Khalid se quedó en silencio por un momento, dejando que las palabras de Diego se asentaran. Finalmente, habló, su voz baja pero cargada de intensidad. “¿Y ahora qué? ¿Esperas que simplemente te la entregue? ¿Después de todo lo que ha pasado?”Diego lo miró fijamente, sus ojos llenos de determinación. “Isabela me pertenece. Ella es mi esposa, y haré lo que sea necesario para recuperarla.”Khalid dio un paso hacia él, su mirada tan afilada como una daga. “Isabela no pertenece a nadie. Es una mujer, no un objeto. Y mientras esté bajo mi cuidado, no voy a permitir que nadie, ni siquiera tú, le haga daño.”“¿Y qué pasa contigo?” replicó Diego, con una sonrisa amarga. “¿Acaso no la ves como tuya también? ¿No estás haciendo lo mismo que yo?”Khalid lo miró fijamente, su mandíbula apretándose. “La diferencia es que yo estoy dispuesto a dejarla ir si eso es lo que ella quiere. Mi único objetivo es protegerla, incluso de sí misma si es necesario.”Los dos hombres se miraron fijamente, la tensió
Finalmente, el río la llevó al día del accidente. Recordó cómo había huido, tratando de escapar de todo. Recordó el momento en que vio al pequeño Rami, atrapado en medio del tráfico, y cómo corrió hacia él sin pensar en su propia seguridad. Recordó el impacto, el dolor, y luego… la oscuridad.Fue entonces cuando despertó.Isabela abrió los ojos de golpe, con el corazón latiendo desbocado. Su respiración era rápida, casi hiperventilando, y su cuerpo temblaba como si acabara de salir de una pesadilla. Pero esto no era una pesadilla. Era real. Todo lo que había visto, todo lo que había sentido, era real. Los recuerdos estaban de vuelta, y con ellos, el dolor, la culpa, el arrepentimiento.Lágrimas comenzaron a correr por su rostro, primero lentamente, luego en un torrente incontrolable. Se llevó las manos a la cara, tratando de contener los sollozos, pero era imposible. Era como si todo el peso de los años perdidos, de las heridas no sanadas, la estuviera aplastando.“Isabela,” escuchó u
Khalid frunció ligeramente el ceño. Sabía que no era verdad. Podía ver el dolor en su rostro, la forma en que sus labios temblaban ligeramente, como si estuviera conteniendo las lágrimas. Pero no la presionó. Se limitó a asentir y se sentó junto a ella, dejando un espacio prudente entre ambos."Me alegra escuchar eso "dijo Khalid, aunque su tono traicionaba su preocupación. Luego, tras una breve pausa, agregó: "¿Recuerdas todo?"Isabela asintió lentamente, su mirada volviendo a perderse en el horizonte. Sus dedos jugueteaban nerviosamente con el borde de su vestido, un gesto que delataba su inquietud."Sí "dijo finalmente, su voz apenas un susurro". Lo recuerdo todo, Khalid. Todo.Khalid no dijo nada al principio. Simplemente la observó, esperando que continuara. Sabía que Isabela necesitaba decirlo, que necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro. Y él estaba dispuesto a escuchar, aunque cada palabra que ella dijera pudiera romperle el corazón.Isabela tomó aire, como si estuviera re
El aire en la mansión de Khalid estaba cargado de tensión, como si el tiempo mismo se hubiera detenido en el instante en que Diego cruzó la puerta. Khalid lo esperaba en el vestíbulo, su rostro serio y su postura rígida. Había advertido a Diego más de una vez que no alterara a Isabela, que fuera cuidadoso con sus palabras, pero sabía que cualquier cosa que Diego dijera tendría un impacto devastador. Lo veía en los ojos de Diego: una mezcla de arrepentimiento, desesperación y un orgullo que luchaba por no doblegarse. Era un hombre que había cometido errores, pero también alguien que no estaba dispuesto a rendirse."Recuerda lo que te dije, Diego "le advirtió Khalid, su voz baja pero firme, casi como un gruñido". Si la alteras, si le haces daño, juro que no me contendré. Ella merece la verdad, pero también merece paz. No lo olvides."Diego asintió, pero no dijo nada. No había palabras que pudieran justificar lo que estaba a punto de hacer, ni excusas que aliviaran el peso de sus propios
Mientras se alejaba, una lágrima solitaria rodó por su mejilla. Había perdido a Isabela, y sabía que tal vez nunca podría recuperarla. Pero más que nada, sabía que la había perdido por su propia culpa. Y ese era un peso que tendría que cargar por el resto de su vida.El silencio en la mansión de Khalid era abrumador, roto solo por el sonido de los pasos apresurados de la nana que corría a buscar agua y paños fríos. Khalid sostenía a Isabela entre sus brazos, su rostro pálido como el mármol mientras trataba de mantener la calma, aunque por dentro sentía que su mundo se desmoronaba. La había visto desmayarse antes, pero esta vez era diferente. Su cuerpo temblaba ligeramente, y de pronto, un hilo de sangre comenzó a salir de la comisura de sus labios."¡Isabela! "exclamó Khalid, su voz cargada de pánico mientras intentaba limpiarle la sangre con la manga de su camisa.Samira, la madre de Khalid, estaba de pie a unos metros, con una mano sobre su pecho como si tratara de calmar el dolor q
Cuando finalmente se calmó, Isabela se apartó ligeramente, aunque sus manos seguían aferrándose a la camisa de Khalid, como si temiera que pudiera desaparecer. Sus ojos estaban hinchados por las lágrimas, y su voz era apenas un susurro cuando habló."Lo odio, Khalid. Lo odio tanto. A Diego, a mi familia, a todos los que me hicieron esto. Pero también… me odio a mí misma. Me odio por haber sido tan débil, por no haber luchado más.Khalid negó con la cabeza, su mirada llena de ternura y compasión."No tienes nada que odiar de ti misma, Isabela. No fuiste débil. Hiciste lo mejor que pudiste en una situación imposible. Y sigues aquí. Eso dice mucho más de ti de lo que crees.Isabela lo miró, y por un momento, pareció que quería creerle. Pero luego bajó la mirada, sus dedos jugando nerviosamente con la tela de su vestido."Perdí a mi hijo, Khalid "dijo, su voz quebrándose de nuevo". Mi bebé… nunca lo conoceré, nunca lo sostendré en mis brazos. Todo por culpa de ellos. Por culpa de Diego, d
Diego caminaba de un lado a otro en el pasillo, con las manos en los bolsillos y la cabeza baja. Había pasado toda la noche sin dormir, atormentado por las palabras de Isabela, por el dolor en sus ojos, por la sangre que había visto salir de sus labios. Cada imagen, cada recuerdo, era como una daga que se clavaba más profundamente en su corazón."¿Cómo llegamos a esto?", pensó, deteniéndose frente a una ventana. "¿Cómo permití que las cosas llegaran tan lejos? Todo lo que quería era protegerla. Pero en lugar de eso, la destruí."Diego apoyó una mano contra el marco de la ventana, mirando hacia el jardín. Recordaba el día en que decidió contratar a un suplente para casarse con Isabela, cómo había pensado que estaba haciendo lo correcto al mantenerse alejado de ella. Pero ahora, sabía que había sido un cobarde. Había tomado la decisión más fácil, sin pensar en las consecuencias."Fui un idiota", pensó, cerrando los ojos con fuerza. "Un maldito cobarde. Y ahora, ella me odia. Y tiene raz
Cuando Samira terminó de leer, dejó caer la carta sobre la mesa y llevó una mano a su pecho. El dolor que sentía era inesperado, profundo. Había aprendido a querer a Isabela, a verla como una hija, y ahora esa hija se había marchado sin decir adiós.—¿Qué sucede, madre? —preguntó Khalid, entrando en el pasillo. Al ver la expresión en el rostro de Samira y la carta en su mano, supo de inmediato que algo estaba mal.Samira no pudo responder. Simplemente le entregó la carta, y Khalid la tomó con manos temblorosas. Mientras leía, su rostro pasó de la confusión al dolor, y luego a una mezcla de ira y desesperación.—Se fue… —murmuró, como si las palabras no tuvieran sentido—. ¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijo?Samira puso una mano en su hombro, intentando consolarlo, pero Khalid se apartó. Necesitaba espacio, necesitaba procesar lo que acababa de leer. Se dirigió al jardín, el lugar donde tantas veces había hablado con Isabela, donde había intentado consolarla, protegerla. Pero ahora, ese l