Al día siguiente, Khalid cumplió su promesa. Pasó a buscar a Isabela por el palacio temprano en la mañana, y juntos se dirigieron a la sede de su empresa en el centro de la ciudad. El edificio era imponente, una estructura moderna de cristal y acero que reflejaba el cielo azul. Desde el primer momento, Isabela se sintió impresionada por la magnitud del lugar.

Cuando entraron, el personal los recibió con respeto y profesionalismo. Aunque era evidente que muchos de ellos ya conocían a Khalid, no podían evitar lanzar miradas curiosas hacia Isabela. Algunos susurraban entre ellos, preguntándose quién era la mujer que había llegado acompañando al jefe.

Khalid, consciente de las miradas, decidió presentarla de inmediato. “Quiero que todos conozcan a Isabela,” dijo, con un tono firme pero amable. “Ella se encargará del diseño interior para nuestro próximo evento. Confío plenamente en su capacidad, así que espero que le den todo el apoyo que necesite.”

El equipo respondió con asentimientos y