Siendo ya una adolescente solían terminar enzarzadas en buenas peleas. La última fue cuando ella tenía unos 18 años y su abuela había jurado no verla nunca más y mucho menos incluirla en su testamento, a lo que Allyson había respondido con una carcajada furiosa diciéndole que le importaba un bledo y al salir había azotado la puerta con todas sus fuerzas.
En realidad, yo también no entiendo la situación, es cierto que jamás había cruzado palabra con ella, pero sabía de su actitud hacia ti y tus padres, sin embargo, cuando la vi estaba realmente preocupada y me sorprendió. De hecho, fui a verla por que me llamó por teléfono – llegado a ese punto Jaquie calló como queriendo explicar algo que ella misma no entendía.
¿Te llamó por teléfono? ¿Pero como es que tiene tu número? – preguntó realmente extrañada Allyson –
Tú se lo diste…
¿Yo? – y a continuación rió a carcajadas por lo absurdo de la situación, ella jamás había hablado con su abuela desde entonces, ni siquiera por teléfono. Si en algo se parecía a Mabel era en el orgullo y estaba 100% segura que nada ni nadie sobre esta tierra hubiera hecho que buscara a su abuela y mucho menos hubiera tenido la familiaridad como para darle el número de teléfono de su mejor amiga – Eso es lo más ridículo que he oído en mucho tiempo.
No, no es ridículo. Quizás extraño, pero antes de decirte lo demás. ¿Podrías decirme que tal te sientes? no quiero que te pongas en shock con lo que acabo de enterarme.
¿Sabes? No es precisamente saludable decirle a un enfermo que corre riesgo de sufrir un shock con lo que le vas a decir – repuso de manera sarcástica, pero escondiendo la tensión que sentía por todo su cuerpo.
Lo siento, ya no se ni lo que digo, el caso es que tú… bueno, tú, ¿Cómo te lo digo?
¡Podrías decirlo de una vez, por que estoy a punto de ponerme a gritar!
¡Estabas viviendo con tu abuela! Por favor di algo, no sabía como decírtelo. Se que se detestan mutuamente y que a la última persona con quien vivirías es ella. Pero, escucha el resto.
¿Es que hay más? – dijo mas mortificada y asustada que en shock, de hecho, trataba de unir los hilos para dar con una explicación de su comportamiento. ¿Qué terrible suceso le había hecho refugiarse con su abuela? ¡con su abuela! ¡por Dios! No había explicación posible ¿o si? Todo esto empezaba a aterrarla.
La situación está así: tú vivías con ella desde hace unos meses…
¿Meses? ¡Dios mío!
Viajabas con frecuencia al interior de México impartiendo cursos en distintas universidades y se suponía que la semana pasada estarías en la ciudad de Querétaro unos días. Cuando venías de regreso es que tuviste el accidente. Tu abuela apenas me llamó por que se supone que regresabas del curso hace dos días y como no la habías llamado ni nada se preocupó y empezó a localizarte. En la universidad en la que estuviste le dijeron que habías regresado antes de lo previsto por problemas familiares. Así que se preocupó muchísimo más. Tomando en cuenta que llevas aquí cuatro días, algo te hizo regresar antes de tiempo. Ya hablé con tus padres, no, no te preocupes-aclaró al ver el rostro desencajado de Allyson.- les dije que habías tenido un ligero problema al controlar tu auto pero que no te había pasado nada malo. Así que ellos están bien, tu abuela está bien, yo estoy bien. No tienes más familia, probablemente te sentías mal o algo así.
Sabes que no dejo mi trabajo a menos que me esté muriendo o haya pasado algo a mi familia y como ese no es el caso no tengo idea de cual haya sido la razón, pero lo que más me preocupa es que estoy viviendo con mi abuela. ¿no vendrá para acá ahora verdad?
Tranquilízate, le expliqué la situación y por ahora no vendrá.
Todo esto me está confundiendo.
No quería decírtelo, pero me pareció injusto no hacerlo, no quiero que te pongas mal por mi culpa.
No, al contrario. ¿no te das cuenta? Mi abuela puede contestar muchas de mis preguntas. Además, si ya nos dirigimos la palabra con anterioridad en esta ocasión con mucha más razón.
Sí tienes razón… ¿Qué es eso? –Jaquie miró hacia la puerta. -Parece que hay un alboroto haya afuera, ahora vuelvo, veré de que se trata.
Allyson casi ni prestó atención y siguió tratando de encontrar algo coherente a lo que se había enterado.
De repente los sonidos de afuera avanzaban y llegaron hasta su puerta sacándola de su ensimismamiento. La puerta se abrió de golpe y Jacqueline entró apresuradamente y pálida como una hoja de papel.
- ¿Qué sucede? – preguntó asustada.
- El hombre que vi en el aeropuerto, está aquí…
- ¡Ah vaya! pensé que se trataba de otra cosa, pero ya veo que te impactó por que hasta pálida te pones de sólo verlo ¿De eso se trata todo ese alboroto haya afuera? Pero que exageración ni que fuera tan guapo. –sonrió divertida.
-Es que sí lo es, pero lo importante aquí es que te está buscando a ti.
Allyson rompió en carcajadas, Jaquie y otra de sus bromas pensó.
-Magnífica actuación, casi te la creo. En serio, ya dime que es lo que tiene ese tipo.
- Las enfermeras y demás mujeres del hospital se derriten a su paso yo tuve que correr.
- ¿Para no derretirte también? – desde su llegada al hospital Allyson no se había reído tanto e intuía que desde hace mucho más.
-Muy graciosa, tuve que correr para llegar antes que él ¡por que te digo que viene para acá! – No cabía duda que la actuación de su amiga era excelente, estaba sudando, ansiosa y súper nerviosa cualquiera le hubiera creído, ella casi le creía – ¡Por Dios Allyson ese hombre preguntó por ti y la enfermera le dio el número de tu habitación! Me lo dijo una de las enfermeras, después de dejar de babear, claro.
-Como broma es buenísima, casi me pongo a aplaudirte.
- ¡Y lo que es mas increíble es que dicen que es a su esposa a quien viene a ver!
- ¡Ah! Ya veo que no bromeas, seguramente sí viene a ver a su esposa y se ha de llamar igual que yo, probablemente le dieron este número de habitación por error y tú haces un escándalo de algo que tiene una explicación perfectamente lógica, seguro le informan del error inmediatamente y lo malo es que así no conoceré a tu hombre perfecto. Además, si me hubiera casado no me olvidaría ni por todos los accidentes que pudieran ocurrirme. ¿Casada yo? ¡Imposible!
Ni bien acababa de decir eso, la puerta se abrió de nuevo dando paso a su doctor que, con gesto muy serio, le informó que tenía una visita muy importante que le ayudaría seguramente a su recuperación.
La verdad es que sería todo lo contrario ya que ocupando con su imponente presencia la habitación en su totalidad entró Máximo Vecchio, su mirada fría y afilada traspasó por completo a Allyson que se había quedado totalmente anonadada y confusa.
-Hola querida, me alegra tanto verte… – le dijo con una suavidad letal, y Allyson pese a que estaba como en trance alcanzó a percatarse de un leve rastro de ironía.
Se le erizó el vello de la nuca y su cuerpo reaccionó antes que su mente. Era un hombre verdaderamente impresionante, si antes se había burlado de Jaquie, la verdad es que ella si estaba a punto de derretirse por la vista.
Alto, moreno, increíblemente guapo de ojos dorados… ¿ojos dorados?
Un momento, ella sabía quien era él, claro, el hombre de sus sueños o más bien el de sus pesadillas. Inmediatamente se puso en tensión, la cabeza empezó a darle vueltas, se levantó de la cama intentando tontamente poner la mayor distancia posible aun a sabiendas que no iba a ser posible en esa minúscula habitación y obstaculizando él la salida. El movimiento hizo que se pusiera peor, vio todo borroso, negro y luego nada…
Como en una bruma, escuchaba que la llamaban, que repetían su nombre al parecer con preocupación. Abrió los ojos lentamente y sintió una punzada de dolor en la sien, la luz, aunque tenue le lastimaba. Se obligó a tratar de ver y lo primero que se topó fue con esa mirada dorada. Máximo estaba inclinado sobre ella viéndola con el ceño fruncido y un vago gesto de preocupación mezclado con exasperación, en cuanto la vio recuperar el conocimiento dirigió su furia al médico.
¡Me dijo que el verme no le provocaría ninguna reacción adversa! ¿Que clase de Médico es usted? – Le espetó furioso, la voz del doctor parecía haberse escondido – Me llevo a mi esposa de este hospital.
¿Esposa? Usted está completamente loco – dijo débilmente Allyson.
¿Loco? Pues mi mayor locura fue haberme casado contigo…
Eso no fue precisamente amable –protestó Jaquie para sorpresa de los presentes, sus guardaespaldas personales y el asistente de Máximo que ya estaban en la habitación, haciendo la situación más caótica con el mero hecho de su presencia eso sin contar al médico.
¿Quién eres...? – la fulminó Máximo con la mirada, su voz denotaba impaciencia, Jaquie no dijo nada se limitó a mirarlo fríamente. Pero hasta la tremenda seguridad de su amiga parecía haberla abandonado.
Quien sea ella no es de su incumbencia y soy yo la que debería hacerle esa pregunta. – espetó Allyson furiosa y mucho más recuperada – Salgan todos inmediatamente de mi habitación ¡esto no es un maldito circo! Y usted vaya a que le examinen la cabeza ¡lo necesita más que yo! Soy una mujer soltera me oye, ¡soltera! solo en algo estoy de acuerdo con usted y es que me voy de este Hospital lo más rápido posible, pero sola no con un lunático al que dejan entrar con toda la facilidad del mundo.
Si la situación hubiera sido diferente tanto Jaquie como Allyson hubieran estallado en carcajadas al ver la reacción de los acompañantes de Máximo, ellos eran los que habían quedado en shock en esta ocasión. Asombrados por qué aunque fuera su esposa se hubiera atrevido a hablarle así a su jefe. La reacción de él no se hizo esperar.
-Salgan todos por favor – dijo él con un control que cualquiera envidiaría.
-Pues yo no voy a ninguna parte – repuso Jacqueline.
-Será mejor que lo haga por su propio bien.
- ¿Me está amenazando? – Le preguntó boquiabierta.
- Si no accede por la buena tendrán que sacarla, esto es algo entre mi mujer y yo así que no tiene nada que hacer aquí – Allyson observaba perpleja y debatiéndose entre la furia contra él y contra ella misma.
Se sentía débil sólo al verlo, su cuerpo parecía no querer reaccionar y hubiera deseado tener la fuerza necesaria para sacar a todos de la habitación.
-Jaquie sal un momento por favor – le pidió Allyson, confundiendo a su amiga, quien pareció dudarlo, pero al final accedió sin dejar de hacerle preguntas con los ojos.
-Estaré aquí fuera por si me necesitas, no dudes en llamarme – Le dirigió una fría mirada a los presentes y salió.
Al instante salieron los demás y cerraron la puerta. Dejándolos solos.
Con un fluido movimiento, él se puso frente a ella y la observó impasible. Estupidamente ella sintió la necesidad de estar mejor arreglada y no con esa horrible bata de hospital. Él, magnifico, como sólo un espécimen de su naturaleza podría ser pensó con algo cercano a la desesperación puesto que se sentía desvalida en esa situación digna de una parodia de locos.
-Por fin solos. - dijo con voz queda Máximo al tiempo que levemente sonreía de manera irónica y casi divertido al ver como ella al escuchar sus palabras abría los ojos por la sorpresa.
-Lo último que deseo es estar a solas con el hombre de mis pesadillas y mucho menos encuentro la situación divertida.
¿Qué pasará contigo? ¿regresarás a España?Sí, es lo que precisamente haré. Y tú irás al país de donde es tu esposo ¿verdad?¿Lo has recordado? –preguntó sonriente JacquelineNo, pero no hay que ser adivino para darse cuenta.Sí, ¿recuerdas lo que decíamos de los italianos cuando éramos adolescentes? – le preguntó divertida.Que nos iríamos juntas a Italia, encontraríamos guapísimos italianos y tendríamos apasionados romances con ellos. Para después irnos a Grecia y hacer exactamente lo mismo. Que decadente ¿no? Nos creíamos tan liberadas e independientes en todo, que sólo queríamos pasión, nada de amor y compromisos –Recordó con nostalgia.Y así lo hicimos, viajamos y conocimos Italia, Grecia, pero no fuimos tan liberadas como para tener aventuras amorosas de unos pocos días – Y una leve sombra ensombreció brevemente los ojos de Jaquie, para sonreír inmediatamente después.Sí, fuimos un desastre en cuanto a eso en esa ocasión –y rieron con ganas – Pero a pesar de ello, seguimos con l
Aquello último lo pilló casi por sorpresa, había olvidado lo bien que ella lo había llegado a conocer, tanto como para poder interpretar sus gestos, aunque estos fueron mínimos, lo mismo que a él le había sucedido con ella y lo irónico del asunto es que Allyson no se percataba de ello, la muy ingrata se había apoderado de todo su ser, sólo para después hacerle estallar en pedazos. No merecía la piedad del olvido, estaba seguro que ella antes de su amnesia no sintió la más mínima compasión por todo lo que había provocado. La ira se apoderó nuevamente de él y deseó poder descargar toda su furia aunque eso significara emprenderla a golpes con la pared, por que aunque ella se mereciera el peor de los castigos él nunca había pensado en esa clase de venganza, tenía en mente otras maneras para hacerla pagar sin perjudicar esa bella cara y ese cuerpo de pecado cuando de pronto captó lo dicho por ella ¿Hombre de sus pesadillas…? ¿Soy el hombre de tus pesadillas? -Le preguntó sin más, Allyso
Gran error, de haberlo sabido se hubiera obligado a seguir durmiendo o por lo menos fingir que lo hacía. Justo enfrente de su campo de visión estaba Máximo sentado en un sillón, la miraba fijamente pese a estar al teléfono. Cortó la llamada al verla despierta, haciendo que ella tragara saliva deseando no haber despertado jamás. Quiso cerrar los ojos, pero seguro que él se daría cuenta de su cobardía.Por la habitación aun se distinguía la luz del día y eso le dio la excusa perfecta para romper el contacto visual que sentía la atravesaba por completo. Desvió la vista a la pequeña ventana del avión, no tenía que hacer muchas preguntas para saber que iban en camino a Italia en el avión privado de su esposo… su esposo. Recordarlo le produjo un escalofrío. Se obligó a mirarlo de nuevo y a generar palabras
Iniciaría los trámites del divorcio en cuanto pudiera.Una llamada a la puerta, la sacó de sus pensamientos.¿Señora Vecchio? – habló una voz femenina.¿Sí? – Asomó únicamente la cabeza.Su esposo me pidió le trajera esto- Le extendió una pequeña maleta.También me pidió le ayudara en todo lo que necesite.Por ahora estoy bien. Gracias de nuevo.Me da gusto que se encuentre bien. – le dijo la bonita y elegante azafata sinceramente.¿Tú me conoces? – preguntó curiosa.Por supuesto, señora – y le dirigió una brillante sonrisa.En ese caso, pasa por favor por que si necesito tu ayuda.Encantada señora Vecchio.Allyson, dime Allyson. – Y una chispa de esperanza surgió en su interior.Una vez duchada, cambiada y ayudada en todo momento, aunque no lo necesitaba por la chica. Empezó a conversar con ella. Al principio de cosas sin importancia.Entonces trabajas para mi esposo desde hace años.Así es. El señor Vecchio ha sido siempre un buen jefe.Me lo imagino – sonrió falsamente, para no des
-No debería haberte dicho eso – le dijo para calmar su furia. -Y yo debería haberlo hecho desde la primera vez que te vi, en el Hospital – le respondió aún alterada. -Gracias por tu sinceridad, pero te recuerdo que lo primero que hiciste cuando me viste fue desmayarte. - ¿Qué pruebas tienes para decirme que fui infiel? - Sin cambiar de tema como él lo estaba haciendo le recordó el motivo de la discusión. - ¿Qué más pruebas quieres que el haberte ido de casa sin ninguna explicación? Obviamente me dejaste por otro hombre. Máximo rogó por dentro para que ella le creyera eso. Tenía las pruebas más obvias y concluyentes contra ella de su infidelidad. Pruebas que lo habían vuelto loco de celos y de ira cuando las había tenido en su poder. Sentimientos que recordaba a la perfección y que hacían que quisiera matar a alguien. Se obligó nuevamente a controlar sus emociones. La observó y vio que titubeaba. Era perspicaz, Allyson era una mujer inteligente y era una de las cosas que lo habían
Al terminar el discurso ella se había sentido satisfecha. La gente se había reunido en otro enorme salón dónde se habían puesto muchas valiosas obras de arte propiedad de la familia dueña del hotel, los Vecchio de quien no sabía demasiado y mientras todos las admiraban, el champán y bocadillos deliciosos circulaban incesantemente. En vano lo había buscado con la mirada, pero no la tenía fácil pues era abordada con regularidad por diversas personas y ella todo encanto y profesionalidad había charlado con todos, no debía olvidar que era un evento para recaudar fondos. Por lo pronto sabía que William ya había recibido numerosos cheques y el evento estaba saliendo mejor de lo esperado.Fue cuando ella se acercó a William respondiendo a su llamado que lo vio. No se había fijado antes pues otras personas lo cubrían. Y simple y sencillamente se lo quedó mirando, sin decir nada contemplándolo. Él actuó igual que ella y fue hasta que un William muy enfadado que se esforzaba por disimular su e
Ella recordaba esa primera noche cuando habían cenado juntos. Todo encanto y seducción. La había dejado completamente perdida de anhelo por verlo de nuevo y eso la había asustado por que por primera vez vio el peligro, lo que ocurriría si se enamoraba de un hombre así. Famoso por sus conquistas, las más bellas mujeres habían pasado por su cama sin lograr atrapar al soltero de oro.Empresas Vecchio abarcaba diversos negocios: hoteles, bienes raíces, construcción y software con considerable éxito. Era además un basto conocedor y poseedor de arte tanto florentino como de diversas culturas, siglos y periodos.Lo único que pensó es que ella no debía dejarse seducir por un hombre con semejante carisma y poder, se enamoraría sin remedio y seguramente luego la dejaría por otra. Era demasiado independiente como para depender del amor o el deseo que le hicieran sentir y aunque nadie había logrado despertar en ella esas necesidades, sabía que Máximo Vecchio las despertaría todas. No tenía que se
Máximo deslizó las manos por su espalda hasta su trasero, el cual acarició y levantó hacia él, pegándola aún más a su cuerpo lo que a ella le permitió sentir la fuerza de su excitación.Tembló ligeramente al comprobar lo excitado que él estaba. Antes que se diera cuenta, él ya le había quitado el vestido y la había dejado en ropa interior. Un calor apremiante sintió por todo el cuerpo, sobre todo entre las piernas, una necesidad, un ansia que sólo el podría llenar.La llevó a la enorme cama de su dormitorio, la depositó con sumo cuidado. Se empezó a quitar la camisa, mientras ella estaba absorta en cada uno de sus movimientos. Tenía un torso hermoso, los músculos marcados que invitaban a ser acariciados.Automáticamente ella estiró la mano para atraerlo hacia ella, lo tomó por el cuello y enredó sus dedos en su maravilloso pelo del color del ébano para besarlo. Él siguió el recorrido hacia abajo besándola en el cuello y por fin liberando sus doloridos pechos. El deseo de él era más qu