Adam detiene el coche justo delante de lo que parece un bar, dea lo que sea ese establecimiento, parece un antro repugnante.
Un cartel mal colocar, desgastado y lleno de mugre, por no hablar de los cristales plagados de propaganda en la que ya no se puede ni distinguir las letras.
Tanto Alejandro cómo Adam se bajan sin mencionar ninguna palabra.
Joanna comprueba que las puertas del vehículo están abiertas y clava sus ojos en mí. Es hora de irnos, no podemos desaprovechar esta oportunidad.
—¿Y si nos alcanzan?
—¿Quieres estar en otro lugar?
Abre la puerta, en cuanto pone un pie fuera del vehículo me soy prisa en seguirla.
Joanna tira de mí con todas sus fuerzas y echamos a correr.
Tan rápidas, tan agitadas, tan asustadas que mi corazón amenaza con detenerse.
En seguida se escuchan las voces de ellos, sobre todo la de Alejandro.
En cuanto nos fijamos en otro establecimiento, no mucho mejor que el anterior, pero di
Narrador:Nico se vio sorprendido por las palabras y los gritos de esa muchacha, aunque bien entendía su situación o al menos intentaba comprenderla.—¿Cassy?Ella lo miró completamente embobada, como si aquel ser hubiera llegado de otro planeta, como si jamás hubiera visto nada igual. Aunque Nico tampoco apartó la mirada de los cautivadores ojos de Casandra.—Me gustaría tener unas cuantas palabras contigo.Alejandro acribilló a Cassy en cuanto puso un pie en el despacho.—Toma asiento, por favor.Demasiado educado, las personas peligrosas siempre podían mostrar una gran educación, y Nico era ambas cosas.—Estoy bien de pie.—Alejandro ya me había advertido de tu rebeldía.—En cambio a mí, nadie me ha advertido de tu altanería.—¿Ya me has calificado? ¿No crees que ha sido demasiado precipitado?—Mira, Nico...—Señor, si no te importa.—¿No puedo llamarte por tu nombre?—Nadie
Las miradas que se cruzaba Alejandro con Cassy no podían acabar con ella, sin embargo lo estaba intentando. Sabía que si Nico había cambiado de parecer solo podía ser culpar de ella. Aunque lo que más le fastidiaba era ser el villano de toda esa historia.Adam estaba complacido con la decisión que había tomado su hermano, sabía que ver con sus propios ojos a esa muchacha no lo dejaría indiferente.—Lleva a Cassy a una de las habitaciones, hasta que podamos adaptar una para ella.—No, ese no era el trato.Alejandro estaba furioso, de ninguna de las maneras permitiría que Nico se sintiera con algún derecho sobre su mujer.Adam avanzó hasta invitar a Cassy a salir del despacho. Pero una vez más la cobarde que llevaba dentro salió a relucir, y lo extraño es que a pesar de que Nico era mucho más alto y fuerte, no le temia como a Alejandro.—Ni se te ocurra tocarla, imbécil.Con esas palabras ella entendió que podía salir. Pero que nada era
Narrador: Al entrar en esa habitación, hubo un momento en el que sintió paz, pero era consciente de que duraría muy poco. Todo lo bueno duraba poco en su vida. Sumado a que esa habitación era mucho más humilde que en todas las que había estado.Una simple cama individual y un pequeño armario adornaban la estancia.Se asqueó de estar allí, y cuando abrió la pequeña puerta que daba un baño mucho más minúsculo de lo que ella podía imaginado.—Genial, solo me falta una cocina y esto es todo un palacete.No había deshecho su maleta, solo había estado observando la habitación, abriendo y cerrando la ventana, y preguntándose si sobreviviría a una caída desde la tercera altura. No tenía sentido saltar, si conseguía sobrevivir no quedaría en buenas condiciones.—¡Cassy!La dulce voz de Mel la sobresaltó.—Hola... —murmuró sin interés.No tenía nada en contra de aquella chica, incluso parecía amable y su cara angelical la
Narrador: Aquella habitación sí que era digna de admirar, y no solo por la estantería repleta de libros, sino por la enorme cama cubierta por sábanas de seda. Tanto fue el calor que sintió al entrar que le daba igual volver a salir.Paseó sus dedos por los libros, tratando de encontrar alguno que llamara su atención. Cassy lo miraba todo con admiración, hasta llegar a tomar un reloj de arena en sus manos e inspeccionarlo con atención.—Me lo regaló mi padre cuando tenía tres años —se pronunció Nico algo nostálgico —. Procura no romperlo, son pocas las cosas que me quedan de él.—Está habitación es tuya, ¿verdad?Sus ojos rápidamente fueron a parar sobre un portátil mal dejado sobre la pequeña mesita de noche.—Me lo llevaré —dijo Nico quitándole la ilusión.— No quiero que actualices tu Facebook con algún estado deprimente...—Llevo casi un mes sin poder conectarme...—Y así seguirá siendo —concluyó tajante.Hizo
Narrador:Los días pasaban; sin fechas ni horas. La butaca de Nico cerca del ventanal y los libros se convirtieron en su pasatiempo. Pero gozaba de la libertad para entrar y salir de esa habitación a su antojo. Y así entraba en confianza con Mel, la que se pasaba horas interminables hablando de su historia de amor, de lo bien que se sentía abandonarse y quedar en manos de Adam. Aun así ella se veía incapaz de arrodillarse ante alguien y llamarlo Amo, como si ella fuera una mascota, sin embargo Mel parecía la mujer más feliz del mundo.El dolor había cesado y casi calmado, aunque muchas madrugadas se despertaba empapada en sudor a causa de las pesadillas que sufría.Incluso Nico le empezaba a agradar, aunque en cuanto se volvía a activar su modo altanero, ella sacaba las uñas para defenderse.Casi una semana sin noticias de Alejandro, lo que la hacía estar mucho más tranquila. Rogaba a todos los dioses para que ese hombre se hubiera olvidado d
Narrador:—¿Todo bien, Cassy?Ella se tornó a él y esbozó una amplia sonrisa.—Su novia ha dicho que buscaban un buen sitio para comer.Nicolás frunció el ceño, y al fin pudo recobrar el aire que le faltaba. Su cara dejó de mostrarse pálida adquiriendo su color natural.—Gracias por la información —pronunció ella con una sonrisa traviesa—. ¡Vamos, cariño!Cassy tiró de Nicolás, el cual ya se había imaginado como terminaría encerrado en una mugrosa celda.Y cuánto todo sus sentidos volvieron a activarse, fue cuando se percató que la mano de ella estaba entrelazada con la suya.—¿Por qué demonios has hecho eso?Ella no pudo reprimir una suave carcajada en forma de burla.—El gran Señor acojonado por completo, tendrías que haberte visto la cara —se mofó.Nicolás agarró la muñeca de ella con brusquedad y clavó sus ojos furiosos en ella.—Si fueras mía, te castigaría por esto.—No soy tuya, así
Narrador:—Ve a tu habitación y no salgas hasta que yo lo diga, ¿entendido?Ella asintió.Nicolás respiró hondo y con aire de superioridad entró en la enorme sala, donde tres de sus socios y Alejandro lo esperaban.Con una falsa sonrisa y un entusiasmo sobreactuado les dio la bienvenida.—¡Al fin se dignan a venir! —fingió normalidad. —¡Arlet!La muchacha no tardó en hacer presencia, Nico podía engañar a los que estaban presentes, pero no a ella, que lo conocía bastante bien.—¡Toda la maldita semana preparando la fiesta, y no veo copas ni chicas por ningún lado!Arlet, la que acostumbraba a ser el alma de la fiesta, solo se quedó mirándolo.—Alejandro, dijo que no había nada que celebrar.—¡Está es mi casa! Y si digo que hay fiesta, es que la va a ver.—Vengo a llevarme a Cassy, Nico. No tengo nada que celebrar contigo.Nico negó caminando de un lado a otro.En seguida las chicas desfilar
Narrador:Cassy se mantuvo en la cama encogida, lo que impedía a Adam abandonar la habitación y dejarla sola. Sabía que no estaba bien, y ya no solo era por Alejandro, si no por como había sido tratada por su hermano.Sin pensarlo dos veces, se acomodó en la cama con ella y la rodeó con su brazo.—¡Déjame! —rechazó su abrazo de mala manera.—¡No puedo! No quiero volver a verte como la primera vez que te vi.Ella no entendía por qué demonios se empeñaba tanto en hacer algo por ella, cuando ella lo único que necesitaba era el silencio.—Nico me ha humillado delante de todos...—Cuando te vi por primera vez, supe que debía sacarte de allí porque quería verte sonreír. Mi madre decía que cada vez que una mujer llora una estrella muere en el firmamento.Adam se incorporó para rebuscar su teléfono, y buscar aquella canción de Maroon 5 que le había dedicado en el coche. Y sin venir a cuento, la música y la vo