Luzbel esperaba a Boris en la sala de ensayos de siempre. El oscuro empresario tenía otros planes, para aquella peculiar jóven.
Cuando la vió entrar algo agitada y llena de felicidad, un oscuro sentimiento se adueñó de su ser.
Pero con su acostumbrada máscara de indiferencia supo ocultarlo todo a la perfección.
Estaba apoyado en el piano azúl cruzado de brazos aguardandolo. Cuando sus miradas se cruzaron, la joven rubia supo que algo no andaba bien. Pero aquello no mató su alegría y luz interior.
— Llegas tarde Boris — dijo el emo clavandole la mirada con intensidad. Ésto preocupó a la muchqcha quien empalideció abrutamente — Debes saber que la puntualidad es indispensable aquí.
— Disculpe maestro, no volverá a suceder.
— Eso espero. Empecemos entonces.Luzbel se sentó frente al piano y comenzó a tocar una dulce melodía. Boris lo contemplaba con una sonrisa. Aquella era una melodía hermosa que lograba calmar su alma.
Inmediatamente la voz de Luzbel se hizo sentir, tan envolvente y sensual que entrampaba los sentidos del joven rubio, quien no podía quitarle los ojos de encima.
Aquella era una invitación al amor pasional y erótico, al punto que Boris empezaba a respirar entrecortado.
Algo en su interior iba reaccionando a esa voz de bajo que tenía su maestro. Sensual y excitante a la vez.
Cuando acabó, el silencio reinó unos momentos en el cual ambos se miraron a los ojos en busca del alma del otro.
Luzbel rompió el silencio logrando que la jóven se fascine más aún.
— Esa es el alma de la música a la que debes llegar....Boris. — Es....es hermosa su voz maestro.Boris tuvo que hacer uso de toda su voluntad, para recuperar el control de sus emociones, y desviar la mirada hacia las partituras que tenía en las manos.
Seguía respirando entrecortado. Luzbel se incorporó y le acarició suavemente el rostro.
Su mirada gatuna entrampaba los sentidos de Boris, quien no podía escapar de aquella atrapante sensualidad que emanaba su maestro.
— ¿Te encuentras bien Boris?
— S-Si...maestro...— Disculpame si fuí un poco duro contigo. No fue mi intensión incomodarte.— Descuide — su celestina mirada quedó entrampada en la oscuridad del emo — M-Maestro...
— Me preocupo por tu futuro. Tienes potencial....Boris.Ésto último sonó como ecos en la mente de la jóven. La voz de Luzbel comenzaba a resonar en su propia mente, anulándole la voluntad a Boris.
— Comencemos. — Diciendo ésto le quitó las partituras de las manos con suavidad, para colocarlas sobre el piano azúl. — No las necesitarás de momento.
Inmediatamente se sentó nuevamente frente al piano y comenzó a tocar otra peculiar melodía, que fue llegando a los profundo de la joven. Sin saber cómo, Boris empezó a cantar.
Luzbel iba corrigiéndole a medida que avanzaban. Las horas pasaron sin que ninguno se diese cuenta. Boris pudo cantar dos canciones a dúo con Luzbel incluso.
Llegó un momento en que el agotamiento fue tan intenso en la joven rubia, que apoyó su cabeza en el hombro del emo. Ambos se encontraban sentados frente al piano azúl.
Luzbel dió por concluída la clase. Pero abrazó a la jóven mientras la ayudaba a colocarse de pie.
Boris sentía que sus fuerzas se extinguían, la intensa concentración la había dejado así.
— Ven conmigo Boris, te invito a cenar. — Dijo su maestro.
Boris quiso negarse pero algo en su interior se lo impidió. Luzbel le provocaba extrañas reacciones que ella no lograba comprender.
— No debería molestarse así por mí....maestro. — Pudo decir usando su maxima voluntad. ¿Qué le sucedía? ¿Por qué su maestro le provocaba aquello?
— No es molestia muchacha. Ven.
Boris fue conducida por los oscuros pasillos del teatro hacia el auto de LuzbelEl frío de la noche la despabiló un poco. Así pudo despejar su mente. Cuando estuvieron en el auto, el emo le dijo que la llevaría a un lugar donde solía ir tiempo atrás.
Transcurridos unos momentos, Boris y Luzbel entraban a un elegante restaurante. Estaba situado a las afuera de la ciudad. Era acogedor y muy peculiar.
Boris se sentía extraña cenando con su maestro, el emo era tan sensual y en extremo culto que provocaba en el rubio fascinación.
Fue una agradable velada para la rubia muchacha, aquello la ayudó a soltarse un poco más cada vez que estaba frente suyo. Conversaron sobre la música, pasión que ambos compartían.
Cuando salieron era muy tarde. Luzbel la acercó a casa. Boris sabía que al día siguiente tenía que estar temprano en el teatro, para los ensayos.
Cuando entró a su departamento, suspiró profundo. Se quitó la ropa y se duchó. Cuando salió se miró al espejo, pero el reflejo que vió no fue el suyo sino el de otra persona.
Era un jóven un poco mayor que ella, pero físicamente igual a Boris. Llevaba la palidez en su rostro. Dicho jóven lo contemplaba con tristeza.
Vestía extrañas ropas color azul y negro. Posó una de sus manos sobre el vidrio al tiempo que decía:
— Ayúdame, por favor.Boris comenzaba a agitarse, repentinamente el vapor del baño se fue intensificando al tiempo que la luz comenzaba a titilar.
Cuando se apagó del todo la luz, la oscuridad envolvió a Boris. La joven encendió el segundo foco que tenía en el baño y comprobó que aquella visión que había tenido desapareció.
Ahora el espejo le mostraba su propio reflejo. Su rubio cabello mojado, su desnudo cuerpo húmedo. ¿Qué había sido aquello?
Boris no tenía explicación alguna. Pensó que, debido a su agotamiento, su mente empezaba a divagar. Necesitaba descansar.
Salió del baño y tras secarse, se colocó el pijama y se sumergió en la cama, durmiendose al instante. Mañana sería otro día.
Esa mañana había llegado más temprano que de costumbre. Estaba muy agotada debido a que no había podido dormir bien anoche.Miguel la vió llegar, y se alegró. Pero al ver su rostro se preocupó al punto de acercarsele para saber qué le sucedía.Boris respiraba entrecortado, en verdad no se sentía nada bien y todo por culpa de esa visión que tuvo anoche.Su mente le jugó malas pasadas durante toda la noche. Se vió a si misma en un sitio oscuro y cerrado frente a ese extraño. Vestía un pantalón negro, una camisa azúl, una campera color azúl y negra.Sus dorados cabellos se veían alborotados, su piel tan blanca como pálida y sus celestina mirada tan misteriosa que lo intimidaba. Entre triste y furioso. Así se veía ese extraño.Por más que Boris le preguntaba qué le sucedía, el extraño se limitaba a mirarla en silencio.Luego de unos instantes, la expresión de ese extraño cambió. Pasó de la tristeza al odio total. Sujetó a Boris de la muñeca, con
Los días pasaban velozmente y Borid no los sentía debido al continuo esfuerzo y trabajo que hacía. Entre los ensayos y las clases de canto acababa agotada. Apenas tenía tiempo para ver a su luna.Una tarde estando con su maestro Luzbel del agotamiento, se equivocó varias veces echo que despertó el enfado en el emo.Pero la joven no daba más, necesitaba dormir o acabaría enfermandose. Luzbel suspiró profundo y dió por concluída la clase.— Disculpe maestro, estoy cansado en verdad.— Descuida Boris.Ven, te mostraré algo.Así salieron de la sala y Luzbel se lo fue llevando cada vez más abajo del edificio. Pasaron los laberínticos pasillos que solo el emo conocía debido a que su padre fue el arquitecto del teatro.Cualquiera se habría perdido pero no Luzbel. Boris comenzaba a asustarse, en un determinado momento se detuvo. Estaba temblando de miedo, muy pálida y las lágrimas humedecían su blanco y pálido rostro.—¿A d-dónde
Boris despertó sintiendose confundida y algo mareada. No sabía dónde estaba, pero al cabo de unos segundos su memoria regresó a ella.Estaba en el resinto de su maestro situado bajo la tierra. ¡Estaba encerrada! Las palabras de Luzbel retumbaron en su mente una vez más, y con ellas su desesperación emergió.Se incorporó velozmente, desconocía ese cuarto y no recordaba cómo llegó hasta allí. Vió que no tenía los zapatos y por más que los buscó no los encontró. Apretó con furia sus labios mientras su corazón latía con fuerza.Salió de la cama y buscó la salida, había una sola puerta de entrada. Se dirigió a ella y salió al salón donde estuvo con su maestro. El gran piano azúl seguía allí.Buscó con la mirada la puerta hasta encontrarla. Corrió a ella atravesando el gran salón, pero al querer abrirla comprobó que estaba cerrada con llave.Boris empujó con desesperación pero no pudo abrirla. Golpeó con sus palmas mientras gritaba con intensa des
Los días pasaban y Boris seguía encerrada bajo la tierra, atada a los caprichos de su maestro Luzbel. Había veces en las que la muchacha se detenía a observarlo, percatándose del intenso dolor que el emo sentía.Boris solía sorprenderlo con la mirada perdida, fija en la nada cargada de un intenso dolor. Eran esos los momentos en que su desesperación cedía y podía conversar con Luzbel como las personas civilizadas que eran.Boris se vió obligada a usar la ropa que allí había, pero elegía las oscuras. Ese día tuvo que colocarse una de las camisas rojas que había allí. En verdad se sentía extraño con ese color.Tenía tanto frío que se colocó el pulover rojo por ser el más calentito. Pero cuando Luzbel la vio, sus ojos se humedecieron con las lágrimas.Corrió a ella y la abrazó con tanta ternura que Boris se sorprendió, sentía que la acariciaba por cada sector de su cuerpo incomodándola.— Perdoname....por favor mi amor...fue mi culp
Boris fue despertando para ver que estaba en la cama, seguía encerrada bajo la tierra en el mismo lugar. Los últimos recuerdos que tenía era de su padre Gabriel tomamdo el control de su cuerpo y entregandose a LuzbelSe incorporó pero no sintió dolor alguno. Estaba vestida con las mismas ropas que tenía antes de perder la conciencia.Se fue al baño a examinarse, se quitó las ropas y fue revisándose el cuerpo con detenimiento. Para su asombro no encontró nada que le indique haber tenido sexo con su maestro.Al parecer no fue violada por él, respiró profundo. Eso en verdad lo calmaba y que no soportaría ser tocada así por nadie. Solo Mguel podría tener esa libertar, solo con él podría estar en la intimidad.Volvió a vestirse pero la angustia seguía en su corazón porque aún estaba encerrada y al parecer su padre, que yacía en su interior, no estaba dispuesto a ayudarlo a salir de allí.Pero si seguía encerrada ahí acabaría enloqueciendo y suicidandos
Boris, una vez en la mansión de Miguel, le había contado hasta el último detalle de lo que vivió los dos ultimos meses estando prisionera de Luzbeñ Arcangel bajo la tierra.La.joven se sentía desfallecer de la desesperación, no sabía cómo eludir el destino que tenía por delante a manos de su maestro. Hasta que Gabriel haya podido volver a su cuerpo, Boris sabía que seguiría esclavizada.La muchacha no paraba de llorar y Miguel intentaba continuamente consolara. Llegó un momento en que el pelirojo le tuvo que dar un tranquilizante, a su hermosa solcita porque estaba a punto de entrar en shock.Boris comenzaba a sentir los efectos del calmante debido a que era muy fuerte. Miguel la abrazó con amor intenso mientras le susurraba al oído.— Mi sol por dios creeme cuando te digo que te liberaré. Te protegeré.— Gabriel está en mi cuerpo y...puede controlarme cuando él así lo desee.— Eres fuerte Boris y yo estoy contigo. Te amo tanto mi amor
Boris y Miguel decidieron casarse en secreto al día siguente. Boris se colocó el anillo que Miguel le dió en su dedo derecho.La joven no volvió al teatro por pedido de su marido Miguel y porque ella así lo deseaba. Se había empezado a imponer a Gabriel, siendo ella quien mandaba debido a que era su cuerpo.No le interesaba saber nada del pasado de su padre ni sobre quienes fueron las que lo intentaron matar ni mucho menos queria volver a ver a Luzbel.No soportaría ser encerrada de nuevo y honestamente, no creía en la palabra de su padre. Lo encerró en su cuerpo y no lo dejaría salir mientras tenga la fuerza para hacerlo.Miguel se ocupaba de buscar la forma de entrar al sector donde Luzbel tenía al cuerpo de Gabriel. Ésto se debía a que pudo descubrir cómo hacer para liberar a su amada esposa de Gabriel.El espiritu de Gabriel castigaba a Boris continuamente provocandole dolores físicos y moratones en sus brazos y torax. Pero la joven much
El regreso de Gabriel, no solo al teatro sino a la vida de Luzbel, dejó impactados a todos los que ahí trabajaban.El rubio entró a ese lugar donde tantas emociones sintió, lugar de sus triunfos y fracasos, sitio donde conoció y vivió el amor y también donde fue traicionado sufriendo el peor de los ataques.Ahora Gabriel no era el dulce muchacho del pasado. Su único deseo era venganza, destruirlos a todos. Sin piedad alguna. Y quedarse con su amado esposo y su hija para siempre. No cedería jamás.Antes de llegar, Luzbel le dijo quienes seguían trabajando en el teatro, gente que lo conocía y de alguna forma tuvieron algo que ver con su mala experiencia. Gabriel reocrdaba cómo sufría el desprecio de sus compañeros y personal que trabajaba ahí.Ya sea porque era el dueño del amor del popular de Luzbel, el joven más hermoso del teatro y más codiciado por todas. Ya sea por el talento que poseía para la música.Lo cierto era que la envidia ll