En cuanto Isabella escuchó aquellas palabras, comenzó a leer los documentos que le entregó, presionó su labio inferior conforme avanzaba, hasta que dibujó una sonrisa que le llegó hasta sus ojos.— ¡Soy una mujer libre! —expresó sintiendo que se le quitaba un peso de encima—. Lo único que me preocupa es que me puedan quitar a María, son una familia muy poderosaLa tomó por ambas manos y la miró a los ojos.—Ya no estás sola, me tienes a mí, no lo olvides. —Se acercó a ella y la abrazó.—Tienes razón, ya no estoy sola, cuento contigo. Eres mi ángel —expresó con sentimiento—. Tengo tanto que agradecerle, al haberte conocido, más feliz, no puedo ser —susurró.—Tampoco yo. —Sujetó con ambas manos sus mejillas y acercó sus labios, para robarle un beso.—Hay algo que tengo que decirte —Isabella lo miró a los ojos.— ¿Qué cosa?—Ahora que estoy trabajando a tu lado, deseo buscar un apartamento para María y para mí, tengo la ilusión de darle el hogar que mi hija se merece.— ¿Deseas mudarte?
Isabella sonrió al ver que Guillermo descendió del auto, en cuanto la vio para abrirle la puerta.—No quisiste esperarme —Memo mencionó tomando el portavasos que llevaba en sus manos, además de tomar su bolso—, no sé como puedes con tantas cosas.—Avanzamos más rápido si yo salía a comprar el café —contestó acercando sus labios a los de ella para darle un beso.***Oliver intentaba encontrarla, pasando entre las personas que también cruzaban la avenida, al llegar a la esquina se detuvo al escuchar que timbraba su móvil, presionó los dientes, en señal de reproche al ver que se trataba de Emma, había olvidado que lo estaba esperando en su restaurante preferido.— ¿Vas a tardar mucho? —ella preguntó.—No, ya voy para allá —contestó de inmediato.—Se oye mucho ruido, ¿en dónde estás?—En el auto, estoy escuchando las noticias. —Se paró de puntitas intentando encontrarla por encima de las personas, pero no lo conseguía, la duda de saber si era Isabella o no, lo estaba consumiendo, aunque a
En ese instante se acercó Guillermo y entrelazó sus dedos a los de ella.—Les presento a Isabella Rodrígez, mi novia.Don Guillermo, cruzó sus ojos color chocolate a su esposa unos instantes, sin poder dar crédito a lo que escuchaba.—Un placer. —Sacudió su cabeza para cambiar su cara de asombro y acercó su mano al instante a ella. Era un hombre de grandes valores.—El gusto es mío —respondió Isa, sin poder ocultar su nerviosismo en el tono de su voz.El hombre ladeó los labios sonriente y tomó por el brazo a su mujer para que la saludara, y luego se sentaran en la sala.— ¿Qué les hizo venir a visitarme de esta manera…, tan inhabitual? —preguntó Memo sin poder evitar la franqueza en sus palabras.Sus padres se miraron a los ojos, a pesar que habían ensayado una excusa durante en el trayecto, no estaban acostumbrados a mentir, por lo que se quedaron de pronto en silencio.—Salimos a hacer unas compras muy cerca de aquí…, y pensamos en pasar a saludarte —don Guillermo dijo notandose a
—Este es el indicado —Isabella expresó con entusiasmo.Guillermo correspondió a su sonrisa, al verla tan emocionada, la vio caminar hacia una de las habitaciones y la siguió quedándose de pie en el umbral de la puerta.—Aquí voy a poner la cama de María, quiero que sea blanca, en la cabecera le colocaré estrellas de madera en color morado. —Señaló el espacio—, allá irá su tocador y una repisa para sus muñecas. —Lo miró sin ocultar su felicidad. — ¿Te gusta la idea? —Me encanta —respondió—, ya veo el juguetero repleto de muñecas, y osos de peluche —indicó él.—Deseo que no le falte nada —su voz se fragmentó—, ha tenido que pasar por muchas carencias, y ya es tiempo de que cambie la situación —manifestó aclarándose la garganta.Se acercó a ella y la estrechó con cariño, inhalando el dulce aroma que emanaba de su piel.—Has hecho todo, por darle lo mejor, María se ve una niña feliz, te aseguro que no le ha faltado nada, teniéndote como su mamá.Escuchar esas palabras le provocaron que s
Isabella se dirigió a la sala de juntas y acomodó las carpetas sobre los lugares de cada uno de los abogados que asistirían. Antes de que llegara a la puerta, se dio cuenta que Guillermo estaba recargado en uno de los muros, viéndola.— ¿Se le ofrece algo, abogado? —Isa acomodó su cabellera hacía uno de sus hombros y sonrió de manera coqueta.—Un beso —respondió él, cerrando la puerta de la sala de juntas, la tomó por la cintura y se acercó a sus labios, para saborear su dulce sabor.—También lo necesitaba —suspiró profundo la joven—, lo dejo trabajar —susurró.Momentos más tarde Guillermo presidió la reunión, hablando sobre los casos que estaban llevando, tomó su Ipad para ver a detalle cada caso, frunció el ceño al no poder encontrar la información, imaginó que al compartirsela a Isa, algo había hecho y se bloqueó.— ¿Cambiaste de carpeta la información? —le preguntó al salir a buscar a Isa.—No, no hice nada —respondió ella e ingresó a su ordenador y comenzó a buscar la información
Seis meses después.La majestuosa vista que albergaba el parque de Brooklyn por la noche, daba la panorámica perfecta para lo que Memo se traía entre manos. Desde donde estaba parado, observaba la impresionante vista de Manhattan, al otro lado del río. Además que se podía sentir una especie de atmósfera romántica a su alrededor, debido a los distintos tipos de luces que rodeaba el parque, y también por la iluminación de los altos rascacielos, frente a él.Una ligera brisa acarició su rostro, de inmediato sacó un pañuelo desechable para limpiar sus mejillas. Caminó sobre el firme piso de vigas de madera, y se recargó sobre la barandilla de hierro forjado. Su mirada se perdió en el icónico puente de Brooklyn, bañado de resplandor, por grandes reflectores.En verdad que la vista era maravillosa, además que la luz de la luna terminaba de complementar el escenario, que había preparado. En cuanto sintió su móvil vibrar, lo sacó del bolsillo de su pantalón y leyó el mensaje recibido:«Vamos
Isabella tomó una de las manos de Guillermo y la colocó cerca de su corazón, deseando que sintiera los fuertes latidos que le provocaba.—Nunca había sentido esto por nadie —confesó con un fuerte destello en su mirada—, eres tan especial, tan distinto…Guillermo ladeó su rostro y con uno de sus dedos la silenció.—He aprendido lecciones importantes, la muerte fue mi maestra —declaró—. Aprendí con honores, no puedo desperdiciar ni un solo día de mi vida. —Acarició sus mejillas con la tibieza de sus manos—: La lección más importante que me costó aprender es: “Disfrutar cada día como si fuera el último”.—Lección muy importante —respondió acercando sus labios a los de él.—Lo es —respondió mientras sus gruesos dedos, comenzaron a deslizar la cremallera de su vestido, dejándolo caer al piso, quedando al descubierto la sexy lencería de seda y encaje que llevaba en tono azul marino, permitiendo que las finas curvas de su cuerpo, resaltaran.—Eres tan…, hermosa —manifestó con la voz enronqu
Con el dorso subiendo y bajando, aún agitado, después de haberse entregado a aquella pasión desbordada que ya no podían esconder, Isabella acomodó su rostro en el firme pectoral de él, y comenzó a deslizar la yema de sus dedos sobre su pecho, trazando suaves círculos sobre la tibieza de su piel, disfrutando de haberse entregado libremente al amor, que emanaba desde lo más profundo de su ser.—Fue maravilloso —pronunció con la voz un poco ronca—, jamás me había sentido así —confesó elevando su rostro para mirarlo.Guillermo frunció el ceño al escucharla.— ¿A qué te refieres? —preguntó, acercándose para darle un beso sobre uno de sus hombros.—En tus brazos he vibrado como nunca lo había hecho jamás —sonrió al verlo—, cuando estás metida en una relación en la que no te aman, pierdes el sentido de la vida, pensando que sin esa persona no podrás vivir, no podrás salir adelante; sin embargo, para mí, fue una oportunidad, para darme cuenta que el mundo no se acababa. Aprendí a amarme y a v