AmeliaEl resto del día solo había una cosa en mi cabeza y era el maldito beso, lo intenté con todas mis fuerzas pero caí en sus garras. Después de pensarlo y de cansarme de estar enojada conmigo misma por mi estupidez, me prometí no dejarme volver a caer en su trampa, no es un lujo que me pueda permitir darme.Luego de evitarlo por todos los medios, llegó la hora de marcharme a casa. Al llegar volví a caer en cuenta del problema que tenía encima. Tendría que hablar con mi padre respecto a lo ocurrido y por como lo dejé en la mañana, sé que no ha de estar para nada contento. Llego y voy directo al despacho, sé que ha esta hora ahí es donde se encontraría.Abro la puerta despacio y veo la imagen de mi padre de pie en la esquina de la ventana, apoyado de lado, como siempre. Eso me da nostalgia ya que siempre estaba así para dejarle espacio a mi madre para que se recostara contra él y de esa manera, abrazados, ver la puesta de sol. Mi garganta arde al ver desvanecerse la imagen de mi ma
Draco Luego de aquel beso, Anabel se dedicó a evitar hablar conmigo más de lo necesario, cosa que yo detestaba. Ese beso solo reafirmó mi propósito de estar a su lado y de quererla solo para mí. Jamás voy a poder olvidar el contacto de sus labios y lo caliente de su respiración contra mi rostro. Flash Back —Vamos Draco, todos los demás vamos a ir. — dice de forma sugerente Cata. —No puedo Cata, ya quedé con Amelia de que la llevaría a la playa. — le digo por duodécima vez creo. Hace más de veinte minutos que está detrás de mí para que valla con el grupo a la fiesta en la piscina que nos invitaron. —Esa niña de nuevo. — dice de forma asqueada, trato de ignorarla mientras sigo mirando a lo lejos esperando a que aparezca mi fierecilla. —Sabes que es menor de edad ¿cierto? — me dice y yo la miro serio. En todo el tiempo que la conozco, nunca he tenido o sentido deseo sexual por esa niña, que me atrae a sentir cariño y puede que, hasta amor, pero nunca, nunca, la he visto con los oj
Amelia Rodriguez, ese es mi nombre. Me levanto de la cama, me estiro mis músculos y con una sonrisa me dirijo al baño, no sin antes mirarme en el espejo y detallar en cada curva de mi cuerpo.Doy una vuelta y aguanto la respiración para disimular que no tengo un saliente abdomen, no una exageración, pero si algo notable. Miro la zona de mis caderas y glúteos y veo las mismas marcas que desde que tengo quince años me acompañan, las malditas estrías. Suspiro y dejo de mirarme para continuar con mi camino hacia el baño, ya que como quiera que sea es mi cuerpo y aunque imperfecto lo amo.A mis veintisiete años, mi cuerpo se ha mantenido bastante bien y durante todo este tiempo los pretendientes no me han faltado, así que con todas mis fallas y todo sigo siendo hermosa.Luego de mi baño mañanero y prepararme para el trabajo, bajo las escaleras y voy al comedor donde ya se encuentra mi querida hermana, mi abuela y mi padre.—Buenos días. — saludo de forma alegre.—Buenos días Ame. — me salu
Al abrir la puerta pude sentir mi mundo caerse encima y como las cadenas que por tanto tiempo enredé en mi corazón para que se mantuviera encerrado fueron explotando eslabón por eslabón. Nunca pensé el volver a verlo y mucho menos el tenerlo en frente de la forma en la que en estos momentos está sucediendo.—Draco. — su nombre sale de entre mis labios sin tan siquiera proponérmelo, todavía no puedo salir de mi sorpresa.—Amelia. — es su simple respuesta, pero sus ojos, sus ojos cafés dejan ver la muestra de reconocimiento al verme.—Me alegra que hallas venido Amelia, quería que fueras la primera en enterarte de mi decisión. — interrumpe mi padre con su actitud seria.Al escucharlo me obligo a atenderlo y dejar de lado al hombre que rompió mi corazón y desapareció en el momento que más falta me hizo. El culpable de que odie la palabra amor y lo que ella representa.Me adentro a la oficina y queda a su derecha, en todo el trayecto evito mirarlo y controlo los nervios que me produce el
AmeliaEs la hora de la cena y todos nos encontramos reunidos, Eduardo se encuentra muy emocionado, solo habla de que todo está listo para la fecha señalada, mi abuela, ni que decir, esa es otra que sueña con ver el vestido que escogí y que desea que combinara con los vestidos que hoy escogieron. Por mi parte, solo puedo decir que por mucho que lo intento, no puedo olvidar el que a partir de mañana estaré trabajando con Draco.—¿Amor, te encuentras bien? — me pregunta Eduardo logrando así que salga del mar de pensamientos en los que me meto.Volteo para mirarlo y con una sonrisa sumamente forzada me dispongo a contestarle.—Si amor, todo bien. Solo estaba pensando en cosas de la empresa. — le contesto.—Siempre tan responsable y pensando solamente en la empresa. — toma mi mano y la lleva a sus labios para besarla. — Sé que te preocupa la empresa, pero me gustaría que por lo menos en estos dos días le dedicaras más tiempo a nuestro compromiso. — concluye diciendo y yo afirmo con la cab
Pienso detenidamente mucho en lo que va a suceder en unas horas, miro por la ventana de mi habitación y ya los invitados están llegando.—Ame, ya los invitados están llegando. — escucho a mi hermana decirme y volteo a verla. —Me imagino que por el nerviosismo no dormiste bien, porque tienes esa cara que asustaría hasta un fantasma. — sonrío un poco con sus palabras y camino hacia ella.—Por eso he evitado mirarme en el espejo. — le respondo y ella sonríe.—Ven, te voy a maquillar rápido para que te arregles, todos te van a estar esperando. — me empuja hacia el asiento de mi cómoda para empezar a maquillarme.La miro muy concentrada en su trabajo, sin tan siquiera decirme una sola palabra.—¿Por qué te niegas tanto a aceptar a Eduardo? —le pregunto y ella se detiene un momento para después seguir.—Porque sé que no te ama tanco como dice. — es su simple respuesta.La mira para intentar descifrar lo que ella vio, que yo no vi, algo que me advirtiera de los verdaderos sentimientos de Edu
DracoTanto tiempo ha pasado desde la última vez que estuvimos juntos en un mismo espacio. Bastaba verla a ella, con su sonrisa, para que, hasta los días más turbios para mí, se aclararan. Ten alegre y positiva desde niña. Todos los días de mi vida doy gracias por verme entrometido cuando desde lejos vi a aquellos niños hacer llorar aquella niña con motonetas. Solo alejarlos e irme, pero cuando me miró con aquellos ojos grandes llenos de rebeldía algo dentro de mí se activó y fue como si algo me impulsara a prometerme que nadie la volvería a molestar; yo sería su protector. Pasó el tiempo y seguimos encontrándonos, ella, con su sonrisa, no le interesaba dónde o cómo o con quién estuviera, llegaba como dueña de todo y se apoderaba de mi atención…Sonrío de lado rememorando todos esos momentos, mientras camino a la sede central de la compañía con la cual haré negocios. No voy a mentirme, me encuentro nervioso porque después de siete años y de tantas veces mirarla a escondidas, la volver