Narrador:
Al entrar en esa habitación, hubo un momento en el que sintió paz, pero era consciente de que duraría muy poco. Todo lo bueno duraba poco en su vida. Sumado a que esa habitación era mucho más humilde que en todas las que había estado.
Una simple cama individual y un pequeño armario adornaban la estancia.
Se asqueó de estar allí, y cuando abrió la pequeña puerta que daba un baño mucho más minúsculo de lo que ella podía imaginado.
—Genial, solo me falta una cocina y esto es todo un palacete.
No había deshecho su maleta, solo había estado observando la habitación, abriendo y cerrando la ventana, y preguntándose si sobreviviría a una caída desde la tercera altura. No tenía sentido saltar, si conseguía sobrevivir no quedaría en buenas condiciones.
—¡Cassy!
La dulce voz de Mel la sobresaltó.
—Hola... —murmuró sin interés.
No tenía nada en contra de aquella chica, incluso parecía amable y su cara angelical la
Narrador: Aquella habitación sí que era digna de admirar, y no solo por la estantería repleta de libros, sino por la enorme cama cubierta por sábanas de seda. Tanto fue el calor que sintió al entrar que le daba igual volver a salir.Paseó sus dedos por los libros, tratando de encontrar alguno que llamara su atención. Cassy lo miraba todo con admiración, hasta llegar a tomar un reloj de arena en sus manos e inspeccionarlo con atención.—Me lo regaló mi padre cuando tenía tres años —se pronunció Nico algo nostálgico —. Procura no romperlo, son pocas las cosas que me quedan de él.—Está habitación es tuya, ¿verdad?Sus ojos rápidamente fueron a parar sobre un portátil mal dejado sobre la pequeña mesita de noche.—Me lo llevaré —dijo Nico quitándole la ilusión.— No quiero que actualices tu Facebook con algún estado deprimente...—Llevo casi un mes sin poder conectarme...—Y así seguirá siendo —concluyó tajante.Hizo
Narrador:Los días pasaban; sin fechas ni horas. La butaca de Nico cerca del ventanal y los libros se convirtieron en su pasatiempo. Pero gozaba de la libertad para entrar y salir de esa habitación a su antojo. Y así entraba en confianza con Mel, la que se pasaba horas interminables hablando de su historia de amor, de lo bien que se sentía abandonarse y quedar en manos de Adam. Aun así ella se veía incapaz de arrodillarse ante alguien y llamarlo Amo, como si ella fuera una mascota, sin embargo Mel parecía la mujer más feliz del mundo.El dolor había cesado y casi calmado, aunque muchas madrugadas se despertaba empapada en sudor a causa de las pesadillas que sufría.Incluso Nico le empezaba a agradar, aunque en cuanto se volvía a activar su modo altanero, ella sacaba las uñas para defenderse.Casi una semana sin noticias de Alejandro, lo que la hacía estar mucho más tranquila. Rogaba a todos los dioses para que ese hombre se hubiera olvidado d
Narrador:—¿Todo bien, Cassy?Ella se tornó a él y esbozó una amplia sonrisa.—Su novia ha dicho que buscaban un buen sitio para comer.Nicolás frunció el ceño, y al fin pudo recobrar el aire que le faltaba. Su cara dejó de mostrarse pálida adquiriendo su color natural.—Gracias por la información —pronunció ella con una sonrisa traviesa—. ¡Vamos, cariño!Cassy tiró de Nicolás, el cual ya se había imaginado como terminaría encerrado en una mugrosa celda.Y cuánto todo sus sentidos volvieron a activarse, fue cuando se percató que la mano de ella estaba entrelazada con la suya.—¿Por qué demonios has hecho eso?Ella no pudo reprimir una suave carcajada en forma de burla.—El gran Señor acojonado por completo, tendrías que haberte visto la cara —se mofó.Nicolás agarró la muñeca de ella con brusquedad y clavó sus ojos furiosos en ella.—Si fueras mía, te castigaría por esto.—No soy tuya, así
Narrador:—Ve a tu habitación y no salgas hasta que yo lo diga, ¿entendido?Ella asintió.Nicolás respiró hondo y con aire de superioridad entró en la enorme sala, donde tres de sus socios y Alejandro lo esperaban.Con una falsa sonrisa y un entusiasmo sobreactuado les dio la bienvenida.—¡Al fin se dignan a venir! —fingió normalidad. —¡Arlet!La muchacha no tardó en hacer presencia, Nico podía engañar a los que estaban presentes, pero no a ella, que lo conocía bastante bien.—¡Toda la maldita semana preparando la fiesta, y no veo copas ni chicas por ningún lado!Arlet, la que acostumbraba a ser el alma de la fiesta, solo se quedó mirándolo.—Alejandro, dijo que no había nada que celebrar.—¡Está es mi casa! Y si digo que hay fiesta, es que la va a ver.—Vengo a llevarme a Cassy, Nico. No tengo nada que celebrar contigo.Nico negó caminando de un lado a otro.En seguida las chicas desfilar
Narrador:Cassy se mantuvo en la cama encogida, lo que impedía a Adam abandonar la habitación y dejarla sola. Sabía que no estaba bien, y ya no solo era por Alejandro, si no por como había sido tratada por su hermano.Sin pensarlo dos veces, se acomodó en la cama con ella y la rodeó con su brazo.—¡Déjame! —rechazó su abrazo de mala manera.—¡No puedo! No quiero volver a verte como la primera vez que te vi.Ella no entendía por qué demonios se empeñaba tanto en hacer algo por ella, cuando ella lo único que necesitaba era el silencio.—Nico me ha humillado delante de todos...—Cuando te vi por primera vez, supe que debía sacarte de allí porque quería verte sonreír. Mi madre decía que cada vez que una mujer llora una estrella muere en el firmamento.Adam se incorporó para rebuscar su teléfono, y buscar aquella canción de Maroon 5 que le había dedicado en el coche. Y sin venir a cuento, la música y la vo
Alejandro:Después de despedirse de sus socios, llegando al acuerdo de dejar a Alejandro fuera con la condición de pagarle la parte que le correspondía, Nico al fin pudo respirar más tranquilo. Necesitaba que esos hombres estuvieran de su parte. Se encargó de devolver a las chicas a los clubs con el fin de dejar la casa despejada para poder ordenar sus pensamientos sin escándalos.No se había atrevido a entrar en la habitación, más que nada porque a los quince minutos su hermano volvía con un arsenal de comida y él había preferido quedarse al margen de la situación, y no incomodar más a Cassy.Cuando tomó asiento, echó de menos la presencia de su hermano, ya que Mel era la que solía llegar la última.—¿Dónde está Adam?Pero a Mel no le hizo falta contestar, porque tanto Adam como Cassy aparecieron en el momento.Con extrema educación, Adam deslizó la silla para invitar a Casandra a sentarse, ¿cuánto más podía molestarse para hacer
Narrador:Aunque no tenía intención alguna de acostarse con Nico, había algo en ella que la obligaba a buscarlo, y es que por más que quisiera negarlo, se sentía atraída por ese hombre.Se quedó en la puerta indecisa por tocar llamar, cuando de pronto se preguntó qué demonios buscaba en ese hombre.Cuando se giró arrepentida por querer perseguirlo, la voz de Adam sonó a lo lejos.—¡Cassy! ¡Espera!Genial, ¿No podía pronunciar su nombre con discreción? Estaba segura de que si Nicolás estaba al otro lado de la puerta, habría oído a su hermano.—¿Dónde ibas?Nicolás abrió la puerta justo en el momento en que su hermano pasaba su brazo por el hombre de Casandra.Cassy no parecía incomodarle el gesto de Adam. Los vio alejarse, y por algún motivo siguió los pasos de ambos.En seguida llegó una carcajada tan aguda que le costaba creer que fuera ella la que se estuviera riendo de esa manera. Solo se había reído con él, m
Narrador:Había momentos en que solo pensaba en su madre, otros en todas las clases que se había perdido, y preocupándose por como lograría recuperarlas, era absurdo porque incluso Nico le había asegurado que jamás volvería a su vida.Se tiraba en la cama horas y horas imaginándose de vuelta a casa, asfixiando a cada unas de sus amigas para terminar llorando en los brazos de su madre. Aquellas escenas parecían tan reales, pero al fin y al cabo solo eran creación de su mente, nada era real.En cuanto Nico asomó su cabeza por la puerta, se sintió desilusionada, una parte de ella había ansiado que fuera su hermano, porque pasar tiempo con Adam significaba no pensar en nada más, solo centrarse en él y vivir ese momento.—¿Se puede?Se acomodó en la cama después de poner los ojos en blanco.—El señor Díaz pidiendo permiso, cuando hace tan solo unas semanas me ordenaba ponerme de rodillas. ¿A qué se debe este cambio de actitud?—Y