Su salvavida

Al día siguiente, Isabella se despertó con una mezcla de nervios y ansiedad. Había decidido volver a la universidad para recoger algunos trabajos que había dejado atrás. “No puedo seguir evitando mis responsabilidades,” pensó, mientras se vestía. Se miró en el espejo y, aunque su reflejo mostraba signos de cansancio, se esforzó por sonreír. “Hoy es un nuevo día,” se dijo a sí misma.

Cuando llegó al campus, el bullicio de los estudiantes la envolvió. La familiaridad del lugar le trajo un leve consuelo. “Sofía me guardó unos apuntes,” recordó, dirigiéndose a la biblioteca. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no todo sería tan fácil.

Mientras caminaba por el pasillo, notó a un grupo de chicos en el segundo piso. Uno de ellos, un chico de cabello oscuro y mirada intensa, la observaba con

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