SOPHIECamino de un lado a otro, ya no sé cuántas vueltas he dado en el mismo lugar. El corsé del vestido me está asfixiando, porque me hace sentir, por momentos, sin aliento, supongo que debido a los nervios. Me hicieron ponerme la prenda que compré en la tienda de bodas, otra vez estoy vestida de blanco, solo que el diseño es distinto.Pero eso no me incomoda, sino el acontecimiento, el casarme con otro hombre. Respiro hondo, trato de relajarme y luego expulso todo el aire de mis pulmones.Esto lo estoy haciendo por mi hija, solo por ella.Eso lo he repetido varias veces en mi mente; necesito aferrarme a algo para no salir corriendo como aquel día que escapé de la capilla. Ahora no puedo hacer eso. Cleo aparece después de varios minutos, me indica que esta vez vendrá el abuelo y me acompañará hasta el altar. Era de suponer, esta vez no va a arriesgarse a que me escape.―El señor no tarda en venir, ― anuncia ella.No pensé que me informara, suponía que harían las cosas como el abuelo
SOPHIEMientras analizo todo lo que Cris me va diciendo en el camino, no logro comprender para qué ese desgraciado necesita a mi pequeña. ¿Por qué ella? Trato de calmarme, pero resulta imposible hacerlo. Mi hija se encuentra en quién sabe qué lugar, en manos de un lunático resentido.Cris menciona lo que Héctor sabe y prometió que lo llamaría en cuanto tuviera alguna información. Solo espero que no tarde mucho, porque estos minutos que han transcurrido ya se sienten como los más largos de mi vida.De repente, el teléfono de Cris suena, y él lo toma de inmediato para responder.―Dime ―exclama en la bocina.Puedo percibir la angustia en su tono de voz, aunque hace un esfuerzo por ocultarlo. Ambos estamos angustiados y desesperados por la seguridad nuestra hija. La llamada no dura mucho, pero después de finalizar, él me explica todo: la niñera también se encuentra con ellos, Fausto se la había llevado a la fuerza para que mantuviera a Alisa callada. Es evidente que necesita ayuda, ya que
SOPHIELlegamos al hospital, casi al mismo tiempo que la ambulancia que llevaba a Alisa. Bajamos dejando el auto estacionado en el sitio más cercano y entramos por la parte de urgencia. De nuevo trataron de evitar que pasáramos, pero Cris les dijo que la niña que habían traído hace un minuto era nuestra hija y era muy pequeña, necesitaba de sus padres. El personal de enfermería ignoró sus desesperadas palabras, y solo nos dijeron que esperáramos noticias en la sala de espera. Sabía que iba a ser eterno y angustiante para mí, pero no quedaba de otra; teníamos que seguir las indicaciones o nos echarían del sitio. Cristóbal seguía a mi lado. Los minutos de angustia me abrumaban, y no pude más. Me puse de pie y me pasé nerviosa por el pasillo varias veces. La culpa me alcanzó. Yo era la que había expuesto a mi hija de esa manera. Desde el principio, debí haber buscado la forma de tomarla y llevármela, sin embargo, me dejé intimidar por esos hombres malos. No era tan fuerte como creía. Si
5 AÑOS DESPUES SOPHIE El sol brilla con todo su esplendor sobre la isla, y el clima tropical aporta un calor reconfortante en la playa. La brisa del mar acaricia mi rostro mientras disfruto del sonido de las olas. ―Al parecer, los sueños sí se cumplen ―Abro los ojos al escuchar la voz de Cris detrás de mí. Él me rodea la cintura con sus brazos y me atrae hacia su pecho. Descanso mi cabeza en su hombro y cierro los ojos de nuevo. ―Lamento interrumpir este relajante momento, pero Odell solicita a su bella madre; se siente inquieto y he intentado mil maneras de calmarlo, pero nada ha funcionado. Me giro entre sus brazos y lo miro. ― ¿Ya revisaste su pañal? ―Sí, de hecho, eso fue lo primero que hice. Pero parece que este pequeño solo quiere tu atención. No lo culpo, yo también ando algo necesitado ―sonríe, y conozco esa sonrisa. ―Atenderé al papá después de que el hijo se quede dormido. Hasta entonces, no habrá nada de nada entre tú y yo ―digo, apartándome luego. ―Mientras tanto, p
ATENEA, GRECIACRISTÓBALLlevaba horas sentado enfrente de mi escritorio, tratando de procesar lo que mi madre me había dicho anteriormente.«Quiero que seas feliz, que tengas una esposa y una linda familia, esos son mis deseos».Quería conseguir hacer eso para ella, más que hacerme feliz a mí, quería hacerla feliz a ella, pues estaba enferma y los doctores no nos habían dado tantas esperanzas. Mi madre tenía un tumor cancerígeno, cada vez esa enfermedad la deterioraba más y más.El día que fui a visitarla me dijo esas palabras, que deseaba verme casado y con hijos, pero era imposible darle esa dicha, pues ya tenía un tiempo de haber terminado con mi última pareja.Eso me hizo recordar aquel momento, cuando eché a esa mujer de mi vida.—¿Así que trataste de verme la cara de tonto todo este tiempo? ¿Creíste que podías seguir engañándome? —cuestione, tratando de controlar la furia, pero ya era imposible no hacerlo.—No sé de qué hablas, Cristóbal. —Se hizo la inocente, pero no caí en su
SOPHIELogré salir del edificio, sin que nadie me viera, en cuanto pise el suelo de afuera, corrí hasta la acera y pedí el primer taxi que paso. Me subí sin ver al conductor, solo le dije que condujera sin detenerse muy lejos de ese lugar.No sabía cómo iba a conseguir salir de la ciudad, no había traído dinero conmigo, así que pensé por un largo rato. El taxista me había dejado en el puerto de Lavrion, la noche ya había caído y las luces de los faros era lo único que alumbraban el camino y una parte del muelle.El fresco me llegó y me abracé a misma, el vestido no cubría mucho en la parte de arriba. Afortunadamente, no había mucha gente alrededor, pero los que estaban me miraban de un modo extraño.Pueda que no sea algo normal ver a una mujer vestida de novia sentada en un muelle con una expresión de recelo en su cara.Por Dios… Necesito alejarme de aquí, no vaya a hacer que el abuelo o incluso el hombre que trató de abusar de mí, me busquen en este lugar.Observé mi alrededor con mu
SOPHIEIba rumbo a mi camarote que me asignaron, luego de un día muy ajetreado que tuve; me quise quitar los zapatos y caminar solo con las medias puestas por el lujoso piso de este barco en el que nunca imaginé que estaría, pero el cruel destino me trajo hasta aquí y ahora tenía un trabajo aunque era muy pesado y cansado. Al menos estaba lejos de la dictadura de mi abuelo.—Hola, preciosa — un hombre se puso delante de mí — ¿Por qué tan solita? Ven que te haré compañía y la pasaremos bien.Desde que comencé a atender a los pasajeros, muchas miradas de lascivia me lleve y una que otra insinuación por parte de cada hombre que le servía una bebida.Podía sentir el olor a alcohol a la distancia, el hombre estaba ebrio, así que decidí pasar de él, ya que por su vestimenta evidentemente no trabajaba aquí.En el momento que pasé a su lado me tomó del cabello para apresarme contra la pared del pasillo, sentí su aliento tan cerca de mí que fue suficiente para revolver mi estómago por completo
CRISTÓBALEntro a la mi oficina que tengo aquí en el barco y me instalo en el asiento de mi escritorio. Paso mis manos por mi cara y mi cabeza mientras respiro hondo.Me quedó pensando en lo sucedido de hoy. Ahora será difícil para esa chica soportar la cercanía de cualquier hombre, luego de lo ocurrido con ese pasajero. Lo mejor que puedo hacer, es buscar una solución para ese problema.Pero aún no sé qué, ha rechazado mi protección, entonces no sé cómo ayudarla.—¿Qué pasa hijo? Te noto preocupado —dijo mi madre al entrar a mi oficina.—Solo es trabajo, no pasa nada —respondo.—Te conozco, tú nunca te estresas por trabajo. Estás muy pensativo, cómo si estuvieras pensando en alguien. Ni siquiera apareciste hoy para comer conmigo, faltaste a la merienda y a la cena.Me había olvidado de eso, por lo general ella y yo comíamos juntos en las tardes o si no tenía tiempo, la miraba en la noche para la cena. Pero hoy había faltado y claro que para ella era inusual mi ausencia.Luego de lo q