Aún con las palabras de Lucien resonando en su mente, Clara pasó el día en un estado de profunda inquietud. Había logrado extraer fragmentos de la verdad, pero cada revelación parecía abrir nuevas preguntas. Sentía que el mundo en el que se encontraba era mucho más oscuro y complejo de lo que jamás había imaginado, y cada vez se convencía más de que su lugar no era estar al margen de esos secretos, sino dentro de ellos. Decidida a obtener respuestas, sabía que su vida se entrelazaba inevitablemente con la de Lucien y con el destino sombrío de su clan.Al caer la noche, Clara deambuló por la mansión en busca de Lucien, dispuesta a enfrentarle de nuevo. Al llegar a su despacho, la luz tenue que emanaba de la puerta entreabierta le confirmó que él estaba allí. Respiró hondo y empujó la puerta suavemente.Lucien estaba de pie junto a una estantería antigua, hojeando un libro que, a juzgar por el polvo, debía tener siglos de antigüedad. Al percibir la presencia de Clara, levantó la vista.
—Estás segura de lo que pides, Clara —susurró Lucien, su voz grave y profunda, como si pronunciara una advertencia que él mismo dudaba en aceptar.Clara asintió sin apartar la mirada de sus ojos oscuros. Sentía una atracción innegable, un deseo incontrolable que crecía cada vez que él se acercaba. Sabía que aquello era peligroso, pero también era lo más real que había sentido en su vida.Lucien levantó una mano y con suavidad acarició el rostro de Clara, trazando el contorno de su mandíbula con sus dedos fríos y firmes. Ella cerró los ojos, dejándose llevar por el contacto, disfrutando de la calma que le ofrecía y, a la vez, la inquietud que provocaba.—No soy como los demás, Clara —dijo Lucien en un tono que bordeaba la resignación—. Mi mundo es oscuro y cruel; quienes me rodean viven en una constante lucha por el poder, por la inmortalidad, y yo… yo soy parte de ese ciclo.—Pero eres más que eso —susurró ella, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los de él—. Sé que hay más e
Al día siguiente, Clara despertó envuelta en un remolino de pensamientos y emociones. Había pasado la noche anterior en los brazos de Lucien, sintiéndose segura y deseada, pero también consciente de las sombras que aún envolvían su vida. La conexión entre ambos se había intensificado, y aunque Clara sentía que estaba cayendo en un abismo desconocido, ya no podía resistirse. Lucien era su mundo ahora, y en sus brazos encontraba algo más que simple atracción.Se sentó en la cama, mirando alrededor de la lujosa habitación que ahora compartía con él. Las cortinas pesadas y oscuras bloqueaban la luz del sol, manteniendo la estancia en penumbra, como si aquel ambiente reflejara el alma del hombre que amaba. Lucien había salido temprano, como siempre, ocupado con sus deberes y la interminable lucha por mantener el control de su clan. Aunque él intentaba protegerla, Clara sentía la necesidad de involucrarse más profundamente en su mundo, para conocer las amenazas que los rodeaban y las verdad
Los días siguientes pasaron como un susurro en la mansión, envueltos en un equilibrio tenso y una calma expectante. Clara y Lucien compartían el mismo espacio, los mismos deseos y el mismo secreto, pero ambos sabían que estaban al borde de un precipicio. El peso del pacto que Lucien había confesado los envolvía, y ahora Clara se sentía aún más decidida a desentrañar las sombras que se cernían sobre él y su clan.Esa mañana, mientras Clara caminaba por uno de los pasillos de la mansión, escuchó un murmullo de voces provenientes de la sala de reuniones del clan, un espacio que hasta entonces había permanecido fuera de sus límites. La puerta estaba entreabierta, y dentro se encontraban algunos miembros del clan, figuras altas y oscuras que parecían proyectar un aire de misterio aún más denso que el propio Lucien.Ella se detuvo a una distancia prudente, intentando entender el tema de su conversación. Percibía fragmentos, nombres de seres antiguos, amenazas inminentes y algo sobre "el Con
Lucien la miró en silencio, sus ojos plateados reflejando una profundidad que no había mostrado antes. Clara sentía que en ese instante, rodeados por las sombras de la sala y bajo la promesa silenciosa de aquel pacto, el tiempo se detenía. Lucien, siempre tan reservado, parecía librar una batalla interna entre su naturaleza autoritaria y sus propios sentimientos.Finalmente, él la soltó suavemente, tomando un paso atrás mientras sus manos temblaban ligeramente, una rareza que en cualquier otra situación Clara jamás habría creído posible. Pero había algo solemne en su mirada, una certeza que le era tan intensa como abrumadora. Clara, consciente de que Lucien rara vez compartía sus pensamientos más profundos, esperó en silencio, dejándose envolver por la expectativa que colgaba en el aire.—Clara —empezó él, su voz baja y casi reverente, como si estuviera hablando en un idioma antiguo y sagrado—, tú eres la razón por la que la oscuridad de este mundo no ha logrado consumir mi humanidad
El día siguiente trajo consigo un cambio en la atmósfera de la mansión. Clara se sentía extrañamente inquieta mientras recorría los pasillos. Aunque el compromiso con Lucien la llenaba de una paz inigualable, había algo en el ambiente que le resultaba perturbador, como si las sombras en las paredes parecieran volverse más densas, más amenazantes.Por la tarde, mientras Clara se dirigía hacia los jardines en busca de un respiro, escuchó una conversación en la distancia. Oculta detrás de una columna, observó a dos figuras que hablaban en voz baja: eran antiguos miembros del clan de Lucien, reconocibles por sus ropajes oscuros y sus tatuajes que simbolizaban la lealtad al clan. Aunque sus palabras eran apenas audibles, una mención capturó la atención de Clara.—...es nuestro momento de actuar. No podemos dejar que Lucien siga debilitando al clan por esa humana —decía uno de los vampiros, una figura alta y encapuchada, con una voz cargada de resentimiento.—Nuestro líder debería manteners
Clara y Lucien pasaron los siguientes días en una tensa calma, conscientes de que el conflicto en el clan se estaba gestando, pero ninguno deseaba romper el frágil equilibrio que mantenía la paz. Lucien redobló la seguridad en la mansión, poniendo guardias adicionales en los puntos críticos y asegurándose de que los leales estuvieran alertas ante cualquier señal de insubordinación. Sin embargo, Clara notaba en él un aire de preocupación cada vez más marcado, una sombra que empañaba su mirada.Una tarde, mientras Clara exploraba la biblioteca en busca de algún libro que la ayudara a comprender mejor el mundo de los vampiros, encontró un volumen antiguo, encuadernado en cuero negro y marcado con extraños símbolos. Al abrirlo, se dio cuenta de que era un registro de las leyendas y conflictos históricos del clan de Lucien. Las páginas, escritas en una caligrafía antigua, hablaban de guerras internas, traiciones y pactos de sangre que se habían hecho para preservar el linaje.A medida que
La madrugada llegó y con ella, la tensión que se cernía sobre la mansión de Lucien era palpable. Los ecos de antiguas traiciones y promesas incumplidas se alzaban con el viento, y los murmullos de la rebelión que se estaba gestando en las sombras comenzaban a tomar forma. Lucien no podía permitirse ignorar la amenaza de Cyprian por más tiempo. Cada hora que pasaba sin acción aumentaba la probabilidad de que la guerra civil que había evitado durante tanto tiempo, finalmente estallara.Esa mañana, después de una noche de pesadillas, Clara despertó con el peso de la incertidumbre sobre sus hombros. El frío del amanecer penetraba por la ventana de su habitación, pero no era solo el clima lo que la hacía temblar. Era la sensación de que algo grande, algo irreversible, estaba por suceder. Cuando se levantó de la cama y miró su reflejo en el espejo, el rostro que vio era diferente al que había conocido. Los ojos que una vez se brillaban con la curiosidad de la vida humana, ahora mostraban un