Fernanda SanmiguelMe levanté de un salto de la cama cuando escuché gritos, el sonido de una puerta caer y disparos. Aún desconcertada por lo que estuviera sucediendo a mi alrededor. ¿Qué eran esos gritos? ¿Qué eran esos disparos? ¿Acaso era mi salvación o mi muerte? Tenía el corazón tan acelerado y al cuerpo temblando mientras no dejaba de pensar en para quién eran esos disparos. Mario... ¿seguiría con vida? Entonces, discurrí en Santiago, y en que tal vez él pudiera estar ahí afuera. No había alivio en ese pensamiento, solo miedo y pavor. Empezaba a hiperventilar, a perder los sentidos, cuando la puerta se abrió de golpe y apareció Mario con la camisa sangrada, agitado y con un arma en la mano derecha. Cerró la puerta tras de él. - Recuerdas lo que hablamos ayer, – asentí, aunque para decir verdad, los recuerdos eran vagos sobre nuestra conversación. Creo que hablamos de muerte y esperanza. Mario acortó nuestra distancia. – primero muerto que ir a la cárcel, ¿recuerdas eso, Ferna
Santiago Ferreira Mario esta muerto, ¡ja!, muerto de la misma forma que hizo creer a todos que Liliana murió, suicidio.El muy cobarde termino suicidándose en vez de asumir sus errores, sus delitos Aún me cuesta creer que Fernanda está de vuelta, en una cama de hospital, pero de vuelta. Se ve pálida, algo delgada y triste, sin embrago, intentaré que eso muy pronto cambie. Ella volverá a sonreír. El sentimiento de felicidad que ahora me invade es incluso desconocido y desconcertante para mí, pero es lo merecido y suficiente para volver a respirar con tranquilidad, sin presiones sin miedos sin ese extraño sentimiento de estar vacío y lleno a la vez. Cojo una de sus manos, esta tibia, y la envuelvo. La he extrañado tanto. De repente, cuando empiezo a dibujar una pequeña línea en su palma, Mía empieza a sacudirse, rasgando las sabanas y gritando.- ¡Mario! ¡No! ¡Mario! – grita. Suelto su mano para tomarla por los hombros y despertarla. Es una pesadilla, y por lo que escucho, esta re
Fernanda Sanmiguel Odiaba los hospitales, el olor a pino de los pisos, las paredes y camas tan blancas y a las personas corriendo y llorando por todo lado. Si hubiese un lugar que pudiera evitar pisar a toda costa, en definitiva, seria los hospitales. Recordaba esas noche con mamá y el hecho que ella aún siguiera aquí y no a mi lado o viviendo su vida. Un día, o noche, mientras aún estaba secuestrada, me dije a mi misma que el exterior estaba muy lejos, impalpable, y ahora que lo tengo tan cerca, no estaba dispuesta a dejarlo ir tan rápido. Extrañé tanto, a Lina, a Emma, a logan, a Laura y Gabriel y a Santiago, extrañé a mi familia, sus olores, sus voces, la forma en la que sonreían, la manera en la que me miraban, los extrañé tanto como las mariposas a la primavera. Hoy todo cabía en su lugar. - Tengo algo que decirte. – digo cuando las manos de Santiago y las mías se enredan. Antes de abrir los ojos y ver a Santiago, bueno, antes de despertarme de esa pesadilla que era más re
Santiago acaba de salir del hospital, con Logan a su costado, a hacer no sé qué cosa en la comisaria, supongo que algún papeleo. Y justo cuando él se despide con un beso, y Logan me sonríe desde la puerta, ingresan Emma y Lina corriendo como una manada de rinocerontes en la sabana. Ah, y la intravenosa que me arranque, gracias a un logan que, desesperado por mi salud, llamó a una enfermera y volvía a estar donde antes. Odiaba las intravenosas, o cualquier aguja, o cualquier cosa que significaba permanecer más tiempo en el hospital. - No tienes ni idea de lo mucho que te extrañamos. – dice Emma abrazándome, y cuando lo hace, lo hace tan fuerte que libero un pequeño grito. – Lo siento. – sonríe. - Yo también las extrañe. – respondo con una sonrisa que podría llenar este mundo. Hasta que no caigo en Lina no recuerdo que Mario se suicidó, supongo que, aunque se llevaban peor que el agua y el aceite, él siempre fue su hermano y que, en algún lugar de su corazón, lo quería. - Lo sie
Santiago Ferreira Llevo dos meses yendo con un terapeuta. El consultorio del Dr. Steve es neutro, sin ninguna señal de familiaridad ni ápice de su personalidad, un ambiente donde no hay más que concentrase en tus emociones. Funcionaba. Me funcionaba. - ¿La extrañas? – preguntó mientras se sentaba detrás del escritorio y dejaba su taza de café a un lado. Steve no lleva una capeta de notas como los demás terapeutas, cosa que me lucia de los más extraño, y cuando le pregunte el por qué, solo respondió que era porque sus pacientes se concentraban más en lo que escribía que expresarse. Tiene lógica. - ¿A quién? – A veces me perdía en nuestras sesiones, como cuando saltábamos del pasado al presente, del presente al pasado, de Liliana a fernanda, sin embargo, creo que ese era su método, confundirme para sacarme de un jalón todo lo que llevaba dentro. - A tu esposa, ¿la extrañas? En cada sesión me sentaba mirando al gran ventanal, me gustaba ver al cielo, así estuviera nublado, so
Fernanda está a unos pasos, muy cerca, exactamente a tres pies y dos escalones arriba recostada en la puerta. Nuestra distancia es tortura. Arremato contra ella. - ¿Fue suficiente tiempo? – pregunta cuando llegamos a estar frente a frente. Han sido los quince minutos más torturantes de mi vida mientras conducía a casa de Lina e imaginaba a Fernanda esperándome en el umbral de la puerta, justo como sucedió. - Lo necesario. Bajo la mirada al suelo, nuestros zapatos casi te tocan, y quiero creer que este nuestro punto de partida, donde nuestros caminos se entrelazan. Levanto el rostro y observo a Fernanda, que luce radiante con ese vestido amarillo, el cabello libre y la mirada brillante, los ojos verdes y las mejillas rosadas y redondas. Hay algo diferente en ella, pero aún no entreveo si es bueno malo. - Te amo. – suelto. Fernanda abre los labios para responder, pero no le doy tiempo y cojo su nuca para fundirnos en un beso. El beso marca un nuevo inicio, sin culpas sin mi
Mi mamá miraba a su nieto encantada y yo la miraba feliz al fin había ocurrido un milagro y mi mamá estaba viva y están bien— No puedo creer que me salte tanta cosas de tu vida — Dijo sin aún mirarme a mi, sonreí de lado.— Nada de es es importante madre — Le dije. Me acerqué a la cama y la abrase a ella y a Sebastián mi bebé de 5 meses.— Santiago y yo nos vamos a casta otra vez y tu estarás en primera filaElla sonrió y solo se quedó ahí.Mamá había despertado hace poco y habíamos decidido casarnos que esta vez fuera real que estuviera mi madre y nuestro hijo, merecíamos tener eso, el merecía tener un vida feliz.****Fernanda hizo su entrada acompañada del brazo de su madre quien sonreía radiante, ella por otro lado estaba igual y cuando nuestras miradas
— ¡Niños, hora de comer! — Grita Fernanda desde la puerta francesa que da acceso al jardín. — ¿Destiny, donde están tu hermana y Sarah? — Le pregunta a su hermosa hija de seis años, está juega en la piscina en compañía de su hermano mayor. — Creo que están en su habitación, están hablando de novios — Habla con desagrado como si el termino novio fuese la palabra más asquerosa del mundo. Fernanda miró a Lina quién sonreía, no había dudas que su hija se parecía a ella. — Si tu padre escucha eso se volvería loco —Bromea lina — Niños, salgan de la piscina y vengan a comer — Fernanda deja el plato de ensalada y regresa a la cocina donde esta emmea ayudando a los últimos preparativos para el almuerzo familiar. —¿Mi amor, pequeño, puedes ir por tu hermana y tu prima a su habitación? — Pregunta Fernanda a su hijo mayor Quién había pensado que ella terminaría con tres hijos — Sí, mami —Responde el niño de 8 años saliendo de la piscina y corriendo a las escaleras que conducen al segundo p