Todavía pérdida entre gemidos y suspiros Gabriel hizo que se levantara junto con él guiándola en el cambio de posición hasta que quedó de espaldas a él apoyando sus manos sobre la cama mientras él se deleitaba con el magnífico espectáculo que le ofrecía el bien formado cuerpo femenino en esa posición, se terminó de quitar la ropa que le quedaba puesta, mientras la ansiedad volvía a apoderarse de Elena que sabía que aquello solo había sido el comienzo de una noche muy intensa... Sin aviso ni protocolo Gabriel la sujetó de las caderas y la penetró profundamente para quedarse así unos segundos disfrutando de la estrechez de sus entrañas y de la reacción de ella que dejó escapar un gemido agudo que salió de su garganta acompañado de palabras inteligibles que pronunciaba Gabriel a medida que comenzaba aquel maravilloso baile que dé un ritmo lento fue convirtiéndose a un ritmo desenfrenado y salvaje que llegó a su fin cuando ambos llegaron al éxtasis.—¡Ah! —gritó Elena al sentir una palma
Gabriel estaba de pie en la cubierta, observaba pensativo la hermosa puesta del sol en el horizonte, había invitado a Elena a conocer una de sus grandes pasiones; el Freedom... Un yate de lujo de treinta y seis metros de eslora en el que le gustaba viajar por el mar cuando sentía que debía alejarse del mundo. Habían pasado varias semanas desde aquella conversación con su madre en la que aseguró que todo estaba y estaría bien para ellos, durante los días sucesivos así fue. Se había dedicado a ser un hombre cariñoso en la medida que su carácter lo permitía haciendo sentir a Elena, a Iván y a sus padres más confiados en su relación.Abordaron el Freedom por la mañana, regresarían dos días después, el domingo.Gabriel miró su reloj ansioso por la tardanza de Elena que había ido al camarote a cambiarse para la cena. Ya el sol se había puesto casi por completo cuando ella apareció a su lado encantándole con su imagen. Para la velada de esa noche ella había escogido un vestido blanco, vaporo
Elena e Inés hacían un excelente equipo organizando una boda contra reloj, en pocos días habían podido controlar la histérica situación de tener todo coordinado en tan poco tiempo, a diario tenían entrevistas con proveedores de flores, el menú, el festejo, la modista y mil cosas que aparecían por hacer todos los días si querían que ningún detalle quedara por fuera para el gran día.Tras dos semanas de interminables carreras había llegado la hora de revisar por última vez la lista de invitados antes de enviar las invitaciones. Gabriel observaba a su madre dictar nombres de una lista mientras Elena buscaba en una caja llena de sobres blancos con ribetes dorados, a medida que crecía la cantidad de sobres con nombres impresos la impaciencia de Gabriel crecía multiplicada hasta que no pudo contener la incertidumbre.—Disculpen. Pero ¿a cuántas personas piensan invitar? —preguntó irritado.Las dos mujeres se miraron a la cara antes de que alguna contestara.—Son menos de cuatrocientos —resp
Elena estaba en la que hasta esa noche sería su habitación, el día siguiente sería la ceremonia en la que uniría su vida al hombre de sus sueños. A su alrededor reinaba un alegre y colorido caos de maletas abiertas, bolsas de compras recientes hechas, accesorios, zapatos... Cantidades de cosas que entraban y salían de lo que sería su equipaje para la luna de miel, en ese momento Elena, más que parecer una mujer a punto de casarse, tenía el aspecto a una adolescente lista para su primer viaje sin sus padres, usaba un pijama color rosa ribeteado de fino Razo adornado con pequeños conejos estampados, para terminar calzaba unas pantuflas afelpadas de Hello Kity, con la con la cara lavada y una coleta que sujetaba a duras penas su brillante melena. Con ella, su amiga Claudia y Mariana la secretaria de su padre hacían milagros para ayudar a decidir a la futura novia.—¡No sé qué llevar! —dijo Elena exasperada con las manos en las es cabeza.—No te preocupes... —intervino Mariana mientras
Tras varios minutos más de falsas promesas, Gabriel confundido y angustiado por lo sucedido entró de nuevo en la casa, cerca de la puerta principal lo esperaba Julio bastante más nervioso de lo que estaba minutos antes cuando lo fue buscar en el jardín.—¿Qué pasó Gabriel...? ¿Ya se fue?—¡Necesito calmarme! —Fue lo que alcanzó a decirle a su amigo mientras caminaba rápidamente hasta el estudio de su padre ignorando a un par de personas con las que se cruzó en el camino—. ¡Me va a volver loco! —gritó cuando por fin pudo entrar.Mientras, a Elena le parecía extraña la tardanza de Gabriel, no sabía ni a donde había ido ni a para qué y comenzaba a ponerse nerviosa. Hasta ese momento había estado distraída hablando con un grupo de invitados comentando la fiesta y recibiendo sus felicitaciones pero al cabo de unos minutos no resistió la curiosidad y fue en su búsqueda, entró en la casa pero a cada paso alguien la detenía para lo mismo, todos querían alabarla por lo hermosa que se veía en s
Para su sorpresa, Elena apareció acercándose lentamente, era como si no la hubiera visto nunca antes, comprendió al instante que por primera vez la veía con ojos limpios, sin sentirse obligado con mentiras ni buscando motivos para estar con ella, ahora la veía con un cariño incipiente que si le daban vida lo haría crecer hasta convertirlo en amor, de esa manera la vio más hermosa que nunca, no se detuvo en su semblante cansado, ni me sus ojos hinchados por el llanto, ni en su pelo suelto y sin peinar, todo el conjunto era irresistible para él, se veía hermosa. Ella se había quitado el vestido de novia, usaba una franela de Gabriel que encontró en el closet de la habitación, aun así, su cuerpo escultural se revelaba haciéndole más difícil pensar en que podría verse obligado a renunciar a ella.En silencio, Elena se sentó en una silla alta en la barra de la cocina quedando frente a Gabriel, él respetando su silencio tomó una taza, la llenó de café recién hecho, la endulzó sin preguntar
Llegaron a la pequeña y pintoresca ciudad de Road Tauwn, con sus calles estrechas y llenas de colorido, aparcaron cerca de una calle llena de pequeñas tiendas típicas del lugar, comenzaron al caminar en medio de la gente que disfrutaban del ambiente demostrando en sus caras si disfrutaban de que lo que la ciudad ofrecía.—¿A qué vinimos aquí, Gabriel? —preguntó de pronto Elena deteniéndose cuando habían caminado sólo unos metros.—Vinimos a conocer... —respondió rápidamente como si la respuesta fuera obvia—. Me han dicho que es muy bonito y que hay tiendas que vale la pena visitar.—Y sí yo no quiero pasear, ni comprar nada... además hace mucho calor, aparte de eso no estoy vestida como para andar de tiendas. ¿No lo ves?—Lo veo, preciosa, ¿cómo no verte? —contestó con los ojos llenos de deseo.Para la joven recién casada era muy difícil mantenerse fría, sobre todo cuando su esposo se veía tan guapo vestido de esas manera, vaqueros y una sencilla franela blanca, rara vez su cabello s
El regreso lo hicieron en absoluto silencio, esta vez Elena no disfrutó para nada el viaje en el yate, solo quería llegar a la habitación para darse un buen baño y acostarse a dormir, jamás se había sentido tanta soledad en su vida, ni si quiera cuando murió su madre, en esa ocasión tenía a su padre para sostenerla en su dolor, darle ánimos y fe de que todo estaría bien, en este caso estaba sola; Gabriel se marchó a la cabina de mando a hablar con el capitán de cualquier cosa para no pensar en la situación haciendo sentir a Elena más solitaria aún.Al llegar por fin a la habitación del hotel Gabriel evidenció su mal humor y su incomodidad por la actitud de Elena, estaba seguro de había hecho lo posible por acercarse a ella, por hacerla sentir en confianza para que pudieran hablar y así comenzar a resolver sus problemas, pero nada había funcionado, ella se empeñaba en encerrarse en sí misma haciendo imposible la comunicación entre ellos, su paciencia se agotaba peligrosamente y su car