El sonido de los pasos de Isabella resonaba en el pasillo de la universidad mientras sostenía sus libros contra el pecho. Su vida estaba marcada por un constante ir y venir entre la universidad, su trabajo como diseñadora y las exigencias de su familia. A pesar de su corta edad, apenas 18 años, llevaba una carga que parecía mucho mayor. Había dicho sobre estar casada para mantener a Daniel Mendoza lejos, pero sabía que él no le creía. “¿Cómo podría creerlo?”, pensaba. Era joven, y aunque su nombre comenzaba a resonar como una diseñadora prometedora, su vida personal era un caos.Daniel, por su parte, no era fácil de disuadir. Aunque Isabella había sido clara sobre mantener una relación estrictamente profesional, él no podía evitar sentirse intrigado por ella. Había algo en su mirada, en su forma de hablar, que lo hacía dudar de todo lo que decía. “¿Casada? No lo creo,” pensaba Daniel. “Es demasiado joven. Algo oculta.”Ese día, Isabella recibió una llamada de su padre. Al escuchar su
La mañana era fría, y el cielo gris parecía reflejar el ánimo de Isabella mientras caminaba hacia la entrada principal del edificio que albergaba la empresa de Diego. Su corazón latía con fuerza, no solo por la incomodidad de tener que enfrentar a su antiguo amante, sino también por la vergüenza que sentía al estar allí por Clara. Su hermana mayor, con su actitud arrogante y egocéntrica, era lo opuesto a lo que Isabella quería representar. “¿Cómo es posible que compartamos la misma sangre?”, pensó mientras esperaba en el lobby.Clara llegó tarde, como siempre, pero no parecía importarle. Caminó hacia Isabella con un aire de superioridad que hizo que todos los ojos en el lobby se posaran en ella. Su cabello perfectamente arreglado, su maquillaje impecable y su atuendo llamativo gritaban que quería ser el centro de atención. Clara caminaba como si ya fuera la dueña del edificio, como si Diego le perteneciera, como si todo el mundo estuviera allí para rendirle pleitesía.
Clara había esperado este momento con ansias. Desde que llegó a la empresa, su único objetivo había sido conquistar a Diego. Sabía que no era la única mujer interesada en él; Diego, era un hombre que no pasaba desapercibido. Su porte majestuoso, su físico imponente y su aire de autoridad lo convertían en el centro de atención dondequiera que iba. Pero Clara estaba decidida a destacarse entre las demás. “Diego será mío,” pensaba con una sonrisa maliciosa. “No importa cuántas mujeres estén tras él, yo seré la que gane.”Isabella, por su parte, hacía todo lo posible por mantenerse alejada de la empresa. Enviaba su trabajo a través de terceros y evitaba cualquier contacto directo con Diego. No quería enfrentarlo, no quería revivir los recuerdos dolorosos que él evocaba. Pero su ausencia solo le daba a Clara más espacio para avanzar en su plan. Sin Isabella en el panorama, Clara sentía que el camino estaba despejado para convertirse en la mujer más importante en la vida de Diego.<
Aunque las palabras de Diego fueron un golpe para Clara, no la hicieron retroceder. Al contrario, su determinación se fortaleció. “Si quiere jugar duro, entonces jugaré más fuerte,” pensó. “Diego será mío, cueste lo que cueste.”Pero lo que Clara no sabía era que sus acciones habían desatado una tormenta en la empresa. Las mujeres que admiraban a Diego estaban decididas a protegerlo de ella, y Valeria lideraría la carga para poner a Clara en su lugar.Clara caminaba por los pasillos de la empresa con la cabeza en alto, como si ya fuera la reina indiscutible del lugar. Desde el incidente en el que Diego la había sostenido frente a todos, Clara había comenzado a construir una red de rumores que la colocaban en el centro de atención. No solo quería que las demás mujeres de la empresa la vieran como una amenaza, sino también que creyeran que ya tenía el favor de Diego. “Si piensan que Diego me admira, será más fácil tomar el control,” pensaba con una sonrisa maliciosa.
Esa tarde, Clara confrontó a Valeria en el pasillo. “Sé que fuiste tú,” dijo, con los ojos llenos de ira. “Saboteaste mi proyecto.”Valeria la miró con una expresión de inocencia fingida. “¿De qué estás hablando, Clara? Si tu proyecto fue un desastre, tal vez deberías asumir la responsabilidad en lugar de culpar a los demás.”“No te hagas la tonta,” respondió Clara, dando un paso hacia ella. “Sé que tú y tus amiguitas están en mi contra. Pero te advierto, Valeria, no me subestimes. No tienes idea de lo que soy capaz de hacer.”Valeria sonrió, sin mostrar ni un rastro de miedo. “Oh, Clara, creo que eres tú quien no debería subestimar a las personas que trabajan aquí. No eres tan lista como crees.”El enfrentamiento atrajo la atención de varios empleados, que se detuvieron para observar. Clara, consciente de que todos la estaban mirando, decidió cambiar de táctica. “Solo quiero que sepas que no me rendiré,” dijo, con un tono más calmado pero lleno de determ
Cuando Clara regresó a su escritorio, su mente estaba llena de pensamientos. La reprimenda de Diego había sido un golpe duro para su ego, pero también le había dado una nueva perspectiva. “Si quiero que Diego me vea como alguien especial, tengo que hacer algo más grande, algo que lo obligue a fijarse en mí.”Fue entonces cuando recordó algo que había notado esa misma mañana. Mientras caminaba hacia su escritorio, había pasado por un pasillo donde una lámpara colgante parecía estar ligeramente suelta. Uno de los tornillos que la sostenían estaba a punto de salirse, y la lámpara se balanceaba de manera peligrosa cada vez que alguien pasaba cerca.Clara sonrió para sí misma. “Esto podría ser mi oportunidad,” pensó. “Si hago que la lámpara caiga en el momento adecuado, puedo convertirme en la heroína de la situación. O mejor aún, puedo recibir el golpe por Diego y hacer que él me vea como alguien valiente y desinteresada.”El plan era arriesgado, pero Clara estaba d
El timbre sonó, marcando el final de la clase de matemáticas. Los estudiantes comenzaron a levantarse de sus asientos, llenando el aula con risas y murmullos. Sin embargo, Isabella Montoya, conocida como Bella, permaneció sentada, con la mirada perdida en su escritorio. Su mente estaba ocupada en pensamientos oscuros y pesados que no la dejaban en paz.La noche anterior, su padre había regresado de la oficina con una noticia que la había dejado en estado de shock. “La familia Korsakov tiene un trato con nosotros”, había dicho, su voz grave resonando en la sala. “Una de nuestras hijas debe casarse con un miembro de su familia. Clara es la mayor, así que es su responsabilidad”.Las palabras de su padre seguían repitiéndose en su mente, como un eco que no podía silenciar. Clara, su hermana mayor, había reaccionado de inmediato, rompiendo en llanto. “¡No puedo casarme con él! ¡Es un discapacitado! ¡Es feo y un inútil!” Había gritado, su voz llena de desesperación.Bella había estado en su
Clara se encontraba en su habitación, la puerta cerrada a sus espaldas, y su corazón latía con fuerza. Había escuchado la conversación entre sus padres y Bella, y la idea de casarse con un hombre discapacitado la aterraba. ¿Cómo podía su familia pensar que eso era aceptable? El estigma social que rodeaba a los discapacitados era abrumador, y Clara no podía imaginarse viviendo con un hombre al que la sociedad consideraba un “inútil”.La presión era insoportable. Sus padres no parecían dispuestos a tomar una decisión que la favoreciera, y Clara sabía que debía actuar rápido si quería librarse de este destino. Siempre había sido la favorita de sus padres; el orgullo de su madre, la esperanza de su padre. Pero esa preferencia no parecía suficiente para salvarla de un futuro que no deseaba.Con determinación, Clara se dirigió al baño. Abrió el gabinete y tomó medio frasco de pastillas, sintiendo cómo el miedo y la desesperación se apoderaban de ella. Si no podía escapar de esta situación,