Para su sorpresa, Elena apareció acercándose lentamente, era como si no la hubiera visto nunca antes, comprendió al instante que por primera vez la veía con ojos limpios, sin sentirse obligado con mentiras ni buscando motivos para estar con ella, ahora la veía con un cariño incipiente que si le daban vida lo haría crecer hasta convertirlo en amor, de esa manera la vio más hermosa que nunca, no se detuvo en su semblante cansado, ni me sus ojos hinchados por el llanto, ni en su pelo suelto y sin peinar, todo el conjunto era irresistible para él, se veía hermosa. Ella se había quitado el vestido de novia, usaba una franela de Gabriel que encontró en el closet de la habitación, aun así, su cuerpo escultural se revelaba haciéndole más difícil pensar en que podría verse obligado a renunciar a ella.En silencio, Elena se sentó en una silla alta en la barra de la cocina quedando frente a Gabriel, él respetando su silencio tomó una taza, la llenó de café recién hecho, la endulzó sin preguntar
Llegaron a la pequeña y pintoresca ciudad de Road Tauwn, con sus calles estrechas y llenas de colorido, aparcaron cerca de una calle llena de pequeñas tiendas típicas del lugar, comenzaron al caminar en medio de la gente que disfrutaban del ambiente demostrando en sus caras si disfrutaban de que lo que la ciudad ofrecía.—¿A qué vinimos aquí, Gabriel? —preguntó de pronto Elena deteniéndose cuando habían caminado sólo unos metros.—Vinimos a conocer... —respondió rápidamente como si la respuesta fuera obvia—. Me han dicho que es muy bonito y que hay tiendas que vale la pena visitar.—Y sí yo no quiero pasear, ni comprar nada... además hace mucho calor, aparte de eso no estoy vestida como para andar de tiendas. ¿No lo ves?—Lo veo, preciosa, ¿cómo no verte? —contestó con los ojos llenos de deseo.Para la joven recién casada era muy difícil mantenerse fría, sobre todo cuando su esposo se veía tan guapo vestido de esas manera, vaqueros y una sencilla franela blanca, rara vez su cabello s
El regreso lo hicieron en absoluto silencio, esta vez Elena no disfrutó para nada el viaje en el yate, solo quería llegar a la habitación para darse un buen baño y acostarse a dormir, jamás se había sentido tanta soledad en su vida, ni si quiera cuando murió su madre, en esa ocasión tenía a su padre para sostenerla en su dolor, darle ánimos y fe de que todo estaría bien, en este caso estaba sola; Gabriel se marchó a la cabina de mando a hablar con el capitán de cualquier cosa para no pensar en la situación haciendo sentir a Elena más solitaria aún.Al llegar por fin a la habitación del hotel Gabriel evidenció su mal humor y su incomodidad por la actitud de Elena, estaba seguro de había hecho lo posible por acercarse a ella, por hacerla sentir en confianza para que pudieran hablar y así comenzar a resolver sus problemas, pero nada había funcionado, ella se empeñaba en encerrarse en sí misma haciendo imposible la comunicación entre ellos, su paciencia se agotaba peligrosamente y su car
Asomaban los primeros rayos de sol, Gabriel yacía en la cama con Elena dormida sobre su pecho; él no quería dormir, sentía más reposo disfrutando del calor del cuerpo de su esposa junto a él, recordaba una y otra vez la entrega absoluta de ella, su confianza en él, la pasión tan intensa con la que respondió a su deseo, no parecía para nada la joven temblorosa que se le entregó la primera vez en la casa de la playa, se culpó de nuevo por sus acciones y más aún porque siendo él un hombre maduro y con experiencia de sobra, no supo ver que a Elena solo le faltaba eso, experiencia, ella era capaz de sentir y dar tanto o más que él. Más, más porque aparte de su cuerpo ella le entregaba su amor, su alma.Acariciaba suavemente el brazo que descansaba sobre su pecho con cuidado de no despertarla, con un profundo suspiro cerró los ojos prometiéndose a sí mismo no dañarla nunca más, aun le temía al amor, pero con o sin él, la haría feliz, la compensaría con todo lo que estuviera a su alcance par
Los días sucesivos fueron bastante agradables, tranquilos y relajantes. Para los dos fue un muevo comienzo, no hablaban del pasado, ni de del futuro, no mencionaban nada que pudiera arruinar el humor del otro, por el contrario, hacían todo lo posible por conocerse y agradarse complaciéndose mutuamente en todos los sentidos. Caminaban de la mano como enamorados, compartían sonrisas y miradas cómplices a la menor oportunidad disfrutando a su vez de unas verdaderas vacaciones. Gabriel se fascinaba más con ella con cada día que pasaba a su lado, largas conversaciones le demostraron que era una mujer especial y que debía estar agradecido por tenerla en su vida.Elena por su parte, ponía todo de sí misma para anular cualquier sentimiento de rencor que podía quedar en ella, su nueva meta era enamorarlo, no le bastaba su cariño, quería su amor y sabía que debía tener paciencia para obtenerlo, si era verdad lo que él le decía entonces tendría que cuidar esa semilla para que germinara lo sufic
Elena lo dudó un instante, pensó que la vergüenza no la dejaría hacer tal demostración de sensualidad, no era lo mismo hacer cosas con él, aunque esas cosas fueran muy atrevidas, a diferencia de hacerlas para él mientras la veía. Pero recordó a aquella mujer que lo había vuelto loco de pasión y pensó que ella no debía tener ningún reparo de hacer esas cosas para complacerlo. Mirándolo a los ojos llevó sus manos a sus pechos suavemente, los tomó entre sus manos abarcando lo que pudo de ellos apretando poco a poco hasta sentir una leve chispa que se prendió dentro de ella. Luego de unos instantes comenzó a sentirse cómoda con sus propias caricias, la mirada aprobatoria de Gabriel la hacía sentir segura y confiada de que lo hacía bien, lo estaba complaciendo y eso aumentaba su propio placer; comenzó a imitar las caricias de él estrujando sus pechos con más fuerza, tomó sus pezones entre las puntas de sus dedos halándolos, dejándose llevar por el morbo que le producía la situación, cerró
El chófer de la familia Mendoza había ido a buscarlos al aeropuerto, el viaje de regreso fue bastante tranquilo, fue poco lo que hablaron sobre las expectativas que tenían con su llegada. En casa de Gabriel los esperaban sus padres y el padre de Elena para darles la bienvenida con un ambiente festivo y alegre inocentes de la turbulenta luna de miel que habían atravesado, solo Alberto se veía un poco reservado, apenas menos emocionado que los demás, consciente de que algo grave había acaecido, disimulaba su ansiedad porque su hijo le contara cada detalle de lo que había pasado el día de la boda.Los tres salieron a recibirlos apenas supieron que habían llegado. Los abrazos llegaron en abundancia junto con las sonrisas y los besos llenos de amor paternal, en especial los de Iván para su hija que sin querer rompió en llanto al sentirse protegida por los brazos de su padre quien atribuyó esas lágrimas a la emoción natural de la ocasión.—Ya... Ya, Ele ¡voy a creer que ese marido tuyo te e
Y así lo hicieron, Elena tras el primer impulso de negarse puesto que ella siempre fue muy responsable con su trabajo, terminó por aceptar el día de ocio con Gabriel, siempre cautelosa y procurando no emocionarse demasiado con el incierto futuro de su relación. Aceptó conocer a un agente inmobiliario que Gabriel contactó esa misma mañana, una mujer reconocida por tener los mejores inmuebles de la ciudad, ella los llevaría a conocer varios apartamentos donde compartir su vida juntos, no es que no se sintieran a gusto viviendo con Inés y Alberto, pero ambos sabían que lo mejor era estar solos.La mañana se fue muy rápido visitando las propiedades que la agente inmobiliaria tenía para ofrecerles, Gabriel siempre exigente solo quiso ver tres de las opciones que la profesional le había ofrecido inicialmente, la última opción fue la que más les gustó a ambos, era un apartamento nuevo, tenía varias habitaciones, amplios espacios, salón recibidor, un comedor en el que fácilmente cabría una me