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3 "Un elefante rosa volando de flor en flor"

 Máximo regresó al presente después de los vividos recuerdos de cuando la había visto por vez primera y de pronto lo invadió la inmensa necesidad de verla, ¿acaso tenia que vivir con el estigma de su recuerdo, con esa necesidad y anhelo de tenerla cerca aunque sea para sufrir? Estaba loco, esa era la única verdad.

A muchos kilómetros de ahí Allyson Castillo estaba tratando de hacer las paces con ella misma, se había propuesto recuperar lo que pudiera de esos meses “oscuros” y todo había sido en vano. Se levantó de la cama del hospital y echó a andar hacia la ventana, el viento hacía volar las hojas de color café debido al otoño y anunciando el nuevo cambio de estación. Dadas las fechas ella no recordaba lo sucedido en la primavera y verano de ese año… de repente el corazón empezó a latirle con fuerza, “la primavera” Flores, muchas flores. Volteó como autómata hacia su habitación y al instante no era un cuarto de hospital lo que tenía ante sus ojos, si no una lujosa suite y flores por todas partes, donde sobresalían sus favoritas: tulipanes rosas y amarillos, además de un sin fin de flores exóticas y hermosas. Casi se podía ver a si misma en medio de la habitación con los ojos iluminados por la emoción y una sorprendente sonrisa en el rostro mientras con aire encantado examinaba las flores, pero lo cierto era qué aunque él le hubiera enviado un único tulipán ella estaría en igual estado de felicidad suprema… ¿Él? ¿Quién era Él?...

Como si su mente le hubiera dado más información de la que pretendía, al instante volvió a la realidad y supo con más certeza que nunca mientras su corazón latía aceleradamente que había recordado un detalle importante: un hombre en su vida y no uno cualquiera, era alguien por el cual ella había estado más que entusiasmada. Un repentino temblor le recorrió el cuerpo, cuando recordaba lo que había sentido al ver las flores, ¿era posible que ella hubiese estado enamorada?

Pero si ella nunca había dejado tiempo para eso. No cuando su carrera era lo más importante y ya había despegado, claro que algún día pensaba encontrar al hombre adecuado y quizás casarse y tener uno o dos hijos, pero eso sería cuando ella se hubiese realizado en todo aspecto profesional, cuando terminara su libro, cuando tuviera patrocinadores necesarios para las restauraciones que tenía en mente, cuando hubiese terminado de recorrer mundo debido a las investigaciones. Y es que ella no se veía de otra forma que trabajando y viajando, había sido su estilo de vida al lado de sus padres y para ella era lo más normal.

No había sido problema mantener a los hombres a raya, puesto que ninguno le había llamado demasiado la atención como para dejar aunque sea por unos días sus ocupaciones. Claro que había salido y disfrutado de excelentes veladas con amigos, pero eso eran nadamas, amigos. Había llegado a salir en más de una ocasión con uno solo, debido a la insistencia de sus amigas, los besos no habían despertado en ella el anhelo de algo más y no entendía el desenfreno de muchos por el sexo.

Le hubiera gustado ser un poco más como Jacqueline… vibrante, sin una gota de aburrimiento en su ser, sin tomarse demasiado en serio las cosas.

Jaquie era un ejemplo de superación a pesar de los múltiples problemas que había enfrentado, eso sin mencionar los del corazón.

Pero ahí estaba ella, desaprovechando según decían sus compañeras de estudios en sus días de Universidad, todo su potencial. No se referían a su cerebro obviamente, ellas hablaban de su belleza física y encanto natural. No es que ella estuviera muy segura de esas dos cosas pero de poco servía lo que le dijeran, de todos modos estaba más que decidida a seguir con lo que se había trazado para su futuro, lo que le apasionaba, y eso era su carrera.

Nada ni nadie habían logrado apartarla de esa meta todos esos años, pero con lo poco que había recordado estaba más que convencida que esta vez las tornas habían cambiado y su pasión interior por la carrera que amaba al parecer en esta ocasión tenía un nuevo objetivo, un hombre, estaba prácticamente segura de ello, así como lo estaba de que su vida había cambiado totalmente. El miedo de la incertidumbre la invadió.

Por qué si ella estaba así de comprometida sentimentalmente con un hombre, ¿Dónde estaba él? ¿Seguirían juntos? ¿Sabría del accidente? Ó ¿Acaso había sido una aventura? Esa última opción no encajaba con ella, pero no podía descartarla. Con un suspiro se sentó en la cama y trató de serenarse, pero definitivamente eran demasiadas las interrogantes como para poder estarse tranquila.

En eso Jaquie llegó con una enorme sonrisa, y con una bolsa de papel en la mano.

Toma – le dijo, extendiéndole la bolsa – son algunas de las cosas que traías contigo al llegar aquí.

¿Ah sí? Y que raro que me las des sin que te de un ataque de pánico al pensar que pueden alterarme por si recuerdo algo – intentó bromear Allyson.

No, por que no creo que haya nada ahí que pueda alterarte. Y no se te olvide que lo que queremos precisamente es que recuerdes, claro, sin que ello signifique que te pongas como lo haces con tus pesadillas. Eso es lo que me preocupa, tu reacción con esos sueños.

Sí, no creas que a mí no. –Suspiró con nerviosismo.

Pero he pensado que quizás con lo sucedido, tu cerebro está mezclando recuerdos y lo que sueñas bien pueden ser retazos de películas o libros que has leído. –Sugirió su amiga.

Ojalá fuera así, no había nada más que deseara en ese instante que fuera tal como decía su amiga y que todo fuera producto de la imaginación de su cerebro únicamente.

Sabes Jaquie – empezó lentamente Allyson - Creo que mi cerebro no inventa absolutamente nada y lo que es peor o mejor, ya no sé. Es que estoy recordando. Verás… - Prosiguió al tiempo que trataba de ahuyentar sus dudas, sentía que al comentarlo quizás despejara en algo su temor –… Al parecer estuve bastante ocupada en Florencia.

Eso no es nada nuevo – sonrió comprensiva Jaquie.

Sí, pero estuve ocupada con un… con un… pues verás…

¿Podrías terminar? A que viene tanto misterio niña, ¡me da mucho gusto saber que estás recordando! – sonreía entusiasmada Jaquie.

Bueno, pues es que estuve muy ocupada por que al parecer estaba con un… hombre –concluyó tímidamente-

Al no escuchar respuesta de parte de Jacqueline alzó la cabeza para verla mejor y se dio cuenta de que la había dejado sin palabras. Era casi vergonzoso que su vida haya sido tan enfocada a todo menos a los hombres que ahora veía como su mejor amiga la veía con profunda sorpresa.

¡Oh, por favor! Que me haces sentir como si fuera una monja y haya pecado o como una mojigata.

No, claro que no – pero Jaquie luchaba por manejar la sorpresa y por no echarse a reír.

¡Pero si no te repones de la sorpresa! Y además… ¿es risa eso que veo que tratas de contener?

¡Sí!, digo ¡no! Ay, lo siento es que me da gusto ver que empiezas a recordar y que en esos recuerdos hay un hombre. Mi querida Allyson ¡por fin! Perdona si me río, pero al ver tu cara de estupefacción por haber recordado que hay un espécimen masculino con el que compartiste al parecer muchos días, cuando eso es lo más normal del mundo entre un hombre y una mujer pues casi me da un ataque de risa. ¿Qué tiene de malo el tener un hombre contigo? – Llegado a ese punto su amiga se detuvo pensativa- ¿Y dónde rayos está? Solo un idiota te dejaría ir así como así – proseguía sacando sus conclusiones – O es que lo tuyo habrá sido una aventura – Y al decirlo una enorme sonrisa se dibujaba en el rostro de Jaquie – ¡Eso fue! Una aventura… no, no es tu estilo, por más que el hombre en cuestión esté como para comérselo, así como el bombón que vi en el aeropuerto hace un rato. Ay si lo hubieras visto – Decía de forma soñadora - Hasta tú te hubieras quedado impresionada, tomando en cuenta que a ti prácticamente nunca te ha impresionado un hombre.

Te recuerdo que al parecer ya estuve con uno – le recordó frunciendo el ceño, no es que le agradara precisamente la imagen de inmunidad hacia el genero masculino con que solían bromearla sus amigos más cercanos – Y si estuve con uno es por que realmente valía la pena – Pero al decir aquello recordó sus pesadillas y el miedo hacia el desconocido protagonista que aparecía en ellas, ¿y si era el mismo con el que había tenido una relación o aventura? Recordó la alegría inusitada en ella cuando vio las flores y ese sentimiento tan peligrosamente cercano al amor y si se trataba de amor, ¿Cómo podía pasar de eso al dolor? porque eso sentía vívidamente en sus pesadillas, dolor al ver perdido todo lo que habían tenido, aunque no sabía exactamente que era lo que había habido entre ellos.

No quería hacerte enfadar Ally – le decía Jaquie sacándola de sus pensamientos – es solo que en realidad era bellísimo y hasta a ti te habría fascinado. Al parecer es un hombre importante andaba con sus guardaespaldas, todo un equipo de seguridad y tenía ese aire de magnificencia, poder y sensualidad que es un cóctel letal para cualquier mujer que se precie de serlo.

A ver, pero dime una cosa ¿Qué hacías en el aeropuerto?

Pronto te darán el alta del hospital y fui a checar los horarios de los vuelos hacia Madrid.

Ah, que bien, espera un momento ¿Fuiste hasta allá a checar eso? – dijo frunciendo el ceño y observando el vago gesto de culpabilidad de su amiga que tan bien reconocía – Hiciste algo más ¿verdad? Y ese algo es posible que no me ponga precisamente contenta ¿no es así?

¿Por que piensas eso? – pero la chica ya sonreía nerviosa y lamentablemente para ella, la conocía demasiado bien

Buen intento Jacqueline, pero te advierto que o me dices la verdad o te la saco como sea.

Deja la violencia de lado por Dios, si apenas puedes tenerte en pie estamos en un hospital, deja te recuerdo por que… ¡por que tuviste un accidente! Y aún enferma y todo ¿me amenazas? – Allyson quiso reír, pero debía de mostrarse seria si quería que su amiga le soltara todo – ¡Oh! ¡está bien, te lo diré!, sí, hice algo que no te agradara en absoluto, fui a ver a tu abuela ella se enteró del accidente y estaba muy preocupada.

¿Mabel preocupada por mí? Claro, y recién vi un elefante rosa volando de flor en flor – repuso sarcástica – Espera un momento, tú nunca habías tratado a mi abuela.

Ella no era precisamente la persona favorita de su abuela y eso que era su única nieta, algo que decía mucho de la situación. La madre de Allyson había desafiado a Mabel Del Real ósea su abuela al casarse con un pobre arqueólogo español que había conocido en la universidad mientras ambos cursaban un postgrado en Madrid. Su abuela orgullosa de sus raíces y abolengo había querido verla casada con alguien perteneciente a su mismo País y sobre todas las cosas a su mismo nivel social. Pero de lo que Allyson estaba prácticamente segura es qué si su padre hubiera sido rico, a su abuela poco le hubiera importado el País de procedencia de su yerno.

Al final de cuentas, las cosas habían resultado de lo mejor, sus padres gozaban de un prestigio ganado a pulso. Considerados de los mejores en su área, esto había conllevado a que también les sonriera además de la fama, la fortuna. Y en resumidas cuentas esto, en lugar de lograr una reconciliación con Mabel, solo había contribuido a perpetuar la enemistad con su hija, su yerno y por lo consiguiente con su nieta.

Allyson no olvidaba que su dulce madre aun intentando lograr la paz, la enviaba a ella de vez en cuando de visita a casa de Mabel.

Esta no la rechazaba, pero solo porque no quería hacerse de una mala fama en su exclusivo circulo social y que la tildaran de cruel por no querer recibir a su nieta. Esas visitas eran de los recuerdos que prefería encerrar en lo más recóndito de su cerebro para no acordarse de ellas, si iba era por no ver a su madre mas triste por la situación. La frialdad de su abuela y las constantes críticas a sus padres terminaban con su paciencia y aun siendo niña solía contestarle a su abuela a cada una de sus tontas acusaciones logrando que la ignorara más todavía.

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