¨Todo irá bien, todo saldrá bien, no hay de qué preocuparse. ¨ - me repetía como un mantra. Claro, como si esas palabras fueran, pronto, la consolidación de un acto. Los nervios me estaban volviendo loco. Y no eran solo los nervios los que me volvían loco, sino que tenía un pequeño retorcijón en la tripa, que se expandía por mi pecho, como si algo me quitaran desde lo más profundo de mi ser. Dolía. Asfixiaba. Aún seguía en el despacho, esperando que sea hora de ir a los tribunales. No dejaba de releer los papeles del caso de Mario, buscando algún detalle, algo que pueda usar la defensa para hacernos añicos. Nada. Todo estaba impoluto. Me jodía tener este tipo de nervios y estrés, y sumándole el raro sentimiento de agitación que tenia en el pecho, era una combinación que me abrumaba. Y cuando sentía que todo se me escapaba de las manos, que no tenía nada bajo mi control, solo quería recordar lo que es volver a casa. Busqué el móvil y llamé a Fernanda. Al primer timbre no respo
Me despierto en una habitación a oscuras debajo de una cama blanda, con dolor de cabeza y desorientada.Caí por completo en un sueño, y ni siquiera sé por cuantas horas, y menos donde me encontraba. Mi último recuerdo es de Mario sedándome y a un hombre tomando mis manos, después de eso todo es oscuro. Sentía el cuerpo muy descansado, lo que significaba que he dormido por horas.Me levanto con cuidado y voy en busca del interruptor, haber si hay uno. A lo primero que doy es con una superficie de madera, quizás un mueble, sigo tocando por los costados y caminando a ciegas, cuando toco otra superficie de madera, solo que esta vez está en el lado de la pared. ¡Es la puerta! Rápidamente doy con la manija, pero es inútil, por más que forcejee esta no cede. Debe de estar cerrada con llave, por supuesto que lo está. ¿Quién secuestra a alguien y dej
Una semana. Una m*****a semana desde que fernanda desapareció. No tenía ningún rastro de ella, ni una pista, nada, absolutamente nada que me acerque a ella. Mi frustración por no encontrara a Mía no paraba de crecer, mi ira contra Mario se acumulaba mediante los minutos pasaban y, mi miedo, subía y bajaba, recorriendo cada célula de mi cuerpo. -Deja de moverte, me mareas. – dice Logan frustrado al ver que no dejaba de moverme de un lado a otro. No podía estarme quieto, iba de una esquina a otra, de pared a pared, jalándome los pelos, golpeando cualquier cosa que me ayude a liberar esta ira que me consumía. La espera se me estaba haciendo infinita, enloquecedora y revesada. Y me sentía inútil, porque, aunque la buscara debajo de cada piedra, Mario la escondería mil veces más, alejándola de mi lado. La policía estaba investigando, y a la única conclusión a la que llegaron, es que Mario, aún se estaba considerando si él la secuestró en realidad, pero a mí no me cabía duda de que
Salgo y cierro con llave la puerta de la habitación donde tengo encerrada a Fernanda Detrás de la puerta escucho sus sollozos, y sin pensar una sonrisa se instala en mi rostro. Me gusta jugar con Santiago, con su desesperación y su amor perdido, el hecho de que él se vuelva loco buscándola, es como una inyección de adrenalina que me activa a seguir. Ya es hora de que él pague por lo que me arrancó de mi lado, no es justo que dos los perdiéramos a Liliana por su obsesión. Santiago sentiría lo mismo que yo sentí cuando la perdí, solo que esta vez él sabría que ella está viva y fuera de su alcance. Olvido los planes de mi venganza y me concentro en Pablo, el hombre que cuida la puerta de Fernanda. - ¿Por qué me llamas? – pregunté bajando las escaleras al primer piso con Pablo tras mis pies. -Han telefoneado diciendo que incautaron la casa de Oregón, se llevaron toda la mercancía. ¡Mierda! La policía no dejaba de perseguirme, y con Santiago presionando por tener secuestrada a
Son tres semanas, veintidós días sin verla, sin tocarla, sin escucharsu voz, sin saber si esta bien, sin saber... si aún vive. Es que me vuelve loco, me tortura, no tenerla a mi lado. Y Mario con sus juegos, era como la inyección perfecta de desesperación por llegar a ella. La primera pista que tuvimos del paradero de Fernanda llegó gracias a las investigaciones que hizo el agente Peral, y es que pudiera estar en uno de las casas que manejaba Mario, ya que últimamente había mucho movimiento en ellas. Pero no, Fernanda no estaba ahí, y esa decepción cayó como un balde de ladrillos sobre mi cuerpo. Y seguimos desmantelando muchas casas más, pero en ninguna la encontramos. Después de días llego a casa, y sí, aún me sentía extraño al entrar por esa puerta y no escuchar la voz de Fernanda, o verla correr a la sala por mi llegada, o esperarme con la comida hecha, o subir a nuestra habitación y verla en el tocador retocándose lo hermosa que es. Sí, aún me sorprendía lo rápido que desapare
Ocho años atrás. Ya pasó más de cuatro meses desde que Santiago nos descubrió, a mi y a Liliana, en la cafetería. Y no podía aceptar la decisión de Liliana simplemente no podía. En mi interior se disputa una pelea, entender que ella ama a Santiago o, considerar la posibilidad de que fue obligada a dejarme. La segunda opción tiene más sentido. Porque sé que ella aún me ama, Liliana no podía olvidar al caos que la acogió de la noche a la mañana. Santiago tiene la vida perfecta, la familia perfecta, el mejor amigo perfecto, dinero, popularidad, inteligencia, un brillante futuro y, ahora también a ella. Desde niño lo he envidiado, cada vez que veía a mis tíos, Laura y Gabriel, anhelaba ser su hijo, porque los míos eran pura apariencia y engaños. Mis padres, su falta de interés sobre mi vida, la hostilidad que se vivía en casa, desató que me zambullera entre las drogas, alcohol y apuestas. No es un buen ritmo de vida, pero si me ayuda a desconectar de la realidad. Estoy en mi depar
Son exactamente treinta y ocho días desde que Fernanda fue secuestra.Mario nos ha tenido jugando como si fuéramos sus títeres, los muñecos que maneja a su querer. Nos ha llevado a emboscadas falsificando pistas del paradero de Fernanda, primero, a una casa a la otra punta del país, segundo, a unos túneles subterráneos, y tercer, y último, y uno de sus más jodidos juegos, a una oficina forense, cosa que me volvía loco. Él quería volverme loco con tantos juegos y maquinaciones, pero no, por más trampas y desafíos, la encontraría.Con la evidencia que entregué a los oficiales, la carta, el collar y el acta de defunción, se declaró el caso de Liliana vuelto a abrir. Mario era el único y posible sospechoso. Él padre de Liliana, el señor Hamilton, llego desde New york al ser notificado que el caso de su hija era abier
Llevo ya días vomitando, y no sé si es porque Mario ha puesto algo en la comida o bebida, o quizás por la tensión que es caminar y solo ver paredes blancas a tu alrededor. De cualquier forma, mi cuerpo se siente cansado con cada arcada, e incluso, aunque no pudo ver mi reflejo, se que estoy tan pálida como un plátano. He perdido la cuenta de los días que llevo encerrada, pero, para ser sincera, la verdad es que nunca la tuve. Ni siquiera sé si, ahí afuera, es de día o de noche, si llueve o hay sol, si esta tan nublado como el color gris, o tan azul como el color de los de Santiago. No sé nada más que cuando Mario llega y mi cuenta sus descabellados planes, que no soy mucho que digamos. Y como si lo invocara con el pensamiento, escucho como el cerrojo cede, me levanto de un salto de la cama, y Mario aparece detrás de la puerta. — Voy a entrar mi querida Rapunzel. – Cada vez mejoraba más sus mofas, esta era mejor que el ¨ Ya despertaste bella durmiente¨, y justo escucharlo al lado