Luego de pasar un agradable momento Fernando se puso de pie y salió de la mano con Clarissa hacia el jardín hasta llegar a una banca y tomar asiento.
—Veo que tienes un admirador— Dirigió su vista a la de la joven con una cálida sonrisa.
— ¿Tú lo crees? —cuestionó sonrojada.
—En definitiva, sí —comentó con seguridad— no te dejaba de mirar, creo que no le caí bien —inquirió.
—Que te puedo decir, me sucedió lo mismo con aquellas mujeres que babean por ti, además de… —Inclinó su mirada.
Fernando elevó el rostro de su chica con su mano, de manera delicada.
—Termina de decirlo —solicitó.
—Además de Brisa. Está enamorada de ti —declaró, mirándolo con timidez—. Ustedes tuvieron historia en España. —Suspiró profundo.
—No, no te llenes la cabeza de telarañas, llegué a salir con ella, sí, lo acepto. La invité a
Pienso que Perla, tarde o temprano se arrepentirá de haber abandonado a su hija, todo cae por su propio peso.
Días después. Se encontraban en el hermoso centro de la ciudad queretana Lucy, Hugo, Clarissa, Ricky, Robert y Fernando, en un lindo restaurante, para desayunar. Clarissa y Fernando observaron divertidos a Richard y Robert, al saber las actividades que habían realizado desde que llegaron a la casa. — ¿Qué tal ha estado su estancia con Hugo? —Fernando presionó sus labios. Robert miró sus manos, sintiéndolas arder, luego observó a su tío. —Nunca imagine efectuar actividades tan rudas, cómo las que nos pone a hacer —expresó serio. Ricky suspiró profundo. —Creo que ya se me tonificaron los brazos —bromeó. —Ay si mi Ricky, ya tienes las extremidades bien marcadas, como los de mi Fer— Lucy presiono uno de los antebrazos del joven, además de morder su labio de manera coqueta—. No cab
Te pienso en cada momento. Te quiero en cada día. Te sueño en cada minuto. &nb
Luego de que Fernando llegó y su novia le dio el recado, se dirigió a buscar a Hugo. —Buenas tardes —saludó. —Hola, me alegra verte. Necesito hablar contigo —mencionó con seriedad. Fernando lo observó, se percató que algo lo preocupaba. —Si Hugo, te escucho. —Imaginó que le haría algún reclamo por haberse llevado a Clarissa sin consultarle a su casa a dormir, después de aquella discusión con su mamá. —Son dos cosas —puntualizó— una de ellas es referente a las veces que ella se ha quedado contigo —pronunció— estoy preocupado. Fernando inhaló profundo. —Amo a tu sobrina, con todo mi ser —respondió sin titubear. —Soy el responsable de Clarissa y considero que ambos saben la postura que tengo sobres las relaciones premaritales. —Lo observó a los ojos, con seriedad. —Lo sé, lamento de
—Perdón, no podía dormir— Susurró. —Sabes que te arriesgas a que Hugo nos encuentre, ¿qué explicación le daría? —Fernando se mostró inquieto al cuestionarla. — ¿Qué vine a robarme tu castidad? Ambos rieron. —No pude evitarlo, necesitaba tener tu calor, sentir tu protección, tengo miedo de que las cosas que está haciendo tu padre, nos puedan separar. —Eso jamás… yo voy a defender lo nuestro —respondió firme. — ¿Y tú, estás dispuesta a luchar junto a mí? —Por supuesto —contestó segura. El delicado aroma de la joven inundó sus fosas nasales al recostar su rostro sobre el pecho de él. —Cariño, haces que te desee, al tenerte aquí… —confesó murmurando. Inhaló hondo para controlarse y no lanzarse sobre ella. —Pues tendrás que resistir, solo abrázame, lo necesito —Clarissa suplicó. Se acurrucó en
Un grito desgarrador salió de los labios de Clarissa, al observar cada vez más cerca aquel auto, entonces lo inesperado sucedió. Fernando corrió lo más rápido que pudo, hasta llegar a ella, sin embargo supo que no podría evitar que saliera lastimada, por lo que la cubrió con su cuerpo, girando para ser él, quien recibiera aquel impacto. Desde la dirección donde se encontraba Hugo y su familia observaron atónitos. Además de escuchar el rechinido de llantas que emitió el auto al intentar detenerse, de forma inexplicable, por lo que disminuyó su velocidad. Sin embargo lo inevitable sucedió. Un estrepitoso golpe se percibió sobre aquel auto, sin poder evitarlo el cuerpo de Fer fue impactado en el cofre del vehículo, entonces, soltó de su agarre a su chica, quien cayó al suelo, mientras que él golpeó sobre el medallón y luego giró derribado quedando inconscientes en el asfalto. A continuación el auto se echó en reversa y huyó de inmediato.
Horas más tarde Perla se encontraba recargando su cabeza sobre el hombro de su hermano, luego de haber llorado, como nunca antes en su vida. —Acabo de perderlo todo —expresó con gran congoja—. Mi familia es mi vida, y todos se fueron. —Sollozó. —Lo lamento. —Hugo tomó de la mano a su hermana y la acarició. — ¿Qué te hizo decir la verdad? — la miró a los ojos. —Pensé que ese auto la… mataría —estalló en llanto—, desee ser yo, a la que arrollaran y no a ella —pronunció—.Estoy condenada al infierno —hipo. Hugo presionó sus labios en una línea, inhaló profundo sintiéndose conmovido por la nueva actitud de su hermana. —Aún puedes hacer las cosas de manera correcta —refirió—. El arrepentimiento es el primer paso. —Sonrió con ternura. — ¿De verdad crees que pueda arreglar el mal que he causado? —indagó temero
Tiempo después. Carlos y Alicia se encontraban hablando con el médico tratante del caso de Fernando, deseando saber si lo podían trasladar a otro hospital, fuera del país. El médico de inmediato negó que pudieran hacerlo hasta que se desinflamara su cabeza y dejara de correr peligro. Salieron algo molestos ante aquella negativa, por lo que el padre de Fer, llamó a su médico de cabecera para escuchar su opinión. Decidieron desistir por lo pronto debido a que le dio la misma postura del especialista que trata el caso de su hijo, al comunicarse con él y escuchar el diagnóstico. —Si no podemos llevárnoslo en este momento, lo que podríamos hacer sería prohibirle las visitas, ya sabes a quién me refiero. —Dirigió su mirada hacia la mujer que había estado acompañando a Hugo. —Tienes razón, en cuanto lo lleven a la habitación, restringiremos el acceso —puntualizó. **
Fernando tuvo que estar un par de días en terapia intensiva, sin poder recibir visitas, ya que debido a que estaba intranquilo, fue sedado. Luego de que el peligro pasó lo llevaron a una habitación para terminar de recuperarse lo mejor posible y ser dado de alta. Al instalarlo se encontró con Alicia y con su padre ahí, inhaló profundo ante el desagrado que sintió al verlos sentados. —Necesito ver a Clarissa —expresó con claridad. —Estoy pensando en sacarte del país para que te recuperes mejor allá —Ponce cambió el tema de conversación. —Eso jamás —refutó—. Llama a Hugo, por favor, deseo hablar con él —solicitó. —Debes descansar —Alicia expresó, acercándose a él. —Dije que quiero hablar con Hugo —Fernando frunció el ceño, sintiendo como su corazón se agitaba. —Cálmate por favor —Carlos indicó—, en cuanto estés mejor hablaremo