Apurando la marcha

Al levantarse lo primero que hizo fue buscar a Tamar con la vista, no se veía a simple vista y eso lo preocupó, ¿estaría herida por una bala perdida? La angustia comenzó a atenazarle el corazón, tomó la AK-47 en sus manos y se disponía a correr hacia donde había visto a Tamar la última vez antes del enfrentamiento, cuando ésta apareció poco a poco detrás de la roca donde se había refugiado todo ese tiempo. Velkan dejó caer todo lo que tenía encima y salió corriendo hacia donde ella estaba, porque vio que estaba cojeando de una pierna.

─¿Tamar, estas bien? ─le dijo con un tono angustiado de voz.

─Si, amor, estoy bien, pero no me atrevía a moverme y se me acalambró la pierna ─dijo con un rictus de dolor dibujado en la cara─ Fuera de eso estoy perfectamente bien, ¿y tú cómo estás?

─Estoy bien, cariño. Un poco molesto por lo que tuve que hacer ─en verdad resentía lo que había hecho y quería que ella lo supiera.

─Te entiendo, Velkan ─trató de consolarlo aunque fuera sólo con palabras, sabí
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