Por fin!!
―¿Qué demonios pensaste que estabas haciendo, Isabella?―escucho a Massimo vociferar cerca de mí, mientras camina de un lado a otro dentro de la habitación―. Debo agradecer que mi equipo de seguridad se dio cuenta a tiempo de que habías escapado y me llamaron de inmediato ―giro la cara en su dirección y lo veo apretar el puente de su nariz por la impotencia que siente―. No acabas de entenderlo, ¿cierto? ―se acerca y se sienta al borde de mi cama? ―¿No entiendes la magnitud del peligro que estabas corriendo?Respiro profundo y acomodo mi cabeza sobre la almohada. Lo miro a los ojos y decido pedirle disculpa por la estupidez que cometí.―Lo siento, fui una inconsciente, sé que no debí hacerlo ―le explico avergonzada―, pero necesitaba despedirme de ellos ―niego con la cabeza―, no iba a permitir que también me quitaran eso. Necesitaba un cierre para mi vida anterior.Suspira profundo antes de hablar.―El asesino de tu madre sigue suelto ―aquellas palabras me obligan a tocar tierra, recordar
Tengo las emociones a flor de piel. Mi corazón no ha bajado el ritmo acelerado de sus palpitaciones.―Nos conocimos el mismo día en que te rescaté de las manos del hombre que intentó asesinarte ―su respuesta me deja en shock―. Fui a preguntarle sobre ti, saber cuál era tu relación con él.¿Por qué?―¿Qué te dijo? ¿Estaba en el club?Niega con la cabeza. Me levanto del suelo de un brinco. Esa mujer me dijo que él estaba allí, que fue él quien le pidió que me echara.―No, Reeves estaba hospitalizado en una clínica ―abro los ojos con sorpresa y retrocedo un par de pasos. Desconcertada, incrédula―. Ese mismo día, él y uno de los hombres que trabaja para él, también fueron víctimas de un atentado.Niego con la cabeza. ¡No puede ser! De repente me siento mareada y con el estómago revuelto. Me doy la vuelta y corro directo hacia el baño de mi habitación. Me arrodillo frente al váter y vomito lo poco que tengo en mi estómago. Pocos segundos después, Massimo se acuclilla a mi lado y me sujeta e
Dos semanas de entrenamiento riguroso y arduo, me han convertido en la mujer que ahora soy, gracias a la ayuda del único hombre que lo hizo todo posible. Massimo De Luca.―Pon atención, Isabella, hoy estás distraída.La voz de a instructora me expulsa de manera brusca de mis pensamientos.―Lo siento.Vuelvo a poner los pies sobre la tierra y me concentro en lo que estoy haciendo. Fijo los ojos en el espejo y comienzo desde el principio.―Recuerda, querida, todo se trata de fuerza y coordinación ―indica mientras da vueltas a mi alrededor para evaluar cada uno de mis movimientos―. Todos los ojos estarán puestos sobre ti en cuanto subas al escenario, eso significa que, desde ese momento, tu cuerpo y la manera en que le permitas expresarse se convertirá en la herramienta más poderosa que tienes para lograr todos tus propósitos ―explica con entusiasmo, sin dejar de observarme―. Todo se trata de cautivar con tu cuerpo, que cada par de ojos que esté en esa sala no pueda apartarse de ti mientr
No pude pegar un ojo en toda la noche. Esta se hizo eterna al recordar la conversación que tuve con Massimo. Se comprometió a ayudarme a entrar al club y me aseguró que, en menos de cuarenta y ocho horas, lo estaría haciendo. Ya la idea no me parece tan buena. Mi intención era la de entrar allí, seducirlo y, una vez que me ganara su confianza, hacerle pagar por lo que creí que me había hecho. Ahora no estoy tan segura de nada. Según lo que me contó Massimo hace como quince días, Lud no estaba en el club la noche en la que sufrí el atentado. ¿Por qué razón esa mujer me mintió? ¿Por qué ensañarse contra mí de tal manera?«Quizás porque quería acabar contigo, sacarte de su camino. Ella estaba enamorada de Lud y tú eras un obstáculo en sus planes de conquistarlo y quedarse con él» ¿Un obstáculo? Él nunca me amó, solo fui una víctima de sus perversidades. Inhalo profundo. Nada de esto tiene sentido. Estoy demasiado nerviosa. Toda la seguridad que sentía se esfumó cuando Massimo me contó to
Escoltada por los hombres de Massimo, subo a la limusina. Todo mi cuerpo entra en tensión, pero logro controlar mis nervios para que nadie pueda notarlo. Me acomodo en el asiento y giro mi cara hacia la ventana. De un momento a otro, la inseguridad se ha apoderado de mí y ha enterrado sus uñas alrededor de mi cuello. Respiro profundo e intento ralentizar los desbocados latidos de mi corazón.―¿Estás bien, Isabella? ―pregunta Massimo, cuando sube y se sienta frente a mí. Estoy tan distraída que ni siquiera lo escuché entrar―. ¿Estás segura de que puedes hacer esto?Asiento en respuesta.―Lo estoy, Massimo, por favor, ten un poco de más confianza en mí.Juego con los dedos de mis manos sin darme cuenta. Gesto nervioso que lo pone en alerta.―Te conozco, Isabella, no puedes mentirme ―indica con preocupación―, algo te tiene inquieta. Será mejor que lo saques ahora que tienes la oportunidad de hacerlo.Respiro profundo y lo miro a la cara.―No se trata de Lud, Massimo, si es eso lo que está
Al atravesar los corredores del club, un estremecimiento recorre mi cuerpo al recordar la primera vez que estuve en este lugar. Algunas de las bailarinas me observan con gran curiosidad, mientras me movilizo por las instalaciones. Desde esta distancia no puedo apreciar el salón principal. Hay paredes interponiéndose en mi visión. Quizás ese es su propósito. Evitar que otras personas puedan acceder a esta zona, que es de uso exclusivo para las bailarinas y para el resto del personal que labora en este lugar.―Es la primera vez que escucho tu nombre ―pregunta Rudy con curiosidad, la encargada de las bailarinas―, me parece extraño que siendo tan famosa jamás lo haya escuchado ―indica con curiosidad―. En esta ciudad conozco a todas las chicas que trabajan en este medio ―insiste―, me desconcierta que tu nombre haya pasado desapercibido y que, a estas alturas, no forme parte de mi lista privilegiada de bailarinas ―niega con la cabeza―. Me inquieta saber que estoy perdiendo mis habilidades ―b
Mantengo la mirada fija en la tarima central. Love on the brain de Rihanna comienza a sonar por los altavoces e invade el ambiente con su ritmo erótico y sensual. Al mismo tiempo, su hermosa figura comienza a volar alrededor de la barra central, eclipsando la mirada de todos los espectadores que se encuentran en la sala.Sus movimientos me dejan impresionado. La fluidez y la manera sensual con la que realiza cada desplazamiento es comparable con el canto de una sirena y el efecto que este provoca sobre cualquier hombre que sea víctima del hechizo de su melodía. Es un espectáculo fascinante. Estoy tan cautivado por su baile que no me atrevo a parpadear para no perderme ningún detalle mientras ejecuta su número con una habilidad impresionante. Sus largas y tonificadas piernas se enroscan al tubo de manera tal, que hace ver todo fácil y sencillo. Estando boca abajo, pendiendo del caño y sosteniéndose solo con sus piernas, barre el suelo con su larga y rubia cola de caballo, al mismo tiemp
Elevo la mano y le hago una señal al DJ, para que apague las luces y vuelva a poner la música. Su hermosa figura desaparece en medio de la oscuridad mientras tomo asiento en el sillón del frente para disfrutar de su majestuosa actuación. Pocos segundos después, un faro incandescente se enciende detrás de ella para dejar a la vista su silueta perfecta en medio de aquella oscuridad. Sus piernas largas montadas sobre ese par de plataformas infinitas me dejan sin respiración. Las imagino acopladas contra mi pecho y haciendo presión con ese tacón de aguja mientras deslizo mi lengua por ellos. Me pongo duro una vez más. Llevo la mano hasta mi pantalón para acomodar mi polla, que comienza a cabecear contra la cremallera de mi pantalón con impaciencia. Hace mucho tiempo que nadie me excitaba como esta mujer lo está haciendo. Pierdo todo el aire de los pulmones cuando la veo fustigar el látigo que lleva en la mano y, que hasta ahora no había visto, contra el piso. Cierro los ojos y recuerdo aqu