Capitulo 33

Hay un pequeño golpe en la puerta. Ya sé que no es él. No tocaría. Nunca ha llamado a la puerta.

—Adelante—grito. Priscilla abre la puerta. Candace está detrás de ella llevando una bandeja con tostadas y café.

—Buenos días—dicen ambas.

—Hola—respondo.

Candace me mira. Me sonrojo cuando sus ojos brillan con algo que me hace pensar que presiente lo que Luciano y yo hicimos aquí anoche.

—No vamos a tener otro día como ayer—proclama Priscilla—. Es casi mediodía y no has bajado a desayunar.

Mis ojos se abren ampliamente.

—Oh, Dios mío, no me di cuenta de la hora. —No hay forma de que hubiera pensado que era tan tarde. No soy el tipo de persona que se queda acostada. Cuando vivía en casa, me levantaba temprano para pintar.

—Te comerás esto y volveremos en diez minutos—responde.

—Luciano organizó algo bueno para ti hoy—sonríe Candace. No puedo imaginar lo que podría ser.

—¿Qué es?

—Algo que te gustará, querida—responde Priscilla. Las comisuras de sus ojos se arrugan cuando sonríe.

Muerdo el
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