Capitulo 57
Llevo ya días vomitando, y no sé si es porque Mario ha puesto algo en la comida o bebida, o quizás por la tensión que es caminar y solo ver paredes blancas a tu alrededor. De cualquier forma, mi cuerpo se siente cansado con cada arcada, e incluso, aunque no pudo ver mi reflejo, se que estoy tan pálida como un plátano.

He perdido la cuenta de los días que llevo encerrada, pero, para ser sincera, la verdad es que nunca la tuve. Ni siquiera sé si, ahí afuera, es de día o de noche, si llueve o hay sol, si esta tan nublado como el color gris, o tan azul como el color de los de Santiago. No sé nada más que cuando Mario llega y mi cuenta sus descabellados planes, que no soy mucho que digamos.

Y como si lo invocara con el pensamiento, escucho como el cerrojo cede, me levanto de un salto de la cama, y Mario aparece detrás de la puerta.

— Voy a entrar mi querida Rapunzel. – Cada vez mejoraba más sus mofas, esta era mejor que el ¨ Ya despertaste bella durmiente¨, y justo escucharlo al lado
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