—Hijo, habla tu padre. Llevo días intentando que te pongas en contacto conmigo. Prometiste ir a terapia. Por favor, atiende mis llamadas, estoy preocupado por ti... ¡Piiiii!Tras cortarse la llamada, a los pocos segundos volvió a sonar el teléfono, pero luego de un rato activó el buzón de voz, pero en esta ocasión era Jeremiah.—¡Ey! Amigo... Sé que aún estás en duelo, pero es importante que regreses a la oficina, esto es un caos sin ti. Por favor, contesta, estamos preocupa... ¡Piiiiii!Luego de esto, el silencio reinó en el lugar. En ese momento, Thomas estaba tirado en el piso, ebrio y casi sin sentido. Era más bien, una sombra de lo que antes era. Había pasado una semana del deceso de Lorraine y, luego de haber salido del hospital, se encerró en su casa para no ver a nadie más. Como el recuerdo de su esposa muerta lo atormentaba, decidió hundirse en el alcohol para intentar olvidar el dolor que lo consumía por dentro. —Lo... rraine... Lo... rraine... —murmuró con las pocas fuerz
—Tras sortear el peligroso viaje al otro universo, finalmente el gallardo príncipe Thomas pudo estar con su amada Lorraine, y así vivir felices por siempre. Fin —leyó Lori con mucha concentración.A su lado se encontraba un pequeño niño de ojos brillantes, quien exclamó entusiasmado:—Mami, ¿hay otro cuento sobre el príncipe Thomas y la princesa Lorraine? Realmente me gustaría saber qué les pasó después de que se encontraron. ¿Tuvieron niños como nosotros? ¿Se convirtieron en los reyes del nuevo reino? ¡Ah! Siento mucha curiosidad.Sorprendida con el repentino interés de su hijo por una segunda parte de la historia, respondió vagamente: Siento el cuerpo pesado. Quiero despertar, pero mis párpados parecen pegados, así que hago un enorme esfuerzo para abrirlos. Lentamente, muevo mis ojos, en un esfuerzo por despabilarme, sin embargo, mis músculos no responden como quiero. Tras varios minutos de lucha, al fin consigo incorporarme. Entonces me doy cuenta de que la habitación en la que me encuentro no me resulta familiar y esto aumenta más mi confusión. —¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? —pregunté aturdida mientras miraba todo a mi alrededor en busca de respuestas. Sin saber dónde me encontraba, bajé de la cama. Primero me dirigí a la ventana, desde donde pude observar varios edificios de condominios y negocios, pero todo me resultó desconocido. Lo único que descubrí fue que mi departamento se ubicaba en el tercer piso y que el inmueble es un poco antiguo. Sin embargo, no hay más pistas más del cómo llegué a ese lugar. Con más dudas, me dispuse a ir al baño para darme una ducha y prepararme para salir, pero antes de entSin recuerdos
Brinqué de susto al escuchar mi nombre, que los documentos se me resbalaron de las manos. Asustada, volteé a ver quién era la persona que me hablaba y, al descubrir quién era, abrí los ojos de la impresión. Frente a mí se encontraba un hombre alto, de unos 40 años, cabello rubio y ojos azul profundo. A primera vista lucía atlético, aunque su postura era tan erguida, que desde su posición me miraba como un tirano. —¡Buen día, señor! —exclamé asustada, levantándome rápidamente. —¿Por qué no me avisó que había llegado? —cuestionó con severidad, cruzando los brazos con desdén. —Lo siento, señor, estaba poniéndome al día con los pendientes —contesté nerviosamente. Mi respuesta hizo dudar a mi jefe, que entrecerró los ojos para tratar de descubrir la verdad, pero tras unos segundos, pareció convencerse. —¿Y cómo siguió? —¡Ah! Bien, tuve cólicos terribles —dije tocándome la barriga. —¿Acaso no dijo que se sentía mal del estómago? Cuando señaló esto, me di un golpe mental por bocona,
En el momento en que Thomas Walker mencionó la ausencia del vehículo, Lorraine sintió que sus vísceras caían al piso y un sudor frío recorrió por todo su cuerpo. En ese momento pensó que su “jefe molesto” la ponía a prueba o que ya había descubierto su secreto. Ante esta desesperada situación, contestó lo primero que se le vino a la mente. —¿Usted conduciría sintiéndose mal? —dijo esto fingiendo contrariedad. Este argumento tomó por sorpresa a Thomas, que su expresión se tornó un poco recelosa, sin embargo, asintió de conformidad. —Tienes razón, olvidé que te sentías mal y fuiste a la clínica. —¡Exacto! —exclamó Lorraine, que en el fondo celebró que él creyera en su mentira. Después de esto, el CEO de “Walker Inversiones” le hizo una seña para que entrara a su camioneta, a lo que Lorraine obedeció rápidamente. Cuando se encontraron dentro del lujoso vehículo, Thomas arrancó para salir del estacionamiento con destino a su cita de negocios. Mientras el “jefe molesto” conducía en s
En el momento en que Micky tomó mi mano y la besó frente a todos, sentí un cosquilleo que hizo arder mis mejillas. Como no quería quedar mal frente a los prospectos de "mi jefe molesto", esperé a que el atrevido hombre me soltara, para alejarme y fingir que su gesto no había me había alterado.—Puede decirme como más le guste —respondí manteniendo mi sonrisa cordial.En ese momento escuché que Thomas carraspeó, lo que inmediatamente atrajo mi atención e instintivamente aparté mi mano del coqueto joven. Entonces noté que “mi jefe” parecía un poco molesto con la escena, caso contrario con el señor Michael Johnson, quien aplaudió emocionado por el atrevimiento de su hijo.—¡Oh! Parece que mi querido Micky quedó prendado con la belleza de la señorita Ruiz, ¿no es así, Tom? —dijo mientras le daba un codazo al señor Walker.Este gesto hizo volver en sí a “mi jefe molesto”, que rápidamente respondió fingiendo estar de acuerdo con la afirmación.—Supongo que sí, nadie puede negar que mi asist
Thomas esperó a que los Johnson se marcharan, para desplomarse en su asiento y tomar aliento. Esa hora de comida había resultado bastante agotadora para él, un hombre que detestaba perder su tiempo en trivialidades.Ver a su jefe tan exhausto sorprendió a Lorraine, que preguntó:—Señ... digo, Thomas, ¿le pasa algo? ¿Se siente mal?El frío hombre alzó la mirada para responder con fastidio.—Sabes que odio gastar mis energías al tener que socializar de esta manera.—¡Oh! —exclamó sorprendida Lorraine, que en realidad no tenía idea de lo agotador que había resultado para su jefe el tener que lidiar con
Thomas parpadeó atónito con mi repentina demanda, que por un instante se quedó sin palabras. Al ver que él no decía nada, volví a hablar.—¡Jefe! ¿Acaso está jugando conmigo? —cuestioné con severidad.—¿Qué? ¡No! —respondió avergonzado—, es solo que es la primera vez que la veo actuar de esa manera tan impositiva.«¡Rayos! ¿Acaso era tan endeble antes como para dejarme manipular por este hombre tan inestable?», pensé con nerviosismo, que en el acto intenté actuar menos agresiva.—¡Ah! Lo siento si fui grosera, es solo...—Tienes razón —me interrumpió el señor Walker bastante compungido—, no tienes la culpa por mis arranques, es solo que...En ese momento noté que el imponente hombre de negocios parecía bastante afligido, como si le costara trabajo sincerarse. Era claro que toda esa actitud tenía que ver con la mujer que habíamos visto en el restaurante, así que señalé atrevidamente.—Mire, no sé qué pasó entre usted y la señorita Margaret, pero creo que debería superar esa situación p