Toda la luna de miel viajamos por un jet privado, no me lo había imaginado, pero con la fortuna de Santiago como no hacerlo de esa manera. Paramos en Budapest, Dublín, Lisboa, Estocolmo y finalmente Paris, donde nos quedaríamos por tres días.
Me encantaba la idea de conocer Europa, de caminar por lugares totalmente desconocido, probar platos, olores, visitar arquitecturas y observar obras de arte. Era como un sueño hecho realidad, era perfecto. Claro que mi emoción no era como la de Santiago, él ya había viajado a todos estos países antes, hace muchos años acompañado con amigos.
Aterrizamos como hace media hora y en estos momentos nos dirigíamos al hotel, en el centro de la ciudad. París era mucho más que lo que te mostraban las fotografías, era moda, olor a pan recién horneado en las calles, flores por todos lados y personas sentadas frente a un
Ayer por la mañana, en nuestro segundo día en París, visitamos la catedral gótica de Notre Dame. Fernanda observaba maravillada cada rincón, estructura, pasadizo, cuadro, a todo lo dedicaba una mirada de asombro. Sí, no voy a negar que su antigüedad le daba una belleza merecida, pero yo no dejaba en pesar que en cualquier momento se nos podría venir el techo abajo. Subimos por escaleras estrechas y endebles hasta llegar a un balcón, donde se veía París entera. Le hice camino Fernanda para que tuviera la misma vista que yo, ella posó las manos en las orillas y pudo observar cómo la ciudad cobraba vida. Era hermosa verla de esa manera, sentirla de esa manera, ella era libre y tenía que saberlo.Seguimos el tour por El Arco del Triunfo, y ahí las fotografías no se hicieron esperar. Ella posaba, y por cada clic que le daba a la cámara, su sonrisa era má
Llegamos a Washington. Estamos en el auto de camino a casa, mejor dicho, a la casa de Santiago porque ese lugar nunca sería mi hogar. Y mientras nos movemos por las calles más prestigiosas de estado pienso en que si a Santiago no le molestara que inunde su espacio, que sea una desconocida hurgando, al parecer no, porque esta muy relajado a mi costado leyendo unos papeles del trabajo. Pero tampoco es que él fuera un libro abierto como para saber lo que piensa y siente en cada momento, dos meses conviviendo no eran suficiente como para sacarse esa interrogante de la frente. Unos minutos después el auto se detiene. Observo por la ventana, y me sorprende ver que la casa de Santiago no se parece en nada a la de sus padres, no es que fuera una gran mansión, pero tampoco era ordinaria. Esta ubicada en un gran campo, sin vecinos o alguna otra propiedad, al final de la calle. Tiene un extenso jardín, donde puedo ver que hay rosas, tulipanes y otra v
Después de tanta insistencia y uno que otro enrollo en la cama, accedí que Fernanda trabajara conmigo. No había una razón para mi negatividad, ni siquiera una excusa lo suficientemente buena como para decirle que no, así que no tuve otra opción más que aceptar, además, unas cuantas manos extra en el bufete no nos vendría de nada mal.Llego a la misma hora de siempre a la oficina, saludo a Marta, mi secretaria, y me recuerda nuestra agenda de hoy.-Buenos días Señor Ferreira. – dice mientras me entrega una taza de café.-Buenos días Marta. – Bebo el café de un sorbo y se lo entrego de nuevo. – Hoy vendrá mi esposa a la oficina, ni bien llegue la hace pasar. ¿Tienes el caso que te pedí ayer?Había ordenado un caso especialmente para Fernanda como su rama era problemas familiares, un divorcio
Decido que, si vamos a jugar una nueva partida con un nuevo jugador, y viendo la sonrisa de Mario era de suponer que sería de ese modo, esta vez era yo quien lanzaría el primer movimiento.- Fernanda él es Mario, mi primo. – Lo presento, aunque sin una nota de gracia en mi voz.-Es un gusto conocerte. – Mario le extiende la mano, y Fernanda, desconociendo la brecha de odio que hay entre nosotros, la toma. - Y perdón por no asistir a la boda, les enviare un obsequio. – Termina de decir con una encantadora actuación de buen chico, pero yo lo conocía, y no me tragaba ninguna de sus palabras.-No es necesario, hemos recibido ya muchos regalos. – Y cuando Fernanda habla noto un leve nerviosismo en su voz, cojo su mano para calmarla, pero esta esta fría, le roso la palma con optimismo de calentarla y disipar cualquier tensión que se respira.- ¿Desde c
Llevo más de una semana trabajando con Santiago lo cual es una experiencia agradable y emocionante. Teníamos asaltos en su oficina cada vez que nos quedábamos a solas, incluso, cuando Marta estaba a unos metros. En momentos como eso sabía que Santiago agradecía mi insistencia por trabajar, convencerlo no fue difícil, en especial cuando compartes la cama con él.En tres semanas se abriría el testamento del abuelo de Santiago y toda su familia estaba expectante por saber lo que el difunto Señor Ferreira había dejado para cada uno. Sin embargo, yo no me sentía de ningún modo, sería como un día más mintiendo. Pero había un pequeño miedo latente en mi pecho, Mario. Si Santiago tenía razón sobre que cuando el testamento de su abuelo sea abierto, y se leyera quien es el mayor benefactor, Mario sospecharía de la validad de nuestro matrimoni
- ¿Fernanda? – dice sorprendido con una sonrisa.-Alejandro. – respondo con un susurro.Verlo aquí, en la empresa de Santiago que los recuerdos regresen y que las promesas rotas se hagan presentes, no ayudan a mi ya enredada cabeza.-Que gusto volver a verte. -extiende los brazos, pero se detiene cuando retrocedo unos pasos. – No sabía que también trabajabas aquí ¿eres nueva?Alejandro trabaja en la misma empresa que SantiagoSantiago lo había contratado sin saber quién era él, sin saber lo que significo una vez en mi vida.Y yo estaba metida en mentiras, farsas, una boda por un contrato y una pasión que empezaba a inclinarse al lado equivocado. Si había un nombre para el desastre era imparcial y necesario que llevara el mío.Por más de una semana estuve yendo y viniendo de esta empresa, caminando
Fernanda acababa de desaparecer por el pasillo y mientras la veo irse, pienso en que hay errores que uno comete sin saber que los esta cometiendo, como contratar al exnovio de la mujer con la que tienes un contrato de boda.Buscaba a Fernanda porque se había olvidado su teléfono en mi despacho, y cuando la encuentro, la veo con Alejandro, de quien tenía una buena impresión hasta saber qué papel interpretaba en la vida de ella.Fueron minutos incómodos de conversación, él se veía desconcertado, y ella... Tal vez no había adjetivo correcto para su expresión.No lo voy a negar, quizás frente a Fernanda sí, pero me sentía celoso cada vez que Alejandro la observaba por respuestas. Ellos dos ya no tenían algún vínculo que los unía, él la había dejado, y ahora era yo quien estaba con ella. No obstante, por m&aacut
¿Merecerme un futuro? Tal vez por lo que no hice, por lo que pude hacer, era justo la razón por la que no me merecía nada. Pude evitar que Liliana hiciera tal estupidez que le cobró la vida, pero en ese momento pensé que porque ella lucía una sonrisa todo estaría bien. Que equivocado se está cuando uno no ve detrás de una falsa felicidad.-Tu no lo entiendes. - digo exasperado. – Había algo más, algo que ella nunca me dijo. Porque un día estábamos felices, trazando un futuro, y al otro ella estaba en una fría mesa de la morgue. No tiene sentido, desde que liliana se fue, le perdí el sentido a mucho.La cabeza me dolía, y el cuerpo soportaba el dolor de cabeza. Intento poner una barrera a los recuerdos e imágenes que llegan como bolas de demolición, pero mi intento se queda en sueños, porque llegan y lastiman.<