En una cafetería de lujo, Margaret esperaba con impaciencia a su invitado, mirando de vez en cuando hacia la puerta con la esperanza de que éste apareciera en cualquier momento. También dirigía su mirada hacia su teléfono móvil para comprobar la hora.
—¡Ash! Le dije que lo vería en punto de las 10 de la mañana, ¡ya pasaron cinco minutos! ¿Acaso piensa dejarme plantada?
Su ansiedad fue incrementada por la dosis de cafeína que estaba consumiendo en ese momento. Mientras bebía un sorbo de latte, comenzó a recordar las tonterías que le había dicho a Thomas el día anterior, las cuales no la dejaron dormir en toda la noche.
«¡Arg! ¿Por qué no me quedé callada como siem
Dereck acababa de terminar su turno en el hospital, cuando escuchó que su teléfono móvil sonaba. Al ver que la llamada provenía de un número desconocido, dudó en contestar. Pero como insistía tanto, finalmente aceptó.—¿Hola?—Buen día, ¿hablo con el doctor Dereck Miller?—Sí, soy yo, ¿quién habla? ¿Es paciente mía? —preguntó consternado.—¡Oh! No, déjeme presentarme, soy Margaret Spencer y me gustaría tratar un asunto privado con usted —respondió ella dulcemente.—Disculpe, no la conozco, así que no entiendo qué asunto quiera
Margaret estaba atrapada entre los brazos del atrevido doctor, sintiendo por primera vez pánico. «Dios, no puedo creer, de verdad este hombre sea capaz de abusar de mí», pensó aterrada.En tanto, Dereck apretó con fuerza a la frágil mujer y susurró maliciosamente a su oído.—Eres demasiado valiente para venir a la casa de un hombre, sola y en la noche, ¿no crees?Ella se estremeció al sentir el cálido aliento de ese hombre en su cuello, que masculló furiosa.—¡Suéltame, maldito perro!—¡Ah! ¿Ahora soy un perro? Dime, ¿de qué raza te parezco? —se burló el atrevido
En el momento en que abrió los ojos, Lorraine parpadeó confundida sin saber dónde se encontraba. Cuando dirigió la mirada hacia Thomas, éste le reclamó malhumorado.—¿Te atreves a mencionar a otro hombre en tus sueños?Aun intentando calibrar sus ideas, Lorraine preguntó.—¿Qué? ¿Dónde estamos?—¿Cómo que dónde estamos? ¿No recuerdas que viniste a dormir a mi casa? —exclamó el resentido hombre.Lorraine parpadeó varias veces y finalmente recordó lo ocurrido la noche anterior.—¡Ah! Lo siento, es que como est
En un lapsus de locura, le propuse a Thomas registrar nuestra intención de matrimonio en el registro civil. Sabía que ese tipo de cosas debían planearse con calma, pero verlo tan entusiasmado por firmar un documento que uniría nuestras vidas por tiempo indefinido me motivaba también a aceptar el riesgo.Cuando finalmente llegamos a la oficina de gobierno, mi ansioso galán se decepcionó un poco al ver que no estaba funcionando.—Creo que no abren los domingos.—Lo imaginé, sin embargo, aún tenía la esperanza de que hoy estuvieran abiertos —añadí de buen humor.Por un momento pensé que Thomas se rendiría en su propósito, pero olvidé un detalle: él es un hombre que jamás se rinde.—Llamaré a mi amigo juez, para pedirle que venga a casarnos ahora mismo —dijo con seriedad.—¡Oye! ¡Espera! No molestes a tu amigo, de seguro debe estar descansando con su familia...—¿Familia? Ese hombre no tiene familia y toda la vida se la pasa trabajando —replicó Thomas con seriedad.—¿Eh? Pero podemos espe
Lorraine se atragantó al escuchar que Thomas mostraba interés en tener hijos, que se quedó sin palabras. Éste notó su desconcierto y preguntó ansioso.—¿Qué sucede? ¿Acaso te incomoda la idea de ser padres?—Bueno... es que jamás me he visualizado teniendo a un niño en brazos, no sé, siento que es demasiada responsabilidad —admitió.—¿En serio? ¿Jamás has tenido el deseo de ser madre?Este cuestionamiento causó un incómodo malestar en el pecho a Lorraine, ya que le hizo recordar los extraños sueños que le mostraban una realidad en la que estaba en coma y con un avanzado estado de preñez, así que respondió vagamente.—Realmente, no, supongo que en algún punto decidiré tener un hijo, pero en estos momentos no me siento preparada.—¿De verdad? —exclamó Thomas sorprendido.—Sí, ¿acaso tú habías pensado en tener hijos? —cuestionó ella rápidamente para desviar la atención.—Mmmm… —comenzó a reflexionar Walker—. En el pasado no consideré esa posibilidad, pero siempre procuré cuidarme para ev
Asustada de haber escuchado eso, Lorraine se apartó de Thomas y empezó a mirar para todos lados en busca del origen de la misteriosa voz.—E... ¿escuchaste eso? —murmuró angustiada.Extrañado por este cuestionamiento, Thomas dirigió su vista hacia los alrededores para descubrir lo que perturbaba a su amada.—¿Qué cosa?De nuevo, la misteriosa voz resonó en la mente de la inquieta joven.«Te queda poco tiempo, pronto volverás...»Cuando terminó de hablar, una punzada en el pecho doblegó a Lorraine y gimió de dolor.—¡Ah! Antes de que pudiera decir algo, se desmayó, lo que asustó a Thomas y empezó a gritar desesperado.—¡Lorraine! ¡Despierta! ¡Ayuda!Instintivamente el hombre tomó su teléfono móvil y llamó al servicio de emergencias. —Línea de emergencias, ¿en qué lo puedo ayudar? —respondió la operadora.—¡Mi prometida no reacciona! Envíen una ambulancia ahora mismo —gritó desesperado.—Entiendo, señor, ¿podría decirnos su dirección por favor? —preguntó la operadora serenamente.—Sí,
“Pronto volverás”.Esa frase retumbó en la mente de Lorraine y antes de que se diera cuenta, ya se encontraba sumida en la más profunda oscuridad. Ansiosa por salir de ese sitio, intentó correr, pero no estaba segura hacia dónde iba, ya que en donde se encontraba no sentía el piso o una zona donde pudiera desplazarse a alguna dimensión.«¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?», pensó aturdida.De pronto sintió un choque eléctrico en el pecho, que se propagó en el resto del cuerpo, causándole un intenso dolor.«¡Ah! ¿Qué me pasa? ¿Por qué me duele tanto?», gimió. Lorraine se despertó confundida de ese extraño sueño, pero se sintió más perdida al percatarse de que se encontraba acostada en una camilla, mientras era empujada por dos enfermeros.Como luz de las lámparas era bastante molesta, los cerró inmediatamente y pensó aturdida: «¿Estoy en el hospital? ¿Qué me pasó?».De pronto, escuchó la voz desesperada de Thomas:—Amor mío, preciosa, dime, ¿cómo estás?En ese punto, recordó claramente el dolor que la había hecho colapsar y al no sentir su pecho tan oprimido, murmuró débilmente.—Un poco bien, supongo.Al mismo tiempo, su madre exclamó agitada.—Mi niña, aquí está mamá. ¿Eh? No tengas miedo.En el momento en que su progenitora la tocó, Lorraine sintió un escalofrío y las palabras de ese ser misterioso retumbaron en su cabeza. Como aún no estaba segura de lo que había visto, fingió estar bien para calmar a sus angustiados familiares.—Mamá... ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar... en casa? Cuando mencionó esto, escuchó la voz de Joseph:—Fatal diagnóstico