Asomaban los primeros rayos de sol, Gabriel yacía en la cama con Elena dormida sobre su pecho; él no quería dormir, sentía más reposo disfrutando del calor del cuerpo de su esposa junto a él, recordaba una y otra vez la entrega absoluta de ella, su confianza en él, la pasión tan intensa con la que respondió a su deseo, no parecía para nada la joven temblorosa que se le entregó la primera vez en la casa de la playa, se culpó de nuevo por sus acciones y más aún porque siendo él un hombre maduro y con experiencia de sobra, no supo ver que a Elena solo le faltaba eso, experiencia, ella era capaz de sentir y dar tanto o más que él. Más, más porque aparte de su cuerpo ella le entregaba su amor, su alma.Acariciaba suavemente el brazo que descansaba sobre su pecho con cuidado de no despertarla, con un profundo suspiro cerró los ojos prometiéndose a sí mismo no dañarla nunca más, aun le temía al amor, pero con o sin él, la haría feliz, la compensaría con todo lo que estuviera a su alcance par
Los días sucesivos fueron bastante agradables, tranquilos y relajantes. Para los dos fue un muevo comienzo, no hablaban del pasado, ni de del futuro, no mencionaban nada que pudiera arruinar el humor del otro, por el contrario, hacían todo lo posible por conocerse y agradarse complaciéndose mutuamente en todos los sentidos. Caminaban de la mano como enamorados, compartían sonrisas y miradas cómplices a la menor oportunidad disfrutando a su vez de unas verdaderas vacaciones. Gabriel se fascinaba más con ella con cada día que pasaba a su lado, largas conversaciones le demostraron que era una mujer especial y que debía estar agradecido por tenerla en su vida.Elena por su parte, ponía todo de sí misma para anular cualquier sentimiento de rencor que podía quedar en ella, su nueva meta era enamorarlo, no le bastaba su cariño, quería su amor y sabía que debía tener paciencia para obtenerlo, si era verdad lo que él le decía entonces tendría que cuidar esa semilla para que germinara lo sufic
Elena lo dudó un instante, pensó que la vergüenza no la dejaría hacer tal demostración de sensualidad, no era lo mismo hacer cosas con él, aunque esas cosas fueran muy atrevidas, a diferencia de hacerlas para él mientras la veía. Pero recordó a aquella mujer que lo había vuelto loco de pasión y pensó que ella no debía tener ningún reparo de hacer esas cosas para complacerlo. Mirándolo a los ojos llevó sus manos a sus pechos suavemente, los tomó entre sus manos abarcando lo que pudo de ellos apretando poco a poco hasta sentir una leve chispa que se prendió dentro de ella. Luego de unos instantes comenzó a sentirse cómoda con sus propias caricias, la mirada aprobatoria de Gabriel la hacía sentir segura y confiada de que lo hacía bien, lo estaba complaciendo y eso aumentaba su propio placer; comenzó a imitar las caricias de él estrujando sus pechos con más fuerza, tomó sus pezones entre las puntas de sus dedos halándolos, dejándose llevar por el morbo que le producía la situación, cerró
El chófer de la familia Mendoza había ido a buscarlos al aeropuerto, el viaje de regreso fue bastante tranquilo, fue poco lo que hablaron sobre las expectativas que tenían con su llegada. En casa de Gabriel los esperaban sus padres y el padre de Elena para darles la bienvenida con un ambiente festivo y alegre inocentes de la turbulenta luna de miel que habían atravesado, solo Alberto se veía un poco reservado, apenas menos emocionado que los demás, consciente de que algo grave había acaecido, disimulaba su ansiedad porque su hijo le contara cada detalle de lo que había pasado el día de la boda.Los tres salieron a recibirlos apenas supieron que habían llegado. Los abrazos llegaron en abundancia junto con las sonrisas y los besos llenos de amor paternal, en especial los de Iván para su hija que sin querer rompió en llanto al sentirse protegida por los brazos de su padre quien atribuyó esas lágrimas a la emoción natural de la ocasión.—Ya... Ya, Ele ¡voy a creer que ese marido tuyo te e
Y así lo hicieron, Elena tras el primer impulso de negarse puesto que ella siempre fue muy responsable con su trabajo, terminó por aceptar el día de ocio con Gabriel, siempre cautelosa y procurando no emocionarse demasiado con el incierto futuro de su relación. Aceptó conocer a un agente inmobiliario que Gabriel contactó esa misma mañana, una mujer reconocida por tener los mejores inmuebles de la ciudad, ella los llevaría a conocer varios apartamentos donde compartir su vida juntos, no es que no se sintieran a gusto viviendo con Inés y Alberto, pero ambos sabían que lo mejor era estar solos.La mañana se fue muy rápido visitando las propiedades que la agente inmobiliaria tenía para ofrecerles, Gabriel siempre exigente solo quiso ver tres de las opciones que la profesional le había ofrecido inicialmente, la última opción fue la que más les gustó a ambos, era un apartamento nuevo, tenía varias habitaciones, amplios espacios, salón recibidor, un comedor en el que fácilmente cabría una me
Elena se había reincorporado por completo a sus actividades laborales, trabajar de nuevo le hacía mucho bien, se sentía feliz y plena, su matrimonio era estable, tenía un hogar hermoso y el tiempo prometía mejorar las cosas trayendo olvido a su corazón. Su sonrisa hacía que todos a su alrededor se dieran cuenta de eso, su belleza maduraba y pasó de ser una joven guapa a ser una mujer segura bella y sensual en los pocos meses que llevaba su matrimonio.Ese día en particular había una reunión en que estaría presente la junta directiva y los socios del consorcio de la familia Mendoza, Gabriel estaría allí representando a su padre, eso le daría a Elena la mañana y quizá parte de la tarde libre o mejor dicho sin la presencia de Gabriel a su alrededor, pensó que podría adelantar mucho trabajo sin la presencia de su esposo en el edificio, sin dudarlo se rodeó de papeles, libros de cuentas, agendas, en fin quiso poner en orden un sinfín de asuntos que había dejado pendientes en días anterior
Gabriel se encontraba reunido con su padre en su oficina, con ellos estaba el abogado de confianza que trabajaba para ellos desde hacía muchos años, un hombre experimentado de más de sesenta años, de rasgos fuertes y severos.—Si las cosas se manejan de esta manera no tendremos de que preocuparnos, Alberto —aseguró el especialista en leyes bajo la mirada de los dos Mendoza.—Yo también lo creo, pero debemos tener cuidado con lo que pidan para el arreglo, pienso que pueden querer aprovecharse.—Papá, claro que van a querer aprovecharse, querrán sacarnos lo más que puedan, para eso tenemos a Richie, nuestro abogado estrella —dijo Gabriel señalando a el abogado sonriendo pícaramente— hizo su tarea y recolectó información interesante sobre la contraparte. Eso nos dará una carta con la que podremos jugar para frenar sus intenciones.—Lo sé, Gabriel.—Quédense tranquilos —pidió el abogado—. No llegaremos a juicio, pero de todas formas me gustaría que Gabriel o ti Alberto, me acompañe. Si un
Gabriel se encontraba solo en la habitación, se había dado una ducha después de una breve visita al gimnasio del hotel, vestía cómodamente con un jean y una camiseta de algodón, su jornada de trabajo había finalizado temprano, ese día terminó de cerrar con éxito el acuerdo que fue a negociar sintiéndose satisfecho y orgulloso de haber conseguido un excelente resultado para su empresa. Tenía pensado salir a buscar algo que llevarle de regalo a Elena, sintió que era lo debía hacer, lo que hacía su padre cada vez que salía de viaje sin su madre, era el ejemplo que había visto desde pequeño y quiso ponerlo en práctica él mismo, a diferencia de su padre que cada cosa que compraba para Inés tenía un significado importante, Gabriel solo pensó que era lo correcto. Todavía eran las primeras horas de la tarde y prefirió ver un poco la televisión antes de ir en búsqueda de aquel presente perfecto para una esposa que esperaba en casa.Tocaron la puerta distrayendo su atención de las noticias, Gab