No puedo creer lo me está ocurriendo, estoy hecha un manojo de nervios. Soy una mujer muy insegura por la sobreprotección de mis padres. Por lo que no tengo prácticamente amigos, de un tiempo para acá me tienen prohibido salir de la casa. Vivimos en una extensa granja en la hermosa cuidad de Misisipi-Ohio. Apenas culminará el bachillerato quería irme hasta la capital en Washington para continuar mis estudios, anhelaba convertirme en medico mi mayor sueño era ser pediatra me gustan muchos los niños y el sentido altruista siempre me ha invadido.
Estoy horrorizada con lo que acabo de oír en la sala, mis padres discuten sobre mi supuesto matrimonio creo que no tengo salida. Oí claramente cuando mi madre le decía a mi padre que solo Robert Fox seria la salvación a nuestros problemas financieros. Mi padre acaba de quedar en la ruina total está a punto de perder la casa por una deuda de juego ¡Santos Cielo! Estoy muy preocupada por el rumbo que puede tomar mi vida. Estoy asediada por la incertidumbre.
Irrumpo en la sala haciéndome la desentendida.
— ¿Ocurre algo? —pregunto, pero ya había oído lo suficiente de la situación que se avecina.
—No princesa—responde mi padre.
—Si ocurre hija. No le mientas a la niña Paul—responde mi madre bruscamente.
— ¿En serio que pasa? Me tienen muy preocupada con tantos misterios.
—Venga para acá mi amor—me dice mi madre.
—Espera Elizabeth…. —la detiene mi padre.
—Esperar que Paul. Por esperar por usted es que estamos metidos en estos líos. Hija espéreme en su habitación por favor en un momento subo tengo algo muy serio de que platicarle—me pregunto ¿Qué será? Lo que alcance oír es que mi padre había perdido todo de forma irremediable.
Atiendo a lo indicado por mi madre y me dirijo hasta mi habitación. Que me querrá informar estoy muy asustada por todo lo que está sucediendo, siento que mi destino se torna incierto. Mi padre se llama Paul Brayden era un importante productor de la zona, pero su adicción al juego hizo que todo se viniera abajo y que la finca decayera completamente. Mi madre es una mujer muy ladina y ambiciosa se llama Elizabeth Brayden.
Siempre me decía que debo de casarme con un buen partido para tener mi futuro asegurado. Por lo que no era necesario que perdiera mi tiempo estudiando para sacar una carrera profesional. Por lo general constantemente se toma la tarea de mermar mis sueños y fortalecer mis miedos. Vivo encerrada prácticamente en estas cuatro paredes estoy a punto de reventar. Me siento inmersa en una tristeza profunda, plagada de fobias y soledad.
Al cabo rato llega mi madre a mi dormitorio:
—Mi amor tengo que hablar contigo de un asunto muy importante.
—Dígame mamá—me preocupa su tono.
—Están pasando cosas en la casa. Nos quedamos en la calle prácticamente mi amor, tenemos que dejar la finca en unos días y no sé qué hacer—me dispone a llorar desconsoladamente.
—Ya mamá quédese tranquila—la consuelo.
—Mi amor le pido que por favor me escuche si con mucha atención sino estuviéramos en esta situación créeme que no pidiera su ayuda.
—La escucho mamá.
—Cómo lo que ya le acabo de decir estamos en la miseria. Robert Fox el dueño de la Hacienda más importante de todo Ohio quedo en ayudarnos con toda esta situación, me dijo que se encargaría de pagar la deuda si tú hija, accedes a casarte con él.
— ¿Qué? ¿Cómo así?
—Escúcheme mi amor que no he terminado. Hágalo por nosotros sus padres nos debe la vida Diane no puedes permitir que nos echen a la calle como unos perros. Eres nuestra única hija nuestro futuro está en sus manos por favor ayúdanos—me suplica.
—Es increíble todo lo que me dice mamá. Yo no amo a ese señor ni siquiera lo conozco y lo que dicen de él en el pueblo es fatal. Tiene un muy mal carácter, es muy descabellado lo que me pide.
—No tenemos salida mi amor. No tiene mucho que pensar solo acepte Robert es un muy buen partido. Eso del amor son puras sandeces que se inventan para hacernos creer tonterías de la vida, eso solo es en los cuentos ridículos de hada. La realidad es otra y la nuestra está en sus manos mi amor.
—Mamá por Dios me coloca en una coyuntura muy tenaz.
—Diane ya me cansé. Escúcheme algo voy hablar de inmediato con Robert para que venga hasta la casa a pedir su mano y punto su matrimonio es un hecho me escucho, no tenemos tiempo para sentimentalismos y para bobadas esto lo que nos está pasando es muy serio—puntualizo mi madre toscamente.
Con esta noticia mi mundo se detiene siento como si me hubieran subastado al mejor postor. Mis padres ya lo tenían todo planeado es inconcebible que me obliguen a casarme con un hombre al cual no amo y ni siquiera conozco.
Salgo de mi habitación y me pongo a caminar por los alrededores de la finca y me encuentro con mi única amiga que se llama Jessica Raiden. Jessy está a punto de irse hasta la cuidad de Washington para continuar con sus estudios de leyes en la capital hasta convertirse en una gran abogada. Percibe que estoy echa un mar de lágrimas y se me acerca:
— ¿Amiga que tienes? ¿Estas así por lo que le ha ocurrido a tu familia?
—Si Jessy nos quedamos en la calle y sin un centavo en el bolsillo. Mis sueños se han desplomado con una torre de naipes.
— ¿Qué puedo hacer por ti? Ya se voy hablar con mi papá para que cubra las cuotas de tus estudios así te vas conmigo a Washington amiga. Me da pesar dejarla acá sola con todos estos problemas encima.
—Me quiero morir por el rumbo que puede tomar mi vida amiga.
—No digas eso no menciones la muerte. Todo en la vida tiene solución.
—Menos yo amiga. Mi madre acaba de decir que pacto con el señor Robert para que me case con él.
— ¿Es en serio? La señora Elizabeth está loca. No estamos en la edad media donde los hijos cedíamos a los caprichos de nuestros padres. Más a mi favor para que te vengas conmigo a Washington Diane ya eres mayor de edad no podrán obligarte hacer algo que no quieras.
—Gracias por tus palabras Jessy—me abraza mientras me da consuelo.
En ese instante llega mi madre con la rudeza que la caracteriza:
—Mira muchachita deja en paz a mi hija. Oí todo y tu Diane ven conmigo a la casa—retorno a la casa a empujones.
Mi madre me obliga a sentarme en el sofá para sermonearme:
—Diane es un hecho te vas a casar con Robert. Ya deja de hacer berrinches, lo hago por tu bien hija con el tiempo me lo va agradecer.
—Por mi bien o por el de ustedes—me levanto e ingreso corriendo hasta mi dormitorio a encerrarme.
—Diane venga acá por favor. Diane—me grita mi madre.
No puedo creer que me hayan hecho esto, mi padre no tiene carácter por su misma adicción mi madre lo controla todo. Estoy harta de esta vida a su lado preciso huir de todo lo que me atormenta y perturba en este justo momento.
Pasan las horas, me había quedo dormida por el impacto y escucho sonar la puerta de mi habitación y abro, es mi madre. Frunzo el ceño al verla.
—Ya ni sirvientas tenemos—apunta mi madre—báñate y arréglate en un par de horas vendrá por acá Robert ya de una vez vamos a ponerle fecha al matrimonio antes que se te ocurra a ti junto con Jessica hacer un disparate.
Levanto una ceja con evidente signo de hastío. Yo no tengo culpa que estén arruinados y que lo hayan perdido todo, así como mi padre es un adicto al juego, mi madre es adicta a gastar no se mide cuando va de compras es muy presumida y fastuosa. Siempre quiere ser el centro de atención del pueblo. En este momento los odio a los dos por hacerme la mujer más infeliz del mundo.
Mientras me estoy arreglando para la visita del señor Robert Fox entra mi padre a mi habitación con innegable rostro de culpa.
—Diane. Perdóname hija, escúchame me han amenazado con matarme sino pago el dinero de la deuda y lo poco que me queda no me alcanza para cubrir todo lo que debo. Si no quieres casarte con Robert lo acepto y hablo con tu madre para que desista de la idea. A ese hombre tú le gusta mucho y no perdió la oportunidad para conseguirla.
—Espere padre. La idea de ser una esposa trofeo no me agrada para nada, pero me parte el corazón verlo así tan derrotado.
—Mi niña tu es lo más valioso que la vida me regalo. Me quiero morir a causas de esta situación que yo mismo provoque con mis vicios.
—Ya papá basta. No se torture más, ya tomé una decisión más tarde cuando llegue el señor Robert la sabrá. Mientras vaya y descanse un poco—le digo a mi padre.
No tiene ningún sentido huirle a mi destino en vista de que no puedo permitir que mi padre siga sufriendo por culpa de sus errores. Amo demasiado a mi padre por lo que me parte el alma verlo padecer de esa forma, ya mi papá no es ni la sombra de ese hombre fuerte y valeroso que algún día fue. Se ha vuelto un hombre desecho, negligente y muy opaco a causas de sus vicios. También su deteriorado estado anímico es causado por mi madre, una mujer sin escrúpulos, ni piedad que por dinero es capaz de cualquier cosa. Por su culpa mi padre se sumergió profundamente en los juegos para brindarle más dinero, nunca está satisfecha con nada es insaciable la muy astuta. Busque en los ojos de mi padre la respuesta que tanto necesitaba para seguir avanzado en este callejón sin salida. Todo está decidido me casare con el señor Robert Fox y seré su futura esposa. Siento mi garganta seca y mis manos tiemblan de miedo. Mis pensamientos están muy entumecidos, sin saberlo mi amor estaba en venta y El señor
Tal y como lo prometió Robert va por mí a mi casa para conocerme un poco y conversar conmigo. Antes de bajar desde arriba percibo que él les entrega unos documentos a mis padres me pregunto ¿Qué será? Pueden ser los papeles de la casa me digo para mí misma sacando mis propias conclusiones ¿O hay algo más que desconozco? Bajo las escaleras haciendo ruido para que se advirtieran de mi presencia. —Buenas tardes—bajo lentamente y me les aproximo. Puedo notar en sus ojos un leve destello, sin embargo, no es un brillo de amor al menos eso creo. —Hola Diane ¿Cómo te va? —Bien. Nos vamos—me alejo junto con él de mis padres. Puedo percibir su perfume es de agradable aroma, pero creo que se colocó demasiado y choca un poco con su sudor. —Ven subamos a mi carro—me ordena. —Yo preferiría que tomemos un paseo por el campo. —Quiero llevarte a un buen lugar y a comer tal vez. —No tengo hambre. Por favor no quiero salir lejos de casa, quiero privacidad para hablar con usted a solas sin las mir
Una semana después… Estoy perfectamente arreglada para mi boda por civil. Mi madre se encargó de todo para que luciera estupenda. Mi cabello oscuro está muy bien armado con un tocado muy sutil ajustado en mi cabeza. Tengo un vestido blanco muy sencillo, pero de aspecto sobrio, mi maquillaje es ligero muy acorde con mi atuendo donde acentuaron muy bien mis ojos marrones. Mis finas facciones se destacan de forma armónica con mi rostro. Llegamos a la finca allí estaba Robert esperándome con el jefe civil quien oficializara nuestra boda. Puedo ver en él una sonrisa muy jactanciosa por tener a su lado a una mujer joven, bonita y virgen como yo a punto de convertirse en su esposa, por la que pago millones de dólares. Lo miro y arqueo ligeramente mi ceja con mucha seriedad. Nos sentamos para que el juez hiciera lo propio los únicos presentes eran los testigos y mis padres. Ya que Robert está prácticamente solo en el mundo, sus padres fallecieron hace algunos años. Según Oí por ahí tiene un
Llegamos a la federación la cual Robert preside, como uno de los hombres más acaudalados de la zona. Me presenta ante la vista de todos como su joven y flamante esposa, las miradas de los asistentes del lugar se ven envueltas en contradicciones, algunos optan por disimular como si nada. Me siento muy nerviosa y avergonzada sé que muchos de los presentes están murmurando lo que hizo mi madre, venderme al mejor postor. Se nos acerca un importante empresario a saludarnos: —Buenos días. Encantado señora—me expresa, yo solo lo saludo con una tímida sonrisa. —Espérame en la recepción por favor—me demanda Robert. Me aparto mientras ambos se disponen a conversar puedo distinguir en su mira como los dos me miran fijamente y en especial Robert su vanidad y prestancia se le nota a lo lejos. Como odio a ese desagraciado que malogro mi juventud y puso una gran barrera en mis enormes ganas de vivir. Aprieto mis manos y lucho contra el impulso de dejarlo en ridículo delante de todos. Pero por aho
En toda la noche no he pegado un ojo por temor a que Robert regrese y me obligue a estar con él. Ya ha amanecido estoy todavía en la cama despierta. Puedo sentir la puerta abrirse y es Robert. Entro nuevamente en pánico, musito que por lo visto la paz se alejó de mí definitivamente. Que agonía. —Diane—menciona mi nombre al pie de la cama. —Aléjate de mí—le advierto. —Quédate tranquila. No te obligare hacer nada que no quieras. El escuchar eso para mí es un alivio que no me forzara para ser suya. Sin embargo, sigo sin entender su vil comportamiento y ese oscuro brillo constante en su mirada. —Desde hoy voy a dormir en otra habitación y descuida que no te molestare. Solo le advierto algo tienes un mes para cambiar de parecer si en ese tiempo continuas renuente a acostarse conmigo nuevamente te dejare ir, pero eso si le quitare todos sus bienes a tu familia los que pacte con tu madre por nuestro matrimonio. Hasta luego Diane. Siento como un nudo ahoga mi estómago. Soportar un mes en
Escucho unos ruidos y me asomo percibo que viene del despacho de Robert para mi sorpresa se hallaba con Thamara, no logro entender lo que ocurre entre ellos. De seguro esa mujer es su amante con esa sacia sus instintos poco me importa lo que haga con su vida, pero necesito confirmar esa situación para que por fin me dé el divorcio y con el, mi libertad plena. Asimismo, lo acusaría de adulterio si fuese necesario. Salgo silenciosamente hasta el despacho para escuchar que se traen ese par, han dejado la puerta entre abierta. Para mi sorpresa veo como Robert besa apasionadamente a Thamara mis ojos se abrieron con un par de huevos fritos. Quería seguir indagando tenia mis sospechas que entre ellos hay algo más que una relación transitoria. Puedo notar cierta confabulación entre ambos. Se apartan y Robert se acerca a la puerta y enseguida corro para que no noten mi presencia. Bajo hasta la cocina para conversar con mi querida Amy. —Amy no sabes, acabo de ver a Robert y a Thamara besándos
Ya amaneció al menos hoy dormí muy bien sin presiones de que Robert se presentara de manera improvista en el cuarto. Hizo un acuerdo conmigo confío en que lo cumpla y sea un hombre de palabra. Entro a la ducha para darme un rico baño, elijo en el closet el más lindo de mis atuendos quiero verme presentable voy a bajar a desayunar en la mesa con ellos. Robert eso no me lo prohibió. Bajo y me siento en la mesa Robert muestra una cara de desconcierto ya que por lo general siempre lo dejo comiendo solo. —Buenos días—digo al sentarme. —Buenos días Diane—me dice Andrew con una gran sonrisa. Mientras que Robert nos mira desconfiando. Mi estado de animo a cambiado un poco de manera sustancial, puedo ver en Andrew una persona amena de agradable espíritu. —Al menos me hubiesen invitado a la boda—le dijo a Robert. —No tuvimos tiempo. —¿Cómo? —Todo ocurrió muy rápido. —Ya veo ¿Estas embarazada Diane? —No—exclamo mi negativa. —Ah bueno yo soy médico y estoy disponible para lo que sea. —
Me alegro al sentirme protegida por Andrew quiere evitar que siga con mi sufrimiento diario. Aparece como una señal del cielo, cómo un héroe para rescatarme de este dolor. Apoyo la cabeza en la ventana mirando el paisaje y veo a Robert llegar. Mira hasta la ventana y me mira profundamente y me aparto de inmediato del ventanal. En menos de unos minutos llega hasta mi habitación. —Buenas noches Diane. Mañana tenemos un compromiso con la esposa de uno de mis colegas terratenientes. Quiero que te pongas hermosa y uses tus mejores galas será en la tarde y mi hermano vendrá con nosotros. Hasta mañana—se va rápidamente esta vez no me grita como normalmente lo suele hacer. No quiero salir con él a exponerme con sus amigos no sé porque lo hace si ya nos vamos a separar que pretende con seguir exhibiéndome como su esposa. Voy hacerlo para no llevarle la contraria no se vaya arrepentir después y no me quiera dejar ir de su lado. Me alegro porque irá Andrew al menos no estaré sola con él. Solo