Santiago está en la ducha, hoy es su cumpleaños y saldremos a un bar a divertirnos. Esta mañana habíamos almorzado con sus padres, un almuerzo sencillo y sin salmón, y me sentí bien, como si perteneciera a su familia, como si fuera una más y no una desconocida que llegó a ellos por un contrato.
No recuerdo cuándo fue la última vez que salí de fiesta, sin contar la boda falsa, quizás fue antes de enterarme que mi padre estaba enfermo y moría cada día. Últimamente recuerdo a mis padres más que nunca, incluso sueños con ellos, tal vez es una señal para que debería visitarlos. Lo haré, mañana estaré frente a sus tumbas. Y duele admitirlo de esa manera.
Estoy ansiosa por salir de fiesta con Santiago, nunca lo hemos hecho, y hacer algo diferente de mentir y fingir todo el tiempo me emociona, en especial, compart
Regresamos de la pista de baile, y debo admitir que bailar con Fernanda es casi tan excitante como besarla y hacerle el amor. Su cuerpo en contacto con el mío, mi mano alrededor de su cintura, y sus movimientos de cadera me han hecho perder la cabeza, tanto que si no fuera por Emma que le pidió que la acompañara al baño, hubiera sido yo quien la arrastrara allí y cogido en esos pequeños cubículos.-Disimula mejor. – dice Logan con una sonrisa socarrona.-Créeme, lo intento.La camarera llega con una copa de Vodka Devil's Spring que le pedí hace uno minutos, y es exactamente lo que necesito para transportar el calor que ha dejado Fernanda en mi cuerpo hacía mi garganta.- ¿Quiere que le atraiga algo más? – pregunta la camarera.-No, gracias. – logan le entrega un billete por su atención.La joven chi
Extrañar es una palabra tan corta, vacía, para un sentimiento tan grande como querer algo que no está o no volverá.Es un golpe muy duro, como si dos carros colisionaron por detrás y delante de mi cuerpo, estar parada frente a las lápidas de mis padres. Es tan irreal saber que ellos están justo ahí, al frente, bajo tres metros de tierra. Pero lo es, ellos están allí, y no puedo cambiarlo ni dejar de verlo.Es un día nublado, tan gris como mi animó, y tan frío como tenia las manos después de coger un ramo flores. Crisantemos y claveles, las flores favoritas de mamá, el mismo ramo que papá le llevaba cada aniversario de bodas, el mismo que sonreía al ver y colocaba como centro de mesa. Ahora esos recuerdos, de mi infancia, con ellos felices, se sienten tan lejanos, como si fueran producto de mi imaginación.Me inclino sobr
Cuando despierto y veo a Santiago a mi lado, durmiendo plácidamente con una sonrisa en el rostro, decido que hoy haré algo diferente a trabajar, algo especial para nosotros. Ya sé que no es sano seguir creando momentos únicos con él, como los besos bajo la lluvia, cuando muy pronto me iré, pero tampoco quería irme sin saber todo lo que puede suceder sin haberlo intentado.Discurro en que podía hacer de especial para nosotros, y después de unos minutos pensándolo bien, descarto cualquier paseo, cualquier salida al cine o centro de entretenimiento, y cualquier comida en algún lujoso restaurante cuando yo podía cocinar para él. Así que, me quedaría en casa y cocinaría, aún no sabía qué plato preparar, pero estoy segura de que se me ocurrirá algo delicioso que hará a Santiago chuparse los dedos.Me levanto de la cama
SantiagoNo hubo más notas, al menos no hasta ahora.Reviso uno papeles cuando la puerta de mi oficina se abre sorprendiéndome y haciendo que me levante de golpe, espero encontrar a Mario, ya que él siempre entra sin avisar, pero a quien me encuentro es a logan, que llega agitado y con el rostro pálido. Algo malo ha sucedido, y debe ser muy malo para que mi amigo venga a decírmelo en persona.- ¿Esta todo bien? – pregunto. Logan solo niega y se va al minibar por una copa.Y mientras observo caminar a logan de un lado a otro en mi oficina, en silencio, jalándose los pelos, considero que todo tiene que ver con Fer, y que algo malo le ha pasado.- Fer, ¿ella está bien? – digo con un nudo en la garganta. De tan solo pensar en que alguien le ha hecho daño, y peor con una imagen de Mario en la cabeza, hace que la sangre me hierva.-S&iac
Un fin de semana en cama, viendo películas y haciendo del vago ya de por sí es bueno, pero un fin de semana, con unas copas de alcohol encima y un cuerpo caliente a tu costado, es estar por arriba de los cielos.Siento la mano de Santiago subir y bajar por la piel desnuda de mi espalda, es agradable y a la vez acogedora. Su respiración me eriza los pequeños vellos de mi cuello, y la sensación de estar entre sus brazos es la mejor oleada de emociones que he sentido nunca. Me sentía tan ligera cerca de él, como si solo existiéramos nosotros, en una isla apartada, lejos de Mario, secretos, mentiras y miedos.Mi estado de ensoñación se ve interrumpida por el timbre de un teléfono, es el de Santiago-Déjalo sonar. – dice con una mueca. – Si es algo importante volverán a llamar, o dejarán un mensaje de voz. Además, hoy no trabajo.Le
Santiago Ocho años atrás. Liliana y yo salimos a tomar desayuno afuera, en un cafetín al aire libre, aprovechando del sol y del poco tiempo que pasábamos juntos. Los exámenes nos tenían tan ocupados, que si no fuera porque recordaba que estaba en mi último año de carrera, lo dejaría todo botado por los suelos. Y ahora debía esforzarme más por ese título, cuando el contrato de compraventa, para el terreno donde construiría el bufete de abogados, estaba a una llamada. Pero no tuvimos mucho tiempo para desayunar, no cuando estaba a diez minutos de campus universitario, y a quince minutos de mi examen de economía. Así que le di una última mordida a mi dona bañada con chocolate y me incliné para darle un beso en la mejilla a Liliana -Te quiero, no vemos en la cena. – dije levantándome de la pequeña mesa y recogiendo mi mochila con libros. -Adiós, y suerte. – La besé una vez más y me fui. Caminé al estacionamiento que había una cuadra más abajo, y cuando llegué caí en la cuenta de
Liliana le dice algo a Mario que le hace sonreír, y después, se va. En cambio, Mario espero a que ella desaparezca por la esquina opuesta a la que estaba, y cruza la pista directo a su auto. Y yo... Seguía en esa misma intersección, con la cabeza hecha vueltas, y con la misma resistencia a que mis piernas se muevan. No era un sueño, porque, aunque me pellizcaba el brazo, aún seguía en esa esquina inmóvil. Tampoco era una ilusión, o cualquier cosa producto de mi imaginación, porque la gente pasaba a mi alrededor y me observaban preocupados. Por suerte ninguno se me acercó, y yo no hubiera sabido qué responder cuando me preguntaran si me encontraba bien.No, no me encontraba bien. Me sentía traicionada, ciego y estúpido. Y revivir las imágenes de Liliana y Mario besándose era el equivalente a sentir una puñalada penetrar en el pecho, lento y errático, sin presión o refinamiento. Me pude mover después de lo que pudieron ser horas, pero el sol seguía en alto, así que supuse que solo hab
Es suficiente unos pasos para tenerlo delante, Logan se interpone entre nosotros.-Lo que hay entre ustedes dos es costumbre, monotonía. Y ella también lo cree. – dice con la mirada fría. – Liliana está encerrada contigo, se siente atrapada, que no controla nada de ella. Lo que siente por ti se ha ido desgastando con los años, y con eso tengo esperanzas. Lucharé por ella.Mario se escuchaba obsesivo, incontrolable, y sé por la postura de su cuerpo que hará todo lo que dice. Luchará por ella. E, incluso con todos los sentimientos que tenía revueltos dentro de mí ser, sabía, con total seguridad, que yo también lucharía por ella. La amaba, y no estaba listo para dejarla ir, ni ahora, ni nunca.- ¿Y dónde nos deja eso? – pregunté.-No estoy dispuesto a que te quedes con ella. – Da un paso, pero