Comenzamos de nuevo!!
En contra de todas las posibilidades y de cualquier lógica razonable, Rachel ha vuelto a mí. Cuando logro recuperarme de la impresión que me causan sus duras y demoledoras palabras, su cara pierde color y de un momento a otro, se desvanece.―Nena, necesito que te mantengas despierta ―inspecciono la herida de su mano―. No voy a permitir que nada malo te pase. Voy a buscar una toalla para detener el sangrado hasta que llegue el doctor. Ya regreso. Corro hacia el baño y cojo un par de toallas de mano del gabinete del lavabo. Mis manos tiemblan de manera incontenible y la respiración se ha tornado mucho más agitada de lo que estaba. Regreso a la habitación casi de inmediato, pero la encuentro tratando de escapar de la habitación.―Rachel…Lanzo las toallas sobre la cama y me acerco a ella para detenerla.―No te atrevas a poner ni uno solo de tus dedos sobre mí ―¡Joder! Se viene un maldito infierno sobre mí. Convencerla no va a ser tarea fácil, pero, por ella, estoy decidido a resistir lo
Por fortuna, el sangrado fue controlado a tiempo. No hubo consecuencias que lamentar. Respiro profundo. Me duele la m*****a cabeza de tanto pensar. Le he dado vueltas y vueltas a todo la situación y cada pensamiento me lleva a una misma conclusión: Massimo De Luca. Creo que tendré que hacerle una pronta visita a ese miserable. Ese puto agente tiene muchas cosas que explicarme. Su repentina aparición la noche del supuesto asesinato, sus preguntas y el interés que puso en todo lo que se relacionaba con Rachel, no me deja ninguna duda de que él es la mente maestra de todo este asunto. Abandono mis pensamientos en lo que escucho un par de golpes suaves a la puerta. Esta se abre unos segundos después.―Buenas noches, señor, traje ropa limpia ―me apunta Alfred al apuntar con su dedo índice hacia mi camisa―, no querrá que ella despierte y lo consiga todo manchado de sangre ―miro hacia mi camisa y me doy cuenta de que está cubierta con su sangre. Niego con la cabeza―. Tome un baño y cámbiese d
―¿Eres tú, Rachel?Sonrío y asiento en respuesta.―Sí, Lud, soy yo, he vuelto a ti, estoy viva.Corresponde con una sonrisa radiante. En un par de zancadas se acerca y me estrecha entre sus brazos. Aspiro el delicioso aroma de su perfume que se cuela por mis fosas nasales y revoluciona mis hormonas enloquecidas. No me había dado cuentas hasta ahora lo mucho que extrañé su delicioso olor a hombre y virilidad.―No sabes lo feliz que me hace saber que estás viva, Rachel ―ahueca mi rostro entre sus manos y me mira a los ojos con una intensidad que me abruma y me roba los sentidos―. Te estuve buscando durante todo este tiempo, siempre supe que iba a encontrarte.Inclino la cabeza hacia atrás y fusiono mi mirada con la suya.―¿Me estuviste buscando?Pregunto, esperanzada. Responde con un leve asentimiento de cabeza. Desliza su pulgar con suavidad por mi mejilla y alterna su mirada entre mis ojos y mi boca.―Por supuesto, cariño ―susurra sobre mis labios―. Algo en lo profundo de mi ser me dec
Fue una decisión intempestiva la que acabo de tomar, pero viéndolo desde un punto de vista objetivo y tomando en cuenta el hecho de que Rachel está esquiva y desconfiada, no puedo permitir que la brecha entre nosotros se abra y termine perdiéndola. Será una tarea ardua y complicada lograr que vuelva a confiar en mí, pero estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio para conseguirlo. Ella es mi vida y su lugar está a mi lado.―Vamos a vestirte, cariño, Jacob vendrá a buscarnos dentro de poco ―le digo al sentarla a la orilla de la cama―. Sé que querías tomar un baño antes de salir de aquí y que las enfermeras podrían haberse encargado de ello, pero lo haremos al llegar a casa ―sus ojos se abren como platos. Sonrío con disimulo, porque ni siquiera se imagina lo que le espera cuando gocemos de toda la intimidad que necesitamos para comenzar a aclarar nuestras diferencias―. Será mucho más fácil hacerlo, mientras disfrutas de un baño de espuma en la bañera.Hace un mohín de enfado que me par
Tengo la mente agotada. Mi capacidad para pensar está diezmada. No tengo fuerzas para seguir discutiendo con este hombre tan empecinado y terco que está decidido a salirse con las suyas a como dé lugar. A pesar de mi enfado, apreciarme tan cuidada y querida me hace sentir reconfortada. Acepto la tregua que pidió y, sucumbo, a mis irrefrenables ganas de refugiarme entre sus brazos y hundirme sobre su pecho cálido, mientras huelo de la deliciosa fragancia masculina que emana de su cuello.―Sigues usando el mismo perfume de siempre.Pregunto antes de que pueda darme cuenta de lo que estoy diciendo.―Sí, cariño ―me mira de una manera que hace palpitar mis entrañas―. Es el mismo que tenía puesto la noche en que te hice el amor por primera vez ―responde con un tono de voz ronco y profundo―. No quise cambiar nada que me recordara a ti, incluso, nuestra habitación sigue intacta ―su confesión me deja atónita―. He dormido en una de las recámaras contiguas para que el olor que dejaste prendado en
Volver a esta habitación, pone mis emociones a flor de piel. Observo los alrededores y noto que todo sigue igual. Incluso, hay un cepillo sobre el tocador con restos de mi cabello. Recuerdo haberlo dejado allí la última noche que estuve en esta casa. Mis ojos se nublan con las lágrimas. ¿Por qué me sigue afectando tanto?―No quiero que hagas ningún esfuerzo ―el sonido de su voz me trae de vuelta al presente―. Recuerda que acabas de salir de la clínica y estás convaleciente ―asiento en respuesta. Me deja en el centro de la cama y me da un beso en la frente―. Las dejaré solas para que hablen de sus cosas. Tengo algunos asuntos que tratar con Robert ―me guiña un ojo, dejándome aturdida―. Aprovechen su tiempo de chicas.Mi corazón da un vuelco cuando me mira a los ojos y sonríe de esa manera que me hace sentir apreciada. Físicamente, sigue siendo el mismo hombre, a pesar de lo demacrado que se ve, pero hay un cambio evidente en él. Ahora es más expresivo y comunicativo. Incluso, romántico.
Ingresamos a mi oficina después de dejar a las chicas conversando y poniéndose al día con sus vidas.―¿Te dije alguna vez que eras un maldito hijo de puta?Sonrío divertido al acercarme al bar. Giro la cara y lo miro por encima de mi hombro con cara de circunstancia.―No sé a lo que te refieres, Robert.Una sonrisa cínica tira de las esquinas de mi boca.―No eres un tipo altruista, imbécil, sé que tu intención no era hacer feliz a mi mujer con la aparición de su mejor amiga ―sirvo dos vasos con nuestro whisky favorito―. ¿Creíste por un segundo que no sabía cuál era tu intención?Tomo los vasos, me doy la vuelta y me acerco a él con una sonrisa en la boca que no cabe en mi cara.―Un hombre tiene que hacer lo que debe hacer para garantizar su supervivencia.Alza una ceja y sonríe con arrogancia.―¿Para garantizar tu supervivencia? ―ríe y niega con la cabeza―. ¿Tienes alguna enfermedad incurable de la que aún no me haya enterado? ¿Estás desahuciado?Le entrego su bebida y me siento en el
Esto no puede ser posible. Fijo la mirada en el enorme pedrusco que Victoria lleva incrustado en su dedo anular izquierdo. Estaba tan distraída con todo lo que está sucediendo, que ni siquiera me había dado cuenta de ello. Mis pulmones se quedan sin oxígeno. Pierdo el aliento. Han pasado tantas cosas desde que desaparecí de sus vidas, que me siento como una intrusa.―¿Ese es un anillo de compromiso?Me atraganto con la pregunta. Sé que es estúpida, pero estoy tan emocionada que no puedo contenerme.―Sí ―eleva su mano y la acerca para que lo aprecie mejor―. Robert me pidió matrimonio cuando estábamos en ItaliaMis ojos se nublan con las lágrimas. Me llevo la otra mano al pecho y suelto un gemido de felicidad.―Lo supe en cuanto los vi juntos aquella noche ―murmuro con voz llorosa―, a pesar de sus diferencias, supe de inmediato que estaban hechos el uno para el otro ―me abalanzo sobre ella y la estrecho en un sólido y efusivo abrazo―. Me hace feliz saber que una de nosotras al fin pudo e