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Amor Comprado
Amor Comprado
Por: Amaranthax
Capítulo 1: Sumergida en la tristeza.

No puedo creer lo me está ocurriendo, estoy hecha un manojo de nervios. Soy una mujer muy insegura por la sobreprotección de mis padres. Por lo que no tengo prácticamente amigos, de un tiempo para acá me tienen prohibido salir de la casa. Vivimos en una extensa granja en la hermosa cuidad de Misisipi-Ohio. Apenas culminará el bachillerato quería irme hasta la capital en Washington para continuar mis estudios, anhelaba convertirme en medico mi mayor sueño era ser pediatra me gustan muchos los niños y el sentido altruista siempre me ha invadido. 

Estoy horrorizada con lo que acabo de oír en la sala, mis padres discuten sobre mi supuesto matrimonio creo que no tengo salida. Oí claramente cuando mi madre le decía a mi padre que solo Robert Fox seria la salvación a nuestros problemas financieros. Mi padre acaba de quedar en la ruina total está a punto de perder la casa por una deuda de juego ¡Santos Cielo! Estoy muy preocupada por el rumbo que puede tomar mi vida. Estoy asediada por la incertidumbre.

Irrumpo en la sala haciéndome la desentendida.

— ¿Ocurre algo? —pregunto, pero ya había oído lo suficiente de la situación que se avecina.

—No princesa—responde mi padre.

—Si ocurre hija. No le mientas a la niña Paul—responde mi madre bruscamente.

— ¿En serio que pasa? Me tienen muy preocupada con tantos misterios.

—Venga para acá mi amor—me dice mi madre.

—Espera Elizabeth…. —la detiene mi padre.

—Esperar que Paul. Por esperar por usted es que estamos metidos en estos líos. Hija espéreme en su habitación por favor en un momento subo tengo algo muy serio de que platicarle—me pregunto ¿Qué será? Lo que alcance oír es que mi padre había perdido todo de forma irremediable.

Atiendo a lo indicado por mi madre y me dirijo hasta mi habitación. Que me querrá informar estoy muy asustada por todo lo que está sucediendo, siento que mi destino se torna incierto. Mi padre se llama Paul Brayden era un importante productor de la zona, pero su adicción al juego hizo que todo se viniera abajo y que la finca decayera completamente. Mi madre es una mujer muy ladina y ambiciosa se llama Elizabeth Brayden.

Siempre me decía que debo de casarme con un buen partido para tener mi futuro asegurado. Por lo que no era necesario que perdiera mi tiempo estudiando para sacar una carrera profesional. Por lo general constantemente se toma la tarea de mermar mis sueños y fortalecer mis miedos. Vivo encerrada prácticamente en estas cuatro paredes estoy a punto de reventar. Me siento inmersa en una tristeza profunda, plagada de fobias y soledad.

Al cabo rato llega mi madre a mi dormitorio:

—Mi amor tengo que hablar contigo de un asunto muy importante.

—Dígame mamá—me preocupa su tono.

—Están pasando cosas en la casa. Nos quedamos en la calle prácticamente mi amor, tenemos que dejar la finca en unos días y no sé qué hacer—me dispone a llorar desconsoladamente.

—Ya mamá quédese tranquila—la consuelo.

—Mi amor le pido que por favor me escuche si con mucha atención sino estuviéramos en esta situación créeme que no pidiera su ayuda.

—La escucho mamá.

—Cómo lo que ya le acabo de decir estamos en la miseria. Robert Fox el dueño de la Hacienda más importante de todo Ohio quedo en ayudarnos con toda esta situación, me dijo que se encargaría de pagar la deuda si tú hija, accedes a casarte con él.

— ¿Qué? ¿Cómo así?

—Escúcheme mi amor que no he terminado. Hágalo por nosotros sus padres nos debe la vida Diane no puedes permitir que nos echen a la calle como unos perros. Eres nuestra única hija nuestro futuro está en sus manos por favor ayúdanos—me suplica.

—Es increíble todo lo que me dice mamá. Yo no amo a ese señor ni siquiera lo conozco y lo que dicen de él en el pueblo es fatal. Tiene un muy mal carácter, es muy descabellado lo que me pide.

—No tenemos salida mi amor. No tiene mucho que pensar solo acepte Robert es un muy buen partido. Eso del amor son puras sandeces que se inventan para hacernos creer tonterías de la vida, eso solo es en los cuentos ridículos de hada. La realidad es otra y la nuestra está en sus manos mi amor.

—Mamá por Dios me coloca en una coyuntura muy tenaz.

—Diane ya me cansé. Escúcheme algo voy hablar de inmediato con Robert para que venga hasta la casa a pedir su mano y punto su matrimonio es un hecho me escucho, no tenemos tiempo para sentimentalismos y para bobadas esto lo que nos está pasando es muy serio—puntualizo mi madre toscamente.

Con esta noticia mi mundo se detiene siento como si me hubieran subastado al mejor postor. Mis padres ya lo tenían todo planeado es inconcebible que me obliguen a casarme con un hombre al cual no amo y ni siquiera conozco.

Salgo de mi habitación y me pongo a caminar por los alrededores de la finca y me encuentro con mi única amiga que se llama Jessica Raiden. Jessy está a punto de irse hasta la cuidad de Washington para continuar con sus estudios de leyes en la capital hasta convertirse en una gran abogada. Percibe que estoy echa un mar de lágrimas y se me acerca:

— ¿Amiga que tienes? ¿Estas así por lo que le ha ocurrido a tu familia?

—Si Jessy nos quedamos en la calle y sin un centavo en el bolsillo. Mis sueños se han desplomado con una torre de naipes.

— ¿Qué puedo hacer por ti? Ya se voy hablar con mi papá para que cubra las cuotas de tus estudios así te vas conmigo a Washington amiga. Me da pesar dejarla acá sola con todos estos problemas encima.

—Me quiero morir por el rumbo que puede tomar mi vida amiga.

—No digas eso no menciones la muerte. Todo en la vida tiene solución.

—Menos yo amiga. Mi madre acaba de decir que pacto con el señor Robert para que me case con él.

— ¿Es en serio? La señora Elizabeth está loca. No estamos en la edad media donde los hijos cedíamos a los caprichos de nuestros padres. Más a mi favor para que te vengas conmigo a Washington Diane ya eres mayor de edad no podrán obligarte hacer algo que no quieras.

—Gracias por tus palabras Jessy—me abraza mientras me da consuelo.

En ese instante llega mi madre con la rudeza que la caracteriza:

—Mira muchachita deja en paz a mi hija. Oí todo y tu Diane ven conmigo a la casa—retorno a la casa a empujones.

Mi madre me obliga a sentarme en el sofá para sermonearme:

—Diane es un hecho te vas a casar con Robert. Ya deja de hacer berrinches, lo hago por tu bien hija con el tiempo me lo va agradecer.

—Por mi bien o por el de ustedes—me levanto e ingreso corriendo hasta mi dormitorio a encerrarme.

—Diane venga acá por favor. Diane—me grita mi madre.

No puedo creer que me hayan hecho esto, mi padre no tiene carácter por su misma adicción mi madre lo controla todo. Estoy harta de esta vida a su lado preciso huir de todo lo que me atormenta y perturba en este justo momento.

Pasan las horas, me había quedo dormida por el impacto y escucho sonar la puerta de mi habitación y abro, es mi madre. Frunzo el ceño al verla.

—Ya ni sirvientas tenemos—apunta mi madre—báñate y arréglate en un par de horas vendrá por acá Robert ya de una vez vamos a ponerle fecha al matrimonio antes que se te ocurra a ti junto con Jessica hacer un disparate.

Levanto una ceja con evidente signo de hastío. Yo no tengo culpa que estén arruinados y que lo hayan perdido todo, así como mi padre es un adicto al juego, mi madre es adicta a gastar no se mide cuando va de compras es muy presumida y fastuosa. Siempre quiere ser el centro de atención del pueblo. En este momento los odio a los dos por hacerme la mujer más infeliz del mundo.

Mientras me estoy arreglando para la visita del señor Robert Fox entra mi padre a mi habitación con innegable rostro de culpa.

—Diane. Perdóname hija, escúchame me han amenazado con matarme sino pago el dinero de la deuda y lo poco que me queda no me alcanza para cubrir todo lo que debo. Si no quieres casarte con Robert lo acepto y hablo con tu madre para que desista de la idea. A ese hombre tú le gusta mucho y no perdió la oportunidad para conseguirla.

—Espere padre. La idea de ser una esposa trofeo no me agrada para nada, pero me parte el corazón verlo así tan derrotado.

—Mi niña tu es lo más valioso que la vida me regalo. Me quiero morir a causas de esta situación que yo mismo provoque con mis vicios.

—Ya papá basta. No se torture más, ya tomé una decisión más tarde cuando llegue el señor Robert la sabrá. Mientras vaya y descanse un poco—le digo a mi padre.

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