Gabriel se encontraba reunido con su padre en su oficina, con ellos estaba el abogado de confianza que trabajaba para ellos desde hacía muchos años, un hombre experimentado de más de sesenta años, de rasgos fuertes y severos.—Si las cosas se manejan de esta manera no tendremos de que preocuparnos, Alberto —aseguró el especialista en leyes bajo la mirada de los dos Mendoza.—Yo también lo creo, pero debemos tener cuidado con lo que pidan para el arreglo, pienso que pueden querer aprovecharse.—Papá, claro que van a querer aprovecharse, querrán sacarnos lo más que puedan, para eso tenemos a Richie, nuestro abogado estrella —dijo Gabriel señalando a el abogado sonriendo pícaramente— hizo su tarea y recolectó información interesante sobre la contraparte. Eso nos dará una carta con la que podremos jugar para frenar sus intenciones.—Lo sé, Gabriel.—Quédense tranquilos —pidió el abogado—. No llegaremos a juicio, pero de todas formas me gustaría que Gabriel o ti Alberto, me acompañe. Si un
Gabriel se encontraba solo en la habitación, se había dado una ducha después de una breve visita al gimnasio del hotel, vestía cómodamente con un jean y una camiseta de algodón, su jornada de trabajo había finalizado temprano, ese día terminó de cerrar con éxito el acuerdo que fue a negociar sintiéndose satisfecho y orgulloso de haber conseguido un excelente resultado para su empresa. Tenía pensado salir a buscar algo que llevarle de regalo a Elena, sintió que era lo debía hacer, lo que hacía su padre cada vez que salía de viaje sin su madre, era el ejemplo que había visto desde pequeño y quiso ponerlo en práctica él mismo, a diferencia de su padre que cada cosa que compraba para Inés tenía un significado importante, Gabriel solo pensó que era lo correcto. Todavía eran las primeras horas de la tarde y prefirió ver un poco la televisión antes de ir en búsqueda de aquel presente perfecto para una esposa que esperaba en casa.Tocaron la puerta distrayendo su atención de las noticias, Gab
Elena apenas sentía su cuerpo, a lo lejos escuchaba ruidos que no lograba identificar, había gente gritando cerca de ella, todo era muy confuso. Trató de hablar, pero fue inútil, de su boca no salían las palabras por más se esforzara, era como si su cuerpo estuviera desconectado de su cerebro, quería pedir que cuidaran de su bebé, era lo único que le importaba de todo lo que había sucedido, pensó en que había sido un error salir de esa manera en el coche, pero ya era tarde. Recordó las luces que venían sobre ella, pero poco más, con dificultad llevó una mano a su vientre y mentalmente le pidió perdón a su hijo, la cabeza comenzó a pesarle toneladas, un fuerte mareo se apoderó de ella, trató de abrir los ojos, pero todo estaba borroso a su alrededor, los cerró de nuevo sumiéndose en un oscuro espiral de inconsciencia que apagó todos sus sentidos. Un momento más tarde volvió la conciencia, con dificultad logró abrió los ojos, seguía encerrada dentro del auto, alguien le hablaba, pero n
Elena despertó con la luz del sol en el rostro, al abrir los ojos fue como sí el tiempo no hubiera pasado, la mañana estaba despejada y prometía un día brillante. Estaba en su cuarto de soltera en casa de su padre, todo estaba intacto, todo menos ella. Ahora se sentía distinta, hace poco más de un año se sentía joven, alegre, con el espíritu lleno de inquietudes, deseaba aprender y crecer como persona y como profesional. Pero ese día en particular todo había cambiado en ella.Habían pasado dos semanas desde que le habían dado el alta en el hospital, tres desde el accidente, su cuerpo sanaba muy rápido de los golpes, pero su alma y su corazón seguían sufriendo, en su mente se repetían una y otra vez las palabras de Gabriel, todo aquello que le contó... En su corazón sentía aun ese amor enloquecedor por él mezclado con el dolor que él le había causado, escuchaba una y otra vez su voz diciéndole que la amaba; su cuerpo lo extrañaba cada día más, anhelaba sus fuertes brazos alrededor de s
Con el tiempo Gabriel aprendió a vivir con su soledad, dejó de buscar compañías vacías y dedicó su vida al trabajo volviéndose su única obsesión, incluso llegó a dormir durante días en su oficina, hizo instalar allí en una sala de juntas que casi no se usaba una especie de gimnasio para ejercitarse cuando el estrés fuera intenso y así no descargar tanto su amargura con sus empleados, tomaba después una ducha se cambiaba con ropa que guardaba en una otra oficina donde dormía en un sofá cama.—Estoy verdaderamente preocupada por ti. —dijo Inés sentada frente a su hijo en una visita a la empresa.—¿Por qué, mamá? —preguntó sin mucho entusiasmo por la conversación.—¿Te parece poco? Ya no sales de esta oficina, no vas a tu casa desde hace días, no vienes a vernos a tu padre y a mí, si no vengo hasta aquí, no sé nada de ti porque no respondes el teléfono. Sé más de tu vida por tu secretaria que por ti mismo. ¿Quieres otra razón?—Exageras, mamá. Es solo que hay mucho trabajo en estos días,
Elena necesitaba saber por fin algo de Gabriel, en ese momento tenía la excusa perfecta para averiguar si ya estaba con otra mujer, si la había olvidado. Iván le contó todo lo que había pasado, le contó de su problema con la ley, de su decaimiento emocional y de cómo logró superarlo todo convirtiéndose en un hombre más duro, más frío y entregado al trabajo de lo que había sido en toda su vida. Para Elena fue difícil creer lo que su padre le contaba, durante todo el tiempo ella pensó que su exesposo sencillamente siguió con su vida tal cual estaba antes de conocerla a ella, pensó que su vida era tan fácil y vacía como antes, jamás se imaginó que lo sucedido lo había marcado tanto, que lo había hecho tambalear y casi caer. Saber lo que hizo a María Teresa, que estuvo en prisión, aunque fuera por unas horas... Todo por ella, porque se había ido...—Sabes que puedes contar conmigo —comentó más convencida que nunca de volver— solo dame tiempo para arreglar todo aquí.—Nunca dudé de tu resp
Faltaban solo dos días para el regreso de Elena a Miami, ya estaba todo empaquetado, muchas cosas habían sido enviadas con anticipación y lo que quedaba eran sobre todo bienes personales y alguna que otra cosa que dejaría por si acaso algún día volviera por cualquier circunstancia.Las horas se volvieron años sin nada más que hacer que pensar en su regreso, en Gabriel, en la boda de su padre... Más aun después de la manera frenética en que corría de aquí para allá para tener todo a punto y que no olvidara nada, de pie en medio de la sala del apartamento, rodeada por maletas y cajas revisaba de nuevo mentalmente cada cosa que debía hacer y que para su tranquilidad ya había hecho con tanta precisión y anticipación que le sobraba tiempo para repasar una y otra vez la misma lista, no quería dejar nada inconcluso ni quería tener tiempo libre para pensar en lo que le esperaba a la vuelta de unos días. Tocaron a su puerta sacándola de su repaso mental, antes de abrir se fijó por el ojo mági
—Entonces te quedan los días contados —bromeó Alberto con Iván durante la comida en el club.—¿Lo dices por el matrimonio? —preguntó fingiendo no comprender a que se refería su amigo.—¡Claro que no! Por tu retiro —corrigió medio en broma medio en serio— de verdad creo sus estás haciendo lo mejor para ti. Después de que yo lo hice estoy más relajado, me siento tranquilo. A pesar de que estoy al día con lo que pasa en el consorcio, me siento tranquilo de saber que mi hijo es quien enfrenta el día a día bregando con los problemas, y todo eso... Me hace falta esa adrenalina no te lo niego, pero estoy más tiempo con mi esposa y eso me da paz.—La verdad es que Gabriel lo hace muy bien. Tu hijo tiene un talento natural para los negocios, lástima que en lo que refiere a la vida personal sea tan poco ético, por decirlo de alguna manera.—Lo dices porque aún no lo perdonas por lo que le hizo a Elena.—Mi hija sufrió mucho, lo sabes. Me cuesta trabajo perdonarlo, sé que e