemos visto en siglos.Lucien se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos oscuros centelleando de rabia contenida.—¿Cómo era? —preguntó, sin rodeos.—Estaba cubierto con una capa oscura. Solo vimos su rostro un segundo antes de que escapara. Pero, Lucien, hay algo en sus ojos que me resultó… familiar —respondió Clara, con una mezcla de cautela y sinceridad.Darius asintió, sus labios formando una fina línea de preocupación.
Clara, aún aturdida por los sucesos de los últimos días, sabía que necesitaba respuestas. Así que, esa misma mañana, decidió confrontar a Lucien. Se acercó a la puerta de su despacho y, con un suave toque, se anunció. Lucien levantó la vista, sorprendido de verla tan temprano.—Pasa, Clara —dijo, su voz más suave de lo usual, aunque sus ojos permanecían cautelosos.Clara entró y cerró la puerta detrás de ella. Durante un momento, simplemente lo miró, tratando de descifrar los sentimientos que se arremolinaban en su interior.—Necesito entender lo que está pasando —dijo finalmente, su voz cargada de determinación—. Siento que hay algo oscuro moviéndose en esta casa, y tú estás en el centro de ello, Lucien.Lucien mantuvo su expresión imperturbable, aunque en su interior sus emociones eran un torbellino. Sabía que debía ser honesto con ella, al menos en parte. No podía seguir pretendiendo que Clara no era una pieza crucial en su vida y en el destino de su clan.—Clara, hay cosas que no
Aún con las palabras de Lucien resonando en su mente, Clara pasó el día en un estado de profunda inquietud. Había logrado extraer fragmentos de la verdad, pero cada revelación parecía abrir nuevas preguntas. Sentía que el mundo en el que se encontraba era mucho más oscuro y complejo de lo que jamás había imaginado, y cada vez se convencía más de que su lugar no era estar al margen de esos secretos, sino dentro de ellos. Decidida a obtener respuestas, sabía que su vida se entrelazaba inevitablemente con la de Lucien y con el destino sombrío de su clan.Al caer la noche, Clara deambuló por la mansión en busca de Lucien, dispuesta a enfrentarle de nuevo. Al llegar a su despacho, la luz tenue que emanaba de la puerta entreabierta le confirmó que él estaba allí. Respiró hondo y empujó la puerta suavemente.Lucien estaba de pie junto a una estantería antigua, hojeando un libro que, a juzgar por el polvo, debía tener siglos de antigüedad. Al percibir la presencia de Clara, levantó la vista.