Esta historia está dedicada a todas las personas que aman, que sufren, que ríen, que han llorado por amor…A todas esas personas que se entregan, que disfrutan cuando triunfa el amor.ENAMORATE TU TAMBIEN.-1-Esa tarde, como muchas otras Gabriel, visitaba un concurrido y elegante bar de la ciudad de Miami, se reunía allí varias veces por semana con amigos y colegas luego de salir del edificio donde operaba la empresa principal de su familia, era un espacio elegante, pero con un aire de informalidad que invitaba a su distinguida clientela a relajarse y disfrutar de un buen trago de escocés y una relajante charlaGabriel disfrutaba yendo a ese lugar a quitarse el estrés del día, eran unos minutos que utilizaba como filtro donde separaba el ejecutivo frío y calculador del hombre jovial y enamorado. Era el momento perfecto como preludio para sus ardientes noches con la que él llamaba hasta ese momento el amor de su vida, su compañera perfecta, una fogosa mujer que lo tenía enamorado has
Entró al estacionamiento del moderno edificio en la vibrante zona de Brickell, aparcó su coche al lado del de María Teresa como siempre hacía, bajó dispuesto a subir de inmediato a el apartamento, pero se fijó que, a unos metros de él, una joven madre luchaba por bajarse de su auto con su bebé en brazos, las bolsas del supermercado y cochecito del bebé. Realmente parecía un malabarista de circo tratando de hacerlo todo ella sola, siempre caballero decidió ir en ayuda de la vecina en apuros.—Buenas noches. ¿Te puedo ayudar? —preguntó Gabriel solícito.—Buenas noches… Gabriel, ¿verdad? —respondió la vecina sonriendo de alivio por la ayuda ofrecida.—Sí. Gabriel Mendoza, nos hemos visto algunas veces por aquí —afirmó con una galante sonrisa.—Claro… eres el novio de María Teresa. Siempre los veo juntos. Ella me ha hablado de ti —dijo la joven poniéndole el bebé en los brazos sin darle tiempo de aceptarlo ni rechazarlo dejándolo tieso como piedra sin ni si quiera saber qué hacer con el p
Era la primera hora de la mañana. El matrimonio Mendoza, Inés y Alberto desayunaban como de costumbre en la terraza de su hermoso hogar en Coral Gables donde habían vivido los últimos veinticinco años formando siempre una pareja estable y amorosa.—Ya falta poco para el cumpleaños de Gabriel... —dijo Inés a su marido que ojeaba el periódico del día— estaba pensando en organizarle una pequeña reunión.Alberto levantó la vista con gesto de desaprobación, pero cómo siempre con inmenso cariño asentado por cuarenta años de feliz matrimonio.—Y… ¿ya le preguntaste a tu hijo qué opina?—Mmm no. Pero no hace falta. Hace meses que pasó aquello con María Teresa y desde que volvió a casa está decaído, lo veo deprimido. Una pequeña reunión por su cumpleaños lo animará... Estoy segura.—Tonterías, Inés. ¡Gabriel está muy bien! De hecho, esta mejor que nunca. Está más concentrado y sereno que cuando estaba en aquella relación —repuso Alberto con desprecio y muy seguro de sus palabras.—Creo que con
Los días pasaron rápido en la hermosa mansión Mendoza. Llegó el día del cumpleaños de Gabriel. Inés había puesto todo su empeño en hacer de esa una celebración muy especial, quería ver sonreír a su hijo, en su mente y en su corazón reinaba el convencimiento de que esa fiesta en particular tendría un efecto muy positivo en él, quizá porque seguía empeñada en la idea de que estar entre sus amigos y familiares le levantaría el ánimo. Ella corría de aquí para allá organizando los detalles, dando instrucciones y hasta ocupándose personalmente de hacer algunos trabajos manuales. Aquella pequeña reunión se había convertido en todo un evento social de más de ciento cincuenta invitados.Gabriel y Alberto prefirieron alejarse y encerrarse en el estudio para hablar de sus temas favoritos cuando se quedaban a solas, negocios y barcos.—Ya verás que va a ser muy provechosa la sociedad con los astilleros de Rivera —dijo muy seguro Alberto a Gabriel sentado detrás de su gran escritorio.—Yo sigo pen
Hacía ya varios días que Iván Rivera había recibido de manos de su secretaria la invitación al cumpleaños del hijo de su nuevo socio, Gabriel Mendoza. Había aceptado de inmediato confirmando su asistencia, estaba realmente deseoso de conocer más íntimamente a la familia de Alberto con quien además de entenderse muy bien en el plano laboral se estaba formando una sincera amistad, aparte que estaba realmente interesado en estrechar lazos con su familia, quería que su única hija Elena tuviera contacto directo con todo aquello que tuviera relación con los astilleros, además, de que estaba empeñado en hacer que se codeara con la mejor gente de la ciudad, sabía que en ese tipo de fiestas conocería muchas personas y él creía que le haría falta amistades nuevas.Desde que había vuelto de Londres después de culminar sus estudios estuvo trabajando para él en una pequeña empresa de publicidad que poseía para ganar experiencia. Apenas había vuelto poco más de un año atrás y en este momento se ded
Los invitados ya habían comenzado a llegar a la mansión Mendoza, la fiesta se iba a celebrar en los inmensos jardines que rodeaban la piscina, Inés había transformado el lugar en una selva tropical, con flores exóticas, velas y antorchas que hacían del ambiente cálido relajado y sensual.Gabriel saludaba a cada invitado como la etiqueta lo manda, se detenía el tiempo justo para recibir las felicitaciones de cada uno que llegaba poniendo su mejor sonrisa hasta que llegaba otra persona y como era su deber de festejado iba a recibirla, sus padres lo asistían en esta tarea de forma magnifica haciendo que entre los tres todos se sintieran como en casa, Gabriel parecía particularmente alegre, se esforzaba por parecerlo y que nadie se diera cuenta de que realmente no quería esa dichosa fiesta, ese, más que en otros días sentía la falta de María Teresa, de su compañía. Era con ella que quería compartir ese momento y lo peor era que se odiaba a sí mismo por necesitarla aún después de todo el d
El día siguiente en casa de la familia Mendoza reinaba la paz y el silencio excepto por las voces en el comedor familiar donde almorzaban Alberto, Inés y Gabriel que comentaban alegremente los hechos de la noche anterior.—Te felicito, Inés —dijo Alberto a su esposa— la fiesta fue perfecta como siempre.—¡Gracias! —repuso con falsa modestia—, la verdad es que estoy muy contenta con los resultados, quedó como yo lo había planeado. Gabriel hijo —llamó tratando de ganar su atención— No has dicho nada, ¿te gustó la fiesta de tu cumpleaños? Ayer te veías muy contento —agregó con la mirada fija en su hijo estudiando su reacción.—Claro que sí. Lo disfruté mucho. Comparto la opinión de papá.—¡Siempre tan elocuente, Gabriel! Por cierto, ¿qué tal la hija del señor Rivera, Elena? —curioseó Inés con evidente admiración—. Me quedé sorprendida, es una niña espectacular, e inteligente —puntualizó.—Sí —contestó Alberto—. Iván me lo contó todo anoche, ella trabaja con su padre, lo ha hecho desde qu
Se acercaba el mes de diciembre, el ambiente en las oficinas de los astilleros era alegre por la proximidad de las fiestas, ese día en especial se sentía en el aire una algarabía especial, quizá no solo por la cercanía de las navidades, también porque todos sabían lo provechosa y próspera que había resultado la fusión entre las dos empresas, eso lo evidenció los jugosos bonos que todos los empleados estaban seguros de que recibirían.Caía la tarde, había pasado la hora habitual en que los empleados se retiraban, a través de los cristales de la oficina de Gabriel se podía ver un maravilloso atardecer que en realidad nadie disfrutaba, las personas que estaban allí Gabriel, Elena y otros compañeros de trabajo como el administrador, el gerente comercial, la subgerente y varias secretarias decidieron quedarse y aceptar la invitación que su jefe les hiciera de quedarse a compartir con él algunas botellas de vino que guardaba para alguna ocasión especial, entre todos colaboraron para pedir