Oliver
Contemplo a la chica, la cual permanece en una esquina de la habitación sentada en el suelo, casi inmóvil. ¡Dios, que mal rollo! Con todo el pelo cubriéndole la cara y parte de sus rodillas, solo le falta una horrible bata blanca y la imagen equivaldría a una auténtica escena de terror.
Tengo la espalda jodida de haber dormido en un sofá diminuto para ofrecerle la cama, y ella se queda en el suelo, lo llego a saber y ni me molesto en tener ese detalle con ella.
Me incorporo con pereza, siento el cuerpo dolorido y me cuesta avanzar hasta ella, los años ya me empiezan a pasar factura.
—¿Cómo te llamas?
La cuestiono intentando despegar su cabeza de sus rodillas.
—¡No me toques!
—Bien, No Me Toques. Es hora de que muevas tu culo del suelo y te des un baño, iré a traerte algo de ropa.
Por mi sorpresa la pequeña gata, que parecía totalmente inofensiva, saca sus uñas para arañarme.
—¡Mi madre vendr
Cassy se incorpora en seguida obedeciendo sin rechistar la orden de mi hermano, lo que me hace pensar que algo ha cambiado entre ellos. Sé que Alejandro pretende castigarla por algo estúpido, y no puedo evitar sentirme culpable.Tal vez no debí decir tantas idioteces seguidas, pero provocar a Cassy es algo que me empieza a gustar demasiado.—Enciende el fogón grande, María.Él desaparece detrás de Cassy, al poco rato lo escucho gritar, pero no logro entender nada de lo que dice.—Va a castigar a Cassy por tu culpa, No Me Toques.La puta verdad es que mi hermano se va a desquitar con ella, porque estoy seguro de que piensa que Cassy al contestarme de ese modo es porque siente alguna confianza conmigo.Alejandro regresa con una especie de hierro en las manos, busca en los cajones de la cocina hasta sacar un guante protector contra el calor.Se coloca el guante y me doy cuenta de la terrible decisión que ha tomado. El hierro tiene una
Cuando abro los ojos, un dolor agudo atraviesa mi nalga hasta llegar a mi espina dorsal. Soy casi incapaz de moverme. Aun así apartó la sábana con la intención de saber que me han hecho esos animales.Me acaricio, y me doy cuenta de que está cubierto, cuando intento despegar el esparadrapo de mi piel, la perturbadora voz de Alejandro me paraliza por completo.—¡Quieta! ¡No lo toques!Duele, escuece. Aunque lo que más ha dolido fue ver qué Oliver no movía ni un solo dedo por detener a su hermano. Estoy segura de que si Joanna no estuviera aquí, habría hecho algo a mi favor. Pero se ve que ya no le importo.Alejandro deja la bandeja que sostiene en sus manos en la mesita de noche. Toma el jugo de frutas y me lo acerca.—En unos días se habrá curado.Me ofrece el jugo, pero no tengo sed, ni hambre, ni siquiera ganas de escucharlo, ni de vivir.—Te odio... —susurro siendo lo más sincera que puedo llegar a ser.En estos mo
Narrador:Alejandro se movió inquieto de un lado a otro, en el mismo instante que recibió la primera fotografía de Cassy, quedó totalmente cautivado por sus profundos ojos. Una Cassy sonriente, sujetando un batido entre sus manos, hacia una mueca con la cara y la foto fue acompañada de la siguiente frase: como me gustaría hacer estas cosas contigo. Te quiero.Alejandro quiso fotografiar el cuerpo de Albert y herir tanto a Cassy como lo estaba él, y después de tomar la fotografía no pudo mandarla.Alejandro estuvo horas delante de los cuerpos sin vidas, sentado en el suelo al mismo tiempo que sujetaba su arma y tenía el teléfono de Albert entre sus dedos.Cada vez que se bloqueaba la pantalla haciendo que ese rostro angelical desapareciera, él volvía a desbloquearla, hasta que la batería se agotó.Desde ese momento perdió toda cordura, y solo quería saber un poco más de esa chica. Olvidar la imagen de Angy, y dejar de odiar a Oliver.
Narrador: Aquel chico, un completo desconocido para ella, había hecho en una hora lo que Oliver no había conseguido en todo ese tiempo.Al ponerse de pie parecía que el dolor no era tan intenso, fue todo un alivio el haberse levantado, tanto que barajaba la opción de no volver a sentarse.Una vez que pudo vestirse después de pasar casi el día entero desnuda, y haber enseñado el culo a todo aquel que entraba en la habitación, se sintió satisfecha.Caminó hacia el baño y terminó de asearse. Mientras se secaba la cara, no pudo evitar contemplar su propio reflejo. Tenía la cara demacrada; ojeras, ojos hinchados y la piel pálida, sus cejas había dejado de tener la forma tan bonita en que se las solía hacer, para volver a su forma original.Tomó el estuche de maquillaje para darle un poco de vida a su rostro, aunque pensándolo bien, ese no era su mayor problema.Aunque después de un par de retoques había quedado mejor, Cassy fue incapa
Cassy:Perezosa, abro los ojos, como todas las mañanas; deseando despertarme en mi propia habitación.La rodilla de Joanna comprimiendo mis costillas, sumado a su mano tapando parte de mi rostro, me hizo comprender que seguía aquí, que ninguna mañana despertaré en mi habitación por mucho que lo desee.Aparto las extremidades de Joanna hacia un lado y me acomodo para poder sentarme.Adam, el cual no aparta sus ojos avellana sobre nosotras, se esfuerza por sonreír.—Es la primera vez que duermo con alguien, y creo que la última.Reniego una vez, a lo que parece que él se ha quedado mudo, por mi sorpresa la bandeja que la noche anterior estaba vacía, ahora tiene un desayuno completo.—Buenos días, Cassy.Hace días que dejaron de ser buenos los días para mí.—¿Qué tienen de buenos? —digo frunciendo mis labios —. Sigo aquí...—Levanta, quiero ver qué aspecto tiene la herida.¡Ah, sí! Con todo lo que ha pas
Adam detiene el coche justo delante de lo que parece un bar, dea lo que sea ese establecimiento, parece un antro repugnante.Un cartel mal colocar, desgastado y lleno de mugre, por no hablar de los cristales plagados de propaganda en la que ya no se puede ni distinguir las letras.Tanto Alejandro cómo Adam se bajan sin mencionar ninguna palabra.Joanna comprueba que las puertas del vehículo están abiertas y clava sus ojos en mí. Es hora de irnos, no podemos desaprovechar esta oportunidad.—¿Y si nos alcanzan?—¿Quieres estar en otro lugar?Abre la puerta, en cuanto pone un pie fuera del vehículo me soy prisa en seguirla.Joanna tira de mí con todas sus fuerzas y echamos a correr.Tan rápidas, tan agitadas, tan asustadas que mi corazón amenaza con detenerse.En seguida se escuchan las voces de ellos, sobre todo la de Alejandro.En cuanto nos fijamos en otro establecimiento, no mucho mejor que el anterior, pero di
Narrador:Nico se vio sorprendido por las palabras y los gritos de esa muchacha, aunque bien entendía su situación o al menos intentaba comprenderla.—¿Cassy?Ella lo miró completamente embobada, como si aquel ser hubiera llegado de otro planeta, como si jamás hubiera visto nada igual. Aunque Nico tampoco apartó la mirada de los cautivadores ojos de Casandra.—Me gustaría tener unas cuantas palabras contigo.Alejandro acribilló a Cassy en cuanto puso un pie en el despacho.—Toma asiento, por favor.Demasiado educado, las personas peligrosas siempre podían mostrar una gran educación, y Nico era ambas cosas.—Estoy bien de pie.—Alejandro ya me había advertido de tu rebeldía.—En cambio a mí, nadie me ha advertido de tu altanería.—¿Ya me has calificado? ¿No crees que ha sido demasiado precipitado?—Mira, Nico...—Señor, si no te importa.—¿No puedo llamarte por tu nombre?—Nadie
Las miradas que se cruzaba Alejandro con Cassy no podían acabar con ella, sin embargo lo estaba intentando. Sabía que si Nico había cambiado de parecer solo podía ser culpar de ella. Aunque lo que más le fastidiaba era ser el villano de toda esa historia.Adam estaba complacido con la decisión que había tomado su hermano, sabía que ver con sus propios ojos a esa muchacha no lo dejaría indiferente.—Lleva a Cassy a una de las habitaciones, hasta que podamos adaptar una para ella.—No, ese no era el trato.Alejandro estaba furioso, de ninguna de las maneras permitiría que Nico se sintiera con algún derecho sobre su mujer.Adam avanzó hasta invitar a Cassy a salir del despacho. Pero una vez más la cobarde que llevaba dentro salió a relucir, y lo extraño es que a pesar de que Nico era mucho más alto y fuerte, no le temia como a Alejandro.—Ni se te ocurra tocarla, imbécil.Con esas palabras ella entendió que podía salir. Pero que nada era