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Capitulo 4 Un pecado perfecto

El día estaba muy tenso, decidió tomar unos minutos para relajarse, ya Erika había salido del quirófano, estaba realmente molesta.

La próxima paciente era una niña de seis años, con una hernia umbilical, esa cirugía sería muy rápida, quizás, veinte o treinta minutos no más y termina la jornada del día.

Recordó que aún no había comido, ya eran las cinco de la tarde y apenas había probado bocado por la mañana, todos los días eran iguales, se pasaban demasiado rápido las horas dentro de ese lugar tan frío, sin embargo, era su sitio favorito, a pesar de los inconvenientes del día.

Miró al pasillo dónde estaba la niña, se acercó para decirle que era la tía Patty, que venía por ella para llevarla a un lugar mágico, donde soñaría con las princesas de los cuentos de hadas. Debía conseguir calmar su corazón.

_ Allá dentro, -dijo- hay mucha magia, sabemos que te sientes nerviosa, pero no debes temer, juntas viviremos una experiencia fantástica y maravillosa.

Ese era su mundo, ese era el viaje bajo anestesia, el arte de los dioses, soñar por algunos minutos con hadas y princesas, soñar que todo es perfecto.

_ Yo también, me llamo Patricia. -dijo, era una pequeña hermosa, tenía el cabello de color oro y los ojos azules, que le recordaron nuevamente a su hija, sus mejillas rojas y sus labios color rosa pálido, era una muñequita.

_ Que hermoso nombre tienes, somos tocayas entonces, vamos a entrar, eres una niña muy linda, repararemos esa hernia, para que cuando seas grande, puedas usar traje de baño y te veas fantástica, cuando vayas a la playa. - sonrieron juntas.

_ Patricia, despierta, ya estás operada -dijo en voz baja, y sonriendo, la niña abrió sus hermosos ojos azules, no tenía dolor, lo reflejaba su sonrisa.

_ Todo fue muy rápido, quería quedarme en el castillo donde me llevaste.

_ Pero ya terminamos mi princesa, y debes regresar para ver a tu mamá.

La llevó en sus brazos, hasta la sala de recuperación junto a Danny.

_ Estaba en el mundo mágico que me dijiste, había muchos colores, y un unicornio grande de color rosa, le hice una corona con flores pequeñas, quería traerlo para que lo vieras -Dijo la niña con cara angelical.

La anestesia, es un viaje maravilloso, en dónde se le proporciona a cada paciente, la tranquilidad y el confort, para solucionar su problema de salud, en el caso de los niños, ellos no entienden muchas veces lo que sucederá, sienten temor y miedo, pero para eso estaba allí, para calmar sus miedos, sus angustias, llevarlos a un sueño profundo, dónde se encontrarían con hadas y princesas, unicornios y arcoíris, un mundo de paz y armonía. Ojalá pudiésemos quedarnos en ese mundo.

Justo antes de cerrar su armario dónde guardaba las herramientas de trabajo, llamaron a la puerta, estaba cambiando sus zapatos, los pies, los sentía cansados de estar todo el día parada, era Claudia, la camarera del quirófano.

_ Tía Patty, hay un señor alto que te espera, dice que es el papá de uno de tus pacientes. También Alejandro está afuera, dice que te apures, que te va a dejar si no lo haces. -Escuchó sin mirar a la mujer que le hablaba, terminó de cerrar su armario, ella estaba ausente, pensaba en su amiga Erika.

_ Gracias, ya salgo -dijo agradecida por la información.

Alejandro Nash, era su amigo, que era amiga, un hombre con una apariencia de modelo de revistas, pulcro de arriba hasta abajo, con sus músculos delineados fuertemente, cuidaba de cada parte de su cuerpo, igual o mejor que ella, estudiante del último año de cirugía plástica, la esperaba al terminar el día para llevarla a casa, aunque el hospital quedaba a escasas cuatro cuadras del apartamento, él insistía todos los días en llevarla en su carro, total, vivían en el mismo edificio, aprovechaban así para hablar y reírse de los eventos del día, le contaba de algún nuevo romance, o si había tenido alguna pelea con alguno de sus novios, era menos de diez minutos el trayecto, pero lo aprovechaban para relajarse y reír. Algunos días, antes de llegar, se invitaban ambos a tomar un trago, sobre todo, si al siguiente día no tenían actividad en el hospital, la vida del médico muchas veces es triste y aburrida, pero con Ale en su vida, todos los días eran diferentes.

_ Eres patética, ¿Lo sabías? -Le dijo, al verla cruzar la puerta.

_ Lo sé, pero no me lo repitas.

_ Aún traes el gorro de quirófano -sonrió- ¿Cómo te atreves a ocultar lo mejor que tienes? -Dijo en voz alta, mientras el hombre que la esperaba escuchaba, tal vez lo hizo a propósito, el hombre era guapísimo, él ya lo había examinado de arriba abajo.

Inmediatamente, se quitó el gorro, dejando suelto su cabello rojizo, largo y ondulado, que llegaba a su cintura diminuta, solo sonrió, sacudió el cabello para asentar con la cabeza que tenía razón.

_ ¿Así está mejor?

Lo tomó de la mano.

_ Apúrate hermosa, tenemos que hablar.- Dijo.

_ Buenas noches, Doctora Bruzual, ¿Cómo estás? - dijo con una gran sonrisa el hombre atractivo, mirando su mano entrelazada con la de Alejandro.

¿No entendía por qué aún estaba allí?

_ Buenas noches ¿Señor? -dijo como si no supiera su nombre, era de suponer, que su apellido sería el mismo del paciente.

_ Mendoza… Julio Mendoza, encantado nuevamente de verla.

Ahora estaba sin la ropa de quirófano, él pudo ver su estilizada figura, estiró su mano para estrechar la de ella.

Patricia soltó la mano de Alejandro y tomó la de él, realmente era muy guapo ese hombre.

_ Mucho gusto, ¿Le sucede algo a Josué? ¿Se siente bien? - le intrigaba su presencia.

_ No, gracias a Dios está muy bien y... A usted, solo quería saber, si puedes pasar por la habitación, antes de retirarte. - dijo algo nervioso, como tratando de buscar las palabras correctas para no quedar en evidencia su interés por la joven anestesióloga.

_ Josué, quiere ver a la Doctora que lo durmió, dice que es ¡La mujer de sus sueños! - sonrió con picardía – no lo culpo, yo diría lo mismo.

Alejandro estaba muy callado, observando a estos dos, estaba seguro de que escuchó las campanas de la iglesia, pronto habría boda, si se siguen mirando así – pensó.

_ Entiendo que está usted apurada, cansada, además, no quiero que su novio se moleste, tiene tiempo esperando.

Quizá iba a decir algo más, Patricia solo sonrió y le dijo a Alejandro.

_ ¿Realmente estás apurado mi amor? - le guiño el ojo, como señal de complicidad -Voy a ir a visitar a un paciente, solo serán diez minutos, ¿Puedes esperar?

Sabiendo lo audaz que era con las señas, Alejandro la miró y dijo.

_ Ve querida, yo espero, no tardes mucho, tengo una sorpresa de cumpleaños para ti - se sentó en la salida de la sala de espera a revisar su celular.

Había mencionado su cumpleaños, seguro con la intensión de que aquel hombre lo escuchara.

Ella abrió la puerta, caminó por el largo pasillo casi oscuro, que conducía al ascensor, marcó el botón sin pronunciar una palabra, sabía que el pequeño estaría en el cuarto piso, pero desconocía la habitación, así que dejo ser guiada por su padre, al salir del ascensor.

_ Entonces, ¿Está usted de cumpleaños?

_ Así es, un día muy largo, con mucho trabajo y problemas.

_ Seguro la espera en casa, alguna sorpresa.

_ No lo creo, pienso celebrar el día de mañana con algunos amigos.

Ya estaban frente a la habitación, el padre apuesto abrió gentilmente la puerta para que ella pasara, tratando de no hacer ruido.

_ Buenas noches, Josué - dijo al entrar en la habitación.

La luz de la habitación estaba apagada, sólo la alumbraba una pequeña lámpara sobre la mesa.

_ Está dormido - escuchó la voz de una mujer al fondo de la habitación, era una chica joven y hermosa, sus cabellos estaban cortados irregularmente sobre sus hombros, tenían un tono azul, con rosa en las puntas, parecía extranjera, su acento era diferente.

_ ¿Así, que eres la famosa Tía Patty? Josué no paró de hablar de lo hermosa que eras, casi me pongo celosa, pero veo que tiene razón, dijo que mientras lo operaban, soñó contigo, que eras su princesa, que vivían en un castillo. ¿Creo que tenía algo más esa mezcla que usaste para anestesiarlo? - continuo- se durmió, estaba tranquilo y sin dolor. Gracias por todo.

¡Aquí estaba la mamá despreocupada!

Se acercó y extendió su mano.

_ Mucho gusto, soy Julia, la tía preferida de Josué, y de estos dos terremotos que ya se quedaron dormidas, ¡Gracias a Dios!

¡Ok! Es su tía… ¿Y la madre?

Miró al diván, estaban dos niñas idénticas, abrazadas y dormidas al igual que su paciente.

_ El día no fue fácil para mi hermano, no pude llegar a tiempo, y debió lidiar con las gemelas y con Josué, pero ya estoy aquí para ocuparme de mis niños.

_ Qué bueno - dijo sin saber que decir, entendió entonces, por qué el padre del niño, no acudió a sus llamados, estaba atendiendo dos problemas a la vez, ¿Por qué estaría solo? ¿Y dónde estaba, la madre de sus hijos?

_ Bueno, me hubiese gustado hablar con él, pero debe descansar, ustedes también lo deberían hacer, debo advertirles, que no está permitido la permanencia de más de un familiar en las habitaciones, ya es tarde, y deben decidir quién se quedará acompañado al paciente. - Los miró a ambos, y agrego. - Las enfermeras de la noche son irritantes. -Y sonrió.

_ Si, ya decidimos, me iré yo y mi hermosa hermana se quedará con Josué. Me llevaré a las niñas. Ayúdame Jull, para ir bajando con las gemelas, no quiero que se despierten. - Tomó en sus brazos a una, mientras su hermana tomó a la otra niña. Deberían tener menos de 6 años, eran hermosas.

_ Si me lo permites, para que no dejes a Josué solo, yo puedo ayudarlo a llevarla hasta su carro. - Dijo y extendió sus brazos, ella gustosamente le entrego a la niña dormida.

_ Mejor, así puedo ocuparme de algunas llamadas que no he podido contestar. Que linda eres, gracias.

Y así salieron, con las dos niñas en brazos rumbo al estacionamiento de visitantes.

_Dios Alejandro me matará. –fijo en voz baja - Miró, para ver si él aún esperaba por ella, pero no, ya se había retirado- perfecto ahora debo caminar.

Colocó a la niña en el asiento de seguridad, el padre hizo lo mismo con la otra niña, acomodó sus cabezas bañadas de rizos de oro y las aseguro bien.

_ Doctora, gracias, creo que su novio no cumplió su promesa de esperarla, le he ocasionado un problema, ¿Puedo llevarla para arreglar mi daño?¿Si no es problema?¿Digo, si no le importa? Estoy muy agradecido con usted por su ayuda, me gustaría compensar, de alguna forma, quiero decir, estoy apenado, considero que fué mi culpa, ¿Si no es un abuso claro?

A Patricia, le causó risa, la manera como había logrado poner incómodo a este hombre guapo, se sentía realmente nervioso, tanto que no lograba entender lo que quería decirle.

_ Respire, tranquilo, vivo muy cerca de aquí, puedo ir caminando sin ningún problema, no se preocupe Señor Mendoza - Dijo, rápidamente para salir del problema, también comenzaba a sentirse extrañamente nerviosa, había algo en él que le atraía, aunque no quería caminar esa noche, estaba realmente cansada.

_ Pero debes estar cansada, todo el día trabajando sin parar, puedo llevarte. - Dijo mirando fijamente sus ojos azules, ella sintió un frío helado en las piernas que subía lentamente.

Uff, quien se resistiría a esos ojos marrones de este hombre tan guapo.

Es un pecado ser tan perfecto – pensó.

_ Está bien acepto. - subió al auto en silencio, sin sospechar que no sería la última vez que lo haría.

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