Los días que siguieron después de la boda fueron bastante tranquilos, los novios se habían ido a su luna de miel cortesía de los padrinos Alberto e Inés, un viaje por varios países de Europa que duraría algo más de un mes. Elena los dejó en el aeropuerto dos días después de la boda y después de una alegre despedida partieron dejándola con una sensación de paz y alegría producida por la felicidad de ver a su padre rehacer su vida. Durante las siguientes semanas la rutina continuó para todos, Gabriel profundizaba cada vez más su relación con Priscila, se veían a diario y a él se le comenzaba a notar un entusiasmo que no había demostrado desde hacía mucho tiempo, su ánimo era ligero y jovial casi siempre, excepto en presencia de Elena, cuando ella estaba cerca de él su mirada se volvía más dura e intensa, su semblante se vivía de piedra, casi inexpresivo, el tono de voz le cambiaba y todo lo que decía sonaba a amenaza. Todo eso le hizo creer a Elena que él la despreciaba, o por lo meno
Con los días todo volvió a la normalidad, la frialdad, la soledad. Esa noche Elena se arreglaba para salir con William, estaba decidida a dejar definitivamente atrás el episodio con Gabriel, tenía planes muy concretos para esa noche, quería solidificar una relación con él de una vez por todas, —se merece más de mí, ha sido todo un caballero y de verdad quiero hacerlo...—, se convencía a sí misma dándose razones para entregarse a su enamorado inglés.Bajo su ropa decidió usar uno de los conjuntos de lencería que compró en Londres cuando se preparaba para su regreso, compró aquel conjunto tan sexy pensando en una reconciliación con Gabriel así que el usarlo para William le daba una especie de tonalidad vengativa a la cita que no sabía sí disfrutaba o lamentaba. Escogió un minivestido color champán con un aire retro que la hacía lucir más atractiva y sensual de lo que nunca se había visto en una cita con William, «esto tiene que funcionar», pensó al mirarse en el espejo de cuerpo entero.
—Por todo lo antes descrito me complace anunciarle a esta junta directiva que han sido solventados casi en su totalidad los inconvenientes que teníamos con los sindicatos —anunció Gabriel con satisfacción—. Todavía nos quedan algunos detalles por solventar, pero eso queda en manos de nuestros abogados que estoy seguro de que en pocos días finiquitaran el asunto.Todos los miembros de la junta directiva de las empresas Mendoza aplaudieron felices de haber terminado con los inconvenientes que tantos problemas habían dado.—Fue un gran trabajo en equipo —continuó—. Me siento orgulloso de tenerlos a todos ustedes a mi lado.Gabriel finalizó la frase mirando fijamente a Elena, aunque no la mencionó directamente a ella, varios de los presentes pudieron darse cuenta del cambio de actitud que hubo entre los dos. Así terminó la reunión de ese lunes, todos parecían muy armónicos, el trabajo fluía muy bien, los barcos zarpaban a tiempo y no había retrasos importantes de que preocuparse. Para cel
Gabriel iba camino a su apartamento, eran cerca de las diez de la noche. Había acompañado a Elena hasta su edificio muy a pesar de ella que insistía en quedarse en el hospital, —en caso de que ocurra algo—, argumentaba insistentemente mientras Gabriel y las enfermeras le explicaban que lo mejor era que se fuera a su casa a descansar. La escoltó hasta que la vio entrar con su coche en el estacionamiento, una breve llamada confirmó que había subido.—Hola...—¿Todo bien?—Sí, Gabriel, gracias.—Descansa, pequeña. Y no te preocupes, ya sabes que si llegaran a necesitarte en el hospital te llamaran de inmediato.—Lo sé... —dijo agradecida.—Hasta mañana.—Hasta mañana.Tan pronto colgó la llamada, Gabriel comenzó a sentir que extrañaba a Elena, pensaba en ella y sentía la falta que le hacía a pesar de que se habían separado hacía pocos minutos, de pronto recordó que Priscila debía estar en su apartamento esperándolo.—Buenas noches —saludó Gabriel al entrar en su hogar y comprobar que efe
La recuperación de Iván era paulatina, cada día recuperaba un poco sus fuerzas habituales, una vez que lo trasladaron a una habitación privada su ánimo mejoró lo suficiente como para estar en compañía sin agotarse como los primeros días tras el ataque al corazón que casi acababa con su vida.Mariana se desvivía por atenderlo y complacerlo lo más que pudiera, lo consentía como si fuera un niño pequeño y él lo agradecía con sonrisas y besos más que con palabras, Elena no lo visitaba por las mañanas porque prefería pasar con él más horas en la tarde después del trabajo y aprovechaba para relevar a Mariana por algunas horas mientras las esposa descansaba o iba a su apartamento.—Si sigue así dejará el hospital muy pronto —dijo el médico tratante durante su visita.—Eso sí, papá —acotó Elena sonriendo—, ahora deberás cuidar más tu salud, seguir una dieta sana, ¡y nada de estrés!—No te preocupes por eso, Ele —interrumpió Mariana entrando a la habitación—, yo me voy a encargar de que sea as
Hacía ya una semana desde que Gabriel había partido misteriosamente, Elena ansiosa por noticias enviaba a Lorena a diario a averiguar si había novedades de su regreso, pero solo tuvo noticias el día de la reunión semanal cuando se enteró por casualidad de boca de uno de los ejecutivos que Gabriel había avisado que postergaría su llegada programada para ese mismo día.—Estuve hablando con Gabriel hoy por teléfono —dijo el gerente a un administrador—. Me llamó para saber cómo estaba todo por aquí y me dijo que no podría llegar el día de hoy como había planificado.—Entonces su viaje se complicó.—¡O estaba tan bien que no quiere regresar! La verdad es que nadie sabe dónde está.—Me extraña que yo no haya sido avisada de ese viaje —intervino Elena.—Quizá el motivo es porque no era un viaje de trabajo —respondió el gerente.—De todas maneras, debió avisar.Para Elena era muy difícil seguir ocultando su decepción por la ausencia de Gabriel, perder las esperanzas de verlo en los próximos d
Gabriel guiaba su motocicleta por las coloridas calles de Miami Beach consciente de que Elena iba con él abrazada a su cintura más que para protegerse, para estar lo más pegada a él que le fuera posible, sentía los brazos a su alrededor y las manos de ella en el pecho como si quisiera retenerlo a toda costa para ella regalándole su calor y su cercanía.Paró en la orilla de la playa, sin decir palabra alguna la tomó de la mano llevándola hasta un lugar apartado donde había un hermoso paisaje que enmarcaba un momento que ambos habían esperado por mucho tiempo. Sentados sobre una alfombra de arena dorada uno frente al otro se preparaba para decir todo lo que tenían en sus corazones guardado en una conversación no pautada y que ninguno de los dos sabía cómo comenzar.—Elena, ¡te amo tanto! —soltó sin más Gabriel como si estuviera liberando de un gran peso—. Por más que trato de alejarme de ti, no puedo hacerlo.—No lo hagas entonces... —susurró.Gabriel miró sus ojos y vio de nuevo en ell
***Gracias a todos por mis lectores por el interés demostrado hacia esta historia, llegar hasta aquí es la mejor demostración de que esta novela conquistó sus corazones enamorándolos de sus personajes. Espero que la hayan disfrutado leyéndola tanto como yo escribiéndola para ustedes.*** EpilogoLa brisa del mar jugaba con el cabello de Elena mientras el Freedom navegaba apaciblemente sobre las suaves olas, el sol del atardecer calentaba su piel casi tanto como lo hacían los brazos de Gabriel que la sostenía desde la espalda en un abrazo firme mientras miraban juntos el horizonte, plenos y en total ensoñación contemplaban el futuro con ilusión dejando espacio para la certeza de que los momentos difíciles habían quedado atrás, las enseñanzas quedarían por siempre presentes, pero el dolor y la decepción habían sido por completo superadas.—Creo que al final la boda fue muy hermosa. -aseguró Elena con una sonrisa satisfecha. Muy íntima, pero sentí que