Me sumerjo nuevamente en el mundo, que Andrew me ofrece por un rato. Recorro la cabaña y sus alrededores todo es silente, tranquilo y afable. Nada perturba, ni siquiera el sonido de las aves. Estoy rodeada de esta naturaleza tan hermosa, que no quisiera salir de nunca de este escondiste. Me digo convencida que, si no estuvieran mis hijos de por medio, desde hace rato ya me hubiese alejado de Robert y de su intenso ímpetu.Veo Andrew quien desde la ventana me sonríe, está en la cocina preparando el almuerzo, hemos estamos toda la mañana aquí. Sigo con mi postura, de no ir a trabajar a la clínica y de igual forma quiero dejarlo ¡Rayos! ¿Por qué soy tan débil a veces?Llevo en mis hombros con una gran carga que pesa, a mi mente llegan las palabras de amor de Andrew, que son tan livianas y transparentes, y al mismo tiempo la mirada demoniacamente sexual de Robert que me saca de este confort.Lo que si voy aceptar es la ayuda profesional, que me ofrece, para que ayude a estabilizar mis emo
Van más de tres días, que Robert no aparece por ningún lado, hoy comienzo mis terapias con el doctor, para hallar equilibrio en mi vida. Estoy muy nerviosa y la vez me siento avergonzada por tener, que recurrir a la ayuda de un psicólogo, para que me oriente en el camino al andar.—Tranquila tampoco vas a la hoguera, solo iras a terapia. No puede ser tan malo—me expone Mara buscando calmarme.—Es muy cómodo, no es nada agradable estar conversándole, a un extraño tus miedos y posibles traumas.—¿Posibles? Tus traumas estas más que garantizados, por este par de rufianes—la miro delicada.—Por favor Mara.—Vamos Diane sabes que tengo razón, ya el doctor me está empezando a caer mal.—Andrew es buena persona, te lo aseguro.—Será el sereno. Igual no confío en él—enseguida frunce Mara el ceño.—Robert no ha venido a visitar a los niños, tiene tres días que no va a casa.—No me digas que lo extrañas—pone Mara sus ojos en blanco.—Realmente no, me siento más tranquila al no tenerlo cerca, su
—Diane, tengo que hablar muy seriamente contigo—me dice Amy con rudeza, no entiendo su actitud.—¿De qué? ¿Qué ocurre?—Vayan niños a ver televisión—les sugiere Amy a mis hijos.—¿Se puede saber, que está pasando? —le pregunto maravillada.—Diane, no puedo creer lo lejos, que has llegado con el doctor Andrew.—¿Cómo te enteraste? ¿Mara te dijo algo?—Que me va a decir esa amiga tuya, si seguro es tu alcahueta. Me enteré por pura casualidad, hoy al ir a la clínica del doctor, por un malestar que sentí en el mercado.—¿Estas bien?—La que no está bien eres tú.—¿Qué vistes?—Te vi, cómo te ibas con el doctor en su auto, iban muy sonriente y no me digas que solo son amigos, vi la complicidad entre ambos.—Amy déjame explicarte.—Te volviste loca Diane, no piensas en tus hijos y tanto que te lo advertí. Si Robert te descubre créeme que te matará sin piedad. Jamás te perdonaría esa traición y menos con su hermano.—¿Lo defiendes? Cuando fue Robert quien arruino mi vida.—No enredes las cos
Me encuentro en compañía de mi madre, vamos rumbo a la hacienda de Robert, para saber de él. En la vía comienzo de pronto, a navegar en las corrientes de mis pensamientos, el camino es un poco largo y mi mamá se había quedado dormida, conduzco con mucha cautela. A mis hijos los dejé con Jennifer, quien es la más cercana a ellos. Por algún motivo ando muy nerviosa, llegamos a la hacienda y despierto despacio a mi mamá: —Mamá ya llegamos. —Uy me quede dormida, el camino es largo. —Mamá, Robert aparentemente esta en casa, allí esta su camioneta—le señalo. —Él tiene muchos autos hijas. De igual manera vamos a preguntar. Entramos y tocamos la puerta, Mary la mucama nos abre de inmediato, saluda a mi madre con cariño, pero a mí solo me manifiesta un saludo vacío, a Mary nunca le caí bien, seguramente por cómo se dieron las cosas en nuestro matrimonio, ella quiere a Robert como una madre, siempre ha estado a su lado cuidando de él. —¿Dónde está Robert? —Pregunto, yendo directamente al
Al día siguiente… Robert por su parte, se halla acucioso, lleva consigo una vergüenza ausente, continua en su postura, que los culpables somos nosotros, por haberle dado rienda suelta a la pasión a sus espaldas, por lo que sus emociones, se imponen cargadas de reproches. Le pregunta a su abogado: —¿Cuándo saldré de aquí? —Me temo que aún no. Tu situación es muy seria Robert. —Pero tengo dinero de sobra, puedo comprar a la justicia. —Te equivocas Robert, lo que le hiciste a tu esposa, traerá consecuencias. —Vamos Marcus, sácame de aquí, tu eres el mejor abogado de este país. —Haré todo lo que esté a mi alcance. Esperemos que tu esposa se recupere, para convencerla de que no te denuncie formalmente. Sino ya sería homicidio en mi primer grado Robert y te esperarían muchos años de cárcel. —¡Diablos! Mi intención no fue lastimarla. —Pero lo hiciste, desconozco tus dramas familiares. Pero tienes que contarme todo Robert, para poderte ayudar. Por ahora solo conseguí, que te dejarán a
Me pregunto, porque me ha tocado vivir, hasta ahora de este modo tan extraño, sin una pizca de felicidad constante, el único momento donde me concebí feliz, fue el día que nacieron mis hijos y también cuando descubrí, que Amy era mi madre. Mi cuerpo continúa aplanado y postrado en esta cama, sin embargo, un fuerte dolor azota mi cabeza. Volví a la vida, abro ligeramente los ojos, esbozando un ligero suspiro.Mi madre lo percibe, pobrecita no se ha movido del cristal, desde allí me vigila muy de cerca:—Doctor mi hija se movió, lo pude notar desde aquí.—Señora, es mejor que vaya a descansar. Su hija la necesita sana.—De aquí no me muevo, hasta que mi hija despierte.—Con permiso.Mi madre se olvida hasta de mis hijos, Mara está en este momento con ellos, brindándonos apoyo.El médico entra a mi habitación, para hacerme el chequeo correspondiente y se da cuenta de una ligera mejoría, ya que hice un intento por mover mi mano. Le musita a la enfermera:—Esta joven aún se aferra a la vid
Ya aparentemente no se guardan resentimientos, la resonancia de la tortuosa despedida, se elevan mitigando los rumores del adiós. Mi corazón late velozmente al tener a Robert frente:—Espero algún día me perdones, por todo el mal que te hice—expresa Robert aceptando su culpa.—Me voy de este pueblo, del lugar donde padecí tanto.—Lo sé, a mi lado viviste horres.—Basta, no quiero oír de situaciones negativas.—Lo siento. Pronto iré a ver a mis hijos como acordamos.—Claro, los niños siempre serán tus hijos.—Y tú el amor de mi vida. Mi castigo desde ya, es tenerte cerca y no tocarte. Tenemos un trato, lo sé. Así como firme un acuerdo para casarnos, ahora firme uno donde te concedo tu libertad. Nunca más te haré daño.—Eso espero—se despide de mis hijos y nos vamos todos. Mi madre lo mira con suspicacia.—Amy espera—toca ligeramente a mi madre por el hombro.—Espero que tú también algún día me perdones. Por haberte ocultado que Diane es tu hija, pero sobre todo por haberla lastimado ta
No puedo creer lo me está ocurriendo, estoy hecha un manojo de nervios. Soy una mujer muy insegura por la sobreprotección de mis padres. Por lo que no tengo prácticamente amigos, de un tiempo para acá me tienen prohibido salir de la casa. Vivimos en una extensa granja en la hermosa cuidad de Misisipi-Ohio. Apenas culminará el bachillerato quería irme hasta la capital en Washington para continuar mis estudios, anhelaba convertirme en medico mi mayor sueño era ser pediatra me gustan muchos los niños y el sentido altruista siempre me ha invadido. Estoy horrorizada con lo que acabo de oír en la sala, mis padres discuten sobre mi supuesto matrimonio creo que no tengo salida. Oí claramente cuando mi madre le decía a mi padre que solo Robert Fox seria la salvación a nuestros problemas financieros. Mi padre acaba de quedar en la ruina total está a punto de perder la casa por una deuda de juego ¡Santos Cielo! Estoy muy preocupada por el rumbo que puede tomar mi vida. Estoy asediada por la inc