Ella lo miró, sus ojos llenos de angustia. “¿Por qué no puedo recordarlo todo? ¿Por qué solo siento este dolor? ¡Es como si algo dentro de mí estuviera roto!”En ese momento, la puerta se abrió bruscamente, y Diego entró en la habitación. Su rostro estaba marcado por la culpa y la preocupación, pero también por una determinación que Khalid reconoció de inmediato. Diego había venido a buscar respuestas, pero su presencia solo parecía intensificar el caos emocional de Isabela.“¿Qué haces aquí?” preguntó Khalid, levantándose de inmediato. Su voz era baja, pero había una amenaza implícita en su tono.Diego levantó las manos en un gesto de rendición, pero su mirada estaba fija en Isabela. “Solo quiero saber cómo está. No puedo quedarme sin hacer nada mientras ella sufre.”Isabela, al escuchar su voz, giró la cabeza hacia él. Pero su mirada no era de alivio ni de reconocimiento; era de confusión y miedo. “¿Por qué estás aquí? ¿Qué quieres de mí?”Diego dio un paso hacia ella, pero Khalid s
En su mente, Isabela estaba atrapada en un lugar oscuro. No había luz, no había salida. Sus manos temblaban mientras intentaba orientarse en la penumbra, pero todo lo que tocaba era frío y áspero. Sentía el suelo bajo sus pies, duro y helado, y un eco distante resonaba con cada paso que daba.“¿Dónde estoy?” murmuró, su voz temblorosa. Pero no hubo respuesta.De repente, sintió algo en su mano: un objeto frío y ligeramente cortante. Miró hacia abajo y vio que sostenía un tazón roto. La cerámica tenía bordes afilados, y al apretarlo, un pequeño hilo de sangre comenzó a correr por su palma. No entendía por qué lo tenía ni qué significaba, pero lo sostuvo con fuerza, como si fuera lo único que la conectara con la realidad.Caminó hacia adelante, tropezando en la oscuridad. A lo lejos, vio una puerta. Su corazón se aceleró al verla, como si representara la esperanza de escapar de aquel lugar. Corrió hacia ella, pero cuando llegó, la puerta estaba cerrada. Golpeó con fuerza, sus puños reso
La noche había caído hacía horas, y el aire pesado parecía reflejar la tensión que se avecinaba. Khalid estaba de pie junto a la ventana, observando la oscuridad exterior con el ceño fruncido. Su mandíbula estaba apretada, y sus manos se cerraban en puños a los costados. Había enviado a buscar a Diego, y ahora esperaba. No porque quisiera hablar con él, sino porque sabía que debía hacerlo.Desde que Isabela había despertado gritando, clamando por un bebé perdido, Khalid no había podido encontrar paz. Había algo en esas palabras, en el dolor desgarrador de su voz, que lo había marcado profundamente. Y aunque odiaba admitirlo, sabía que Diego tenía respuestas. Respuestas que él necesitaba, no solo para entender lo que Isabela estaba enfrentando, sino para protegerla.La puerta del despacho se abrió, y Diego entró. Su figura alta y erguida irradiaba confianza, pero había algo en su mirada que revelaba un cansancio interno, una lucha constante que lo seguía como una sombra. Sus ojos se en
Khalid se quedó en silencio por un momento, dejando que las palabras de Diego se asentaran. Finalmente, habló, su voz baja pero cargada de intensidad. “¿Y ahora qué? ¿Esperas que simplemente te la entregue? ¿Después de todo lo que ha pasado?”Diego lo miró fijamente, sus ojos llenos de determinación. “Isabela me pertenece. Ella es mi esposa, y haré lo que sea necesario para recuperarla.”Khalid dio un paso hacia él, su mirada tan afilada como una daga. “Isabela no pertenece a nadie. Es una mujer, no un objeto. Y mientras esté bajo mi cuidado, no voy a permitir que nadie, ni siquiera tú, le haga daño.”“¿Y qué pasa contigo?” replicó Diego, con una sonrisa amarga. “¿Acaso no la ves como tuya también? ¿No estás haciendo lo mismo que yo?”Khalid lo miró fijamente, su mandíbula apretándose. “La diferencia es que yo estoy dispuesto a dejarla ir si eso es lo que ella quiere. Mi único objetivo es protegerla, incluso de sí misma si es necesario.”Los dos hombres se miraron fijamente, la tensió
Finalmente, el río la llevó al día del accidente. Recordó cómo había huido, tratando de escapar de todo. Recordó el momento en que vio al pequeño Rami, atrapado en medio del tráfico, y cómo corrió hacia él sin pensar en su propia seguridad. Recordó el impacto, el dolor, y luego… la oscuridad.Fue entonces cuando despertó.Isabela abrió los ojos de golpe, con el corazón latiendo desbocado. Su respiración era rápida, casi hiperventilando, y su cuerpo temblaba como si acabara de salir de una pesadilla. Pero esto no era una pesadilla. Era real. Todo lo que había visto, todo lo que había sentido, era real. Los recuerdos estaban de vuelta, y con ellos, el dolor, la culpa, el arrepentimiento.Lágrimas comenzaron a correr por su rostro, primero lentamente, luego en un torrente incontrolable. Se llevó las manos a la cara, tratando de contener los sollozos, pero era imposible. Era como si todo el peso de los años perdidos, de las heridas no sanadas, la estuviera aplastando.“Isabela,” escuchó u
Khalid frunció ligeramente el ceño. Sabía que no era verdad. Podía ver el dolor en su rostro, la forma en que sus labios temblaban ligeramente, como si estuviera conteniendo las lágrimas. Pero no la presionó. Se limitó a asentir y se sentó junto a ella, dejando un espacio prudente entre ambos."Me alegra escuchar eso "dijo Khalid, aunque su tono traicionaba su preocupación. Luego, tras una breve pausa, agregó: "¿Recuerdas todo?"Isabela asintió lentamente, su mirada volviendo a perderse en el horizonte. Sus dedos jugueteaban nerviosamente con el borde de su vestido, un gesto que delataba su inquietud."Sí "dijo finalmente, su voz apenas un susurro". Lo recuerdo todo, Khalid. Todo.Khalid no dijo nada al principio. Simplemente la observó, esperando que continuara. Sabía que Isabela necesitaba decirlo, que necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro. Y él estaba dispuesto a escuchar, aunque cada palabra que ella dijera pudiera romperle el corazón.Isabela tomó aire, como si estuviera re
El aire en la mansión de Khalid estaba cargado de tensión, como si el tiempo mismo se hubiera detenido en el instante en que Diego cruzó la puerta. Khalid lo esperaba en el vestíbulo, su rostro serio y su postura rígida. Había advertido a Diego más de una vez que no alterara a Isabela, que fuera cuidadoso con sus palabras, pero sabía que cualquier cosa que Diego dijera tendría un impacto devastador. Lo veía en los ojos de Diego: una mezcla de arrepentimiento, desesperación y un orgullo que luchaba por no doblegarse. Era un hombre que había cometido errores, pero también alguien que no estaba dispuesto a rendirse."Recuerda lo que te dije, Diego "le advirtió Khalid, su voz baja pero firme, casi como un gruñido". Si la alteras, si le haces daño, juro que no me contendré. Ella merece la verdad, pero también merece paz. No lo olvides."Diego asintió, pero no dijo nada. No había palabras que pudieran justificar lo que estaba a punto de hacer, ni excusas que aliviaran el peso de sus propios
Mientras se alejaba, una lágrima solitaria rodó por su mejilla. Había perdido a Isabela, y sabía que tal vez nunca podría recuperarla. Pero más que nada, sabía que la había perdido por su propia culpa. Y ese era un peso que tendría que cargar por el resto de su vida.El silencio en la mansión de Khalid era abrumador, roto solo por el sonido de los pasos apresurados de la nana que corría a buscar agua y paños fríos. Khalid sostenía a Isabela entre sus brazos, su rostro pálido como el mármol mientras trataba de mantener la calma, aunque por dentro sentía que su mundo se desmoronaba. La había visto desmayarse antes, pero esta vez era diferente. Su cuerpo temblaba ligeramente, y de pronto, un hilo de sangre comenzó a salir de la comisura de sus labios."¡Isabela! "exclamó Khalid, su voz cargada de pánico mientras intentaba limpiarle la sangre con la manga de su camisa.Samira, la madre de Khalid, estaba de pie a unos metros, con una mano sobre su pecho como si tratara de calmar el dolor q