Capitulo 41

Me lleva a la pared donde está el armario, me suelta y tira de una cortina que supuse cubría la ventana. Cuando la cortina se abre, veo que no es una ventana.

Me quedo boquiabierta cuando mi mirada se posa en una gran Cruz de San Andrés de metal junto a la pared y una pequeña mesa que tiene una variedad de restricciones. Cadenas, esposas, cuerdas y látigos.

BDSM. Eso es lo que es esto. Eso es lo que estoy mirando.

En tan solo unas semanas, di mi primer beso, perdí mi virginidad y ahora mírame. ¿Que estoy haciendo ahora? ¿En qué estoy de acuerdo?

—¿Tienes miedo, Princesa? —pregunta. Mi mirada va de la cruz a él—. Quiero atarte y follarte. Quiero vivir una fantasía salvaje, oscura e imprudente que he tenido de ti desde que te vi en el baile benéfico.

La idea de un hombre como él fantaseando conmigo es lo que me engancha y me empuja a la fantasía de permitirle que me ate y haga lo que quiera conmigo.

—¿Eso te asusta, Princesa Fiorella? —me pregunta de nuevo.

—No—respondo. Sin embargo, no
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