Sus miradas eran cálidas.—Te queremos mucho. —dijo Paola. No los recuerdo, pero las personas que han llegado me inspiran confianza—. Nos vemos en la casa. Miré a la señora Samanta, ella se sentó a mi lado y acarició mi cabello.—Paramos cuando quieras.Afirmé, yo quería conocer a mi hija, no la recuerdo, pero siento que debo verla. Ahora ingresaron dos señoras.—Hola, cariño. Soy Mary Taylor, tu suegra, la abuela de tus nietos. —Con temor a no lastimarme la pierna se acomodó a un lado y me dio dos besos, uno en cada mejilla—. Sé que te vas a mejorar.—Gracias. —La otra señora me miraba haciendo caras extrañas.—¿Entonces no te acuerdas de mí? ¡Vea usted! Cuando don Henrry dijo que te iban a sacar unas bolas de sangre de la cabeza me imaginé que te iba a encontrar con la cabeza destaponada. —No sé por qué sonreí, la señora Samanta y Rafael también.» Ahora le pregunté al patrón como tenía la cabeza y me explicó que te las sacaron por la nariz, pero no veo tu nariz explayada. —La carca
—Abuela, Catalina es muy comprensiva, si a ella se le explica el motivo lo comprende. El problema es esa posición que optó de encerrarse y apenas escucha mi nombre, se pone como una cacatúa.—También se transforma en tigresa, cocodrilo y tiburón. —sonreí.—¿Se puede? —Megan ingresaba con dos tazas de café.—Los dejo. —comentó mi abuela.—¿Arreglaste la maleta? —me preguntó. Debía asistir a varias presentaciones, estaré unos seis días por fuera, viajando y viajando.—Sí, tengo vuelo al mediodía a Bogotá y de ahí a Estados Unidos.—Mi tío te acompañará a todos lados, mientras yo me quedo toreando a Catalina, ¡Ha sido imposible!—Trata que vea mis entrevistas.—No escucha la radio, eliminó su perfil de todas las redes sociales, el televisor de su habitación tanto en Las Reinas como en la Sabanera los sacó y solo me acepta si no hablo de ti. Samanta estuvo a punto de decirlo todo ayer, cuando llevé el material de la decoración.—Has que vea las diferentes entrevistas.—¿Y cómo? Mira, vete
La vaina se ponía cada vez más fea, me sentía encarcelada en La Sabanera, aunque se encuentre toda la familia, desde que me dio el yeyo mi abuelo se fue de cotorro con mi mamá y ella de una puyó el burro pa’ acá. Han pasado ocho días desde mi llegada aquí. Betty lo hacía hoy, también vendrá una enfermera para que la ayude con todo.—¡Manita!Sonreí al escuchar a José Luis llamarme, nos estamos llenando de pelaos. En una semana cumplía los cinco meses, tenía la ecografía para ver a mi bebita, aún no se ha movido, ¡era una floja! Estaba en la hamaca, me siento… ¡Ay, no sé! La aburrición en pasta me queda chiquita.» Manita, ¿quieres fugar?Le sonríe a la carita preciosa que se asomó, por un lado, de la hamaca.—¿Qué quieres jugar?—Maloloto.—Mmmm —¿qué carajo era eso?, piensa Catalina.—Shi, maloloto ¿shi?Le pelé los dientes, aun sin saber que quería jugar mi hermanito, y era mejor tratar de seguirle el cuento hasta ver que me quería decir.—Bien, llévame.De la mano de José Luis cami
Antes de que dijera algo, la besé, necesitaba hacerlo, invadí su boca, profané su lengua, la besaba con tal desespero, dándole a entender cuanto la necesitaba, la amaba, pero debía detenerme, de lo contrario ella misma me hará picadillo. Me alejé, estaba llorando, me incliné y le di un beso al vientre.» Te amo mi amor. —Luego la miré a ella, toda la familia nos estaba viendo—. Vine con toda la intención de decirte la verdad y entregarte todas las pruebas. Pero me arrepentí, me duele que tú estés pensando en profanar esa boca que solo yo puedo saborear.—¡Lárgate!Dijo con los lagrimones en su rostro, su respiración comenzó a agitarse. Comencé a caminar.—Ahora solo sabrás la verdad porque se me da la gana de decírtela el último día de mi boda. —Catalina comenzó a agitarse y Rafael se la llevó.—Ella no sabe Dylan, te pasaste. —reclamó Lucas.—¡¿Me pasé?! ¡Tengo días detrás de ella! No duermo y ella casi profana nuestro juramento, me tiene cansado con su actitud intransigente, como si
—Seremos unas cuantas amigas. Las viejas también, así que estoy metida, pero hagámosle algo loco. ¿Qué se te ocurre? Me dices y voy a comprarlo.—Pero yo quiero ir.—Tu médico te tiene prohibido salir. Ahora ese tema tuyo que en cualquier momento te ahogas lo tiene nervioso. Si sales lo harás con él. Por ahora te quedas encerrada. Hazme la lista, yo voy a comprar, el evento es para mañana. Ella no sabe nada de nada, anda triste porque el señor le canceló el lugar.—¡Qué falta de respeto!, mami compra todo alusivo a sexo. —Mi mamá espeponó los ojos y Betty soltó la carcajada.—¡Oh Catalina!—¡Aja mami! ¿Qué son las despedidas de solteras? Es la bienvenida a que de manera oficial vas a tener un pene exclusivo para maniobrar.—¡Muchacha! ¿Te imaginas a mi mamá viendo eso?—¿Y acaso no tengo uno todas las noches, o es que crees que tu padre no lo tiene? —Mi mamá se puso roja.—No quiero imaginármelos a ustedes en esas, no atrofies mi cabeza. —Betty y Yo estábamos rojas de la risa.—Sigue
La enfermera no trabaja en la noche, ella estos días me ayuda a bañar en las tardes y me dejaba con pijama. Dormir con el tutor era un calvario, pero ni modo, como leí en el libro de Cata y Dylan, estaba viva, eso era lo importante. Debía cambiarme para la despedida de soltera, por descuido no le dije que me pusiera la ropa que voy a utilizar. Intenté cambiarme yo sola y el cuerpo aún me duele. —tocaron a la puerta.—¿Puedo pasar? —Mi corazón latió a mil al escuchar su voz.—Adelante. —Ricky ingresó, arreglado, para ir a la despedida de Dylan en la finca del abuelo—. Vine a despedirme de Arturo. —Mi hijo dormía en la cama—. ¿No vas a arreglarte?—Sí, pero…—¿Necesitas ayuda? —me puse roja—. Betty…—Ya estoy bañada, es solo ponerme el vestido —sonrió.—¿Cuál vestido quieres ponerte?—No lo sé.—¿Quieres que escoja? —Seguía siendo igual a lo que leía de él, era todo un caballero—. Betty, ¿sigues teniendo miedo de mí?—No es miedo, ahora… —si no lo digo me sentiré peor.—Me estás preocup
—¡No! —dijimos más de una.—¡Nojoña!, y yo que vine preparada para tomarle fotos. —Nos mostró un celular.—¡Juera!, ¿tú de donde sacaste ese celular?—Es de Mayo, el aguacatao y aburrido de su marido no la dejó venir, porque esto eran fiestas del demonio. Tú sabes cómo es él.Se sentaron en la mesa donde estaríamos nosotras. La reunión comenzó, no he parado de reírme, Betty y yo somos las únicas jóvenes entre todas las mujeres adultas que no estamos en el desorden.Cuando las meseras nos trajeron la cena con el vaso que habíamos alquilado fue para tomarles fotos a las caras que pusieron todas. Independientemente, era abrumador pegarse a chupar del pitillo que para colmo es corto, sale de la uretra, uno parece que se está metiendo el pene de vidrio a la boca. Megan llegó a mi lado y con disimulo las grabó.—Esto va a quedar para la historia.Mi mamá y la señora Rochi fueron las que fomentaron más el relajo, a lo último ya estaban hasta bromeando con el tema, todas. Llegó la hora loca,
Llegué a La Arbolada. Si lo hubiera planeado no habría salido tan perfecto el momento como ahora, no me atrevo a llamar a Megan. Ingresé a la casa, la esclava me la entregan en una semana. Al pasar por la puerta mi abuela me recibió con una gran sonrisa y el traje de matrimonio para usarlo mañana en la boda. Ahora temo, Dios no me hagas perder la fe.—Mira, lo mandó Megan. El mío ya lo tengo en mi cuarto, debemos presentarnos a las diez en punto. Eso significa que debemos irnos a las nueve de la mañana, ¡Ay, Dios mío!, ya no puedo de los nervios. Mi bebé se casa.—Gracias, abuela—¿Qué pasa hijo?—Por ahora nada, supongo que los nervios, mañana me caso y sigo sin tener la novia.—Ya todo se encuentra listo, el vestido de la novia llegó en la mañana a La Sabanera.—Voy a descansar un poco, abuela.—¿Quieres comer algo? Zule hizo gallina criolla con arroz de coco.—En un rato.Pasé todo el día en el cuarto, mi abuela me ha traído las comidas. A eso de las seis de la tarde tocaron a la p