Elena seguía en la habitación, Gabriel la había dejado sola para que se vistiera cómodamente, él la esperaba en el piso de abajo con la mirada perdida hacia el mar evaluando lo que acababa de ocurrir entre ellos negándose a aceptar que todo lo sucedido lo dejó lleno de una agradable sensación de ternura además del placer, había sido su primer hombre en la vida de ella, se entregó a él con tanta confianza que lo dejó abrumado, y para sus fines prácticos había logrado con ella los lazos que él necesitaba, pero la culpa también tenía su espacio devorándole como un paracito el alma, —la compensaré por el amor que no puedo darle— se repetía a sí mismo una y otra vez, así pensando la idea del matrimonio ya no parecía tan aterradora como antes, sería un gran sacrificio para él desde luego pero ya no tan pesado como parecía antaño. —Le enseñaré de la manera me gusta, la haré a mi estilo—. se consolaba mientras la esperaba. Después de lo que parecieron unos segundos Elena había bajado y se di
La noticia se difundió rápidamente, por la tarde del día siguiente Elena ya había mostrado su mano con el anillo a casi todo el personal de la empresa, se sentía eufórica y feliz, tenía la ilusión de que Gabriel quisiera poner fecha para la boda lo antes posible; ya soñaba con vestidos de novia, fiesta, viaje de bodas... pero lo que más le ilusionaba era pasar el resto de su vida al lado del hombre que tanto amaba, dormir a su lado, darle hijos...Por más que lo intentaba no podía concentrarse en el trabajo, recordaba una y otra vez la cara de sorpresa de su padre cuando le dio la noticia esa misma noche, llena de ilusión le mostró el anillo a Iván asegurándole que era la mujer más feliz del mundo; a pesar de su negativa y tras discutir el asunto, no le quedó otra opción que darle la bendición a su hija por su compromiso y pedir a Dios que no se llevará una desilusión por lo rápido que estaba sucediendo todo.—Elena, hija... Es muy pronto para pensar en matrimonio. ¡No se conocen aún!
—Tú. Tú y Elena. Es que todo ha sido tan rápido. No quiero ser entrometida, pero tampoco quiero ver que alguno de los dos salga lastimado.—Te entiendo. Pero creo que no tienes de qué preocuparte. Es más, me extraña que me digas esas cosas, tú eras de los que más insistían para que me casara —sonrió.—Claro, Gabriel, pero que te casaras Durante las primeras semanas del noviazgo Elena se dedicó a justificar a su prometido por sus ya cotidianos desplantes, días en que se sintió apartada y excluida de su vida; siempre había motivos de peso para no verla a diario... Salió de la ciudad varias veces y se encerraba horas en el estudio de su casa con su padre, para cuando las reuniones terminaban ya era demasiado tarde para verse.Gabriel se ocupaba de apoyar la auditoria anual de VASCO la empresa principal de la familia y con eso excusaba todas sus ausencias, su exceso de trabajo y la frialdad con la que manejaba su relación. Fue tarea exclusiva de ella durante esos días llamarlo a diario, e
Todavía pérdida entre gemidos y suspiros Gabriel hizo que se levantara junto con él guiándola en el cambio de posición hasta que quedó de espaldas a él apoyando sus manos sobre la cama mientras él se deleitaba con el magnífico espectáculo que le ofrecía el bien formado cuerpo femenino en esa posición, se terminó de quitar la ropa que le quedaba puesta, mientras la ansiedad volvía a apoderarse de Elena que sabía que aquello solo había sido el comienzo de una noche muy intensa... Sin aviso ni protocolo Gabriel la sujetó de las caderas y la penetró profundamente para quedarse así unos segundos disfrutando de la estrechez de sus entrañas y de la reacción de ella que dejó escapar un gemido agudo que salió de su garganta acompañado de palabras inteligibles que pronunciaba Gabriel a medida que comenzaba aquel maravilloso baile que dé un ritmo lento fue convirtiéndose a un ritmo desenfrenado y salvaje que llegó a su fin cuando ambos llegaron al éxtasis.—¡Ah! —gritó Elena al sentir una palma
Gabriel estaba de pie en la cubierta, observaba pensativo la hermosa puesta del sol en el horizonte, había invitado a Elena a conocer una de sus grandes pasiones; el Freedom... Un yate de lujo de treinta y seis metros de eslora en el que le gustaba viajar por el mar cuando sentía que debía alejarse del mundo. Habían pasado varias semanas desde aquella conversación con su madre en la que aseguró que todo estaba y estaría bien para ellos, durante los días sucesivos así fue. Se había dedicado a ser un hombre cariñoso en la medida que su carácter lo permitía haciendo sentir a Elena, a Iván y a sus padres más confiados en su relación.Abordaron el Freedom por la mañana, regresarían dos días después, el domingo.Gabriel miró su reloj ansioso por la tardanza de Elena que había ido al camarote a cambiarse para la cena. Ya el sol se había puesto casi por completo cuando ella apareció a su lado encantándole con su imagen. Para la velada de esa noche ella había escogido un vestido blanco, vaporo
Elena e Inés hacían un excelente equipo organizando una boda contra reloj, en pocos días habían podido controlar la histérica situación de tener todo coordinado en tan poco tiempo, a diario tenían entrevistas con proveedores de flores, el menú, el festejo, la modista y mil cosas que aparecían por hacer todos los días si querían que ningún detalle quedara por fuera para el gran día.Tras dos semanas de interminables carreras había llegado la hora de revisar por última vez la lista de invitados antes de enviar las invitaciones. Gabriel observaba a su madre dictar nombres de una lista mientras Elena buscaba en una caja llena de sobres blancos con ribetes dorados, a medida que crecía la cantidad de sobres con nombres impresos la impaciencia de Gabriel crecía multiplicada hasta que no pudo contener la incertidumbre.—Disculpen. Pero ¿a cuántas personas piensan invitar? —preguntó irritado.Las dos mujeres se miraron a la cara antes de que alguna contestara.—Son menos de cuatrocientos —resp
Elena estaba en la que hasta esa noche sería su habitación, el día siguiente sería la ceremonia en la que uniría su vida al hombre de sus sueños. A su alrededor reinaba un alegre y colorido caos de maletas abiertas, bolsas de compras recientes hechas, accesorios, zapatos... Cantidades de cosas que entraban y salían de lo que sería su equipaje para la luna de miel, en ese momento Elena, más que parecer una mujer a punto de casarse, tenía el aspecto a una adolescente lista para su primer viaje sin sus padres, usaba un pijama color rosa ribeteado de fino Razo adornado con pequeños conejos estampados, para terminar calzaba unas pantuflas afelpadas de Hello Kity, con la con la cara lavada y una coleta que sujetaba a duras penas su brillante melena. Con ella, su amiga Claudia y Mariana la secretaria de su padre hacían milagros para ayudar a decidir a la futura novia.—¡No sé qué llevar! —dijo Elena exasperada con las manos en las es cabeza.—No te preocupes... —intervino Mariana mientras
Tras varios minutos más de falsas promesas, Gabriel confundido y angustiado por lo sucedido entró de nuevo en la casa, cerca de la puerta principal lo esperaba Julio bastante más nervioso de lo que estaba minutos antes cuando lo fue buscar en el jardín.—¿Qué pasó Gabriel...? ¿Ya se fue?—¡Necesito calmarme! —Fue lo que alcanzó a decirle a su amigo mientras caminaba rápidamente hasta el estudio de su padre ignorando a un par de personas con las que se cruzó en el camino—. ¡Me va a volver loco! —gritó cuando por fin pudo entrar.Mientras, a Elena le parecía extraña la tardanza de Gabriel, no sabía ni a donde había ido ni a para qué y comenzaba a ponerse nerviosa. Hasta ese momento había estado distraída hablando con un grupo de invitados comentando la fiesta y recibiendo sus felicitaciones pero al cabo de unos minutos no resistió la curiosidad y fue en su búsqueda, entró en la casa pero a cada paso alguien la detenía para lo mismo, todos querían alabarla por lo hermosa que se veía en s