Te pienso en cada momento. Te quiero en cada día. Te sueño en cada minuto. &nb
Saludos.
Luego de que Fernando llegó y su novia le dio el recado, se dirigió a buscar a Hugo. —Buenas tardes —saludó. —Hola, me alegra verte. Necesito hablar contigo —mencionó con seriedad. Fernando lo observó, se percató que algo lo preocupaba. —Si Hugo, te escucho. —Imaginó que le haría algún reclamo por haberse llevado a Clarissa sin consultarle a su casa a dormir, después de aquella discusión con su mamá. —Son dos cosas —puntualizó— una de ellas es referente a las veces que ella se ha quedado contigo —pronunció— estoy preocupado. Fernando inhaló profundo. —Amo a tu sobrina, con todo mi ser —respondió sin titubear. —Soy el responsable de Clarissa y considero que ambos saben la postura que tengo sobres las relaciones premaritales. —Lo observó a los ojos, con seriedad. —Lo sé, lamento de
—Perdón, no podía dormir— Susurró. —Sabes que te arriesgas a que Hugo nos encuentre, ¿qué explicación le daría? —Fernando se mostró inquieto al cuestionarla. — ¿Qué vine a robarme tu castidad? Ambos rieron. —No pude evitarlo, necesitaba tener tu calor, sentir tu protección, tengo miedo de que las cosas que está haciendo tu padre, nos puedan separar. —Eso jamás… yo voy a defender lo nuestro —respondió firme. — ¿Y tú, estás dispuesta a luchar junto a mí? —Por supuesto —contestó segura. El delicado aroma de la joven inundó sus fosas nasales al recostar su rostro sobre el pecho de él. —Cariño, haces que te desee, al tenerte aquí… —confesó murmurando. Inhaló hondo para controlarse y no lanzarse sobre ella. —Pues tendrás que resistir, solo abrázame, lo necesito —Clarissa suplicó. Se acurrucó en
Un grito desgarrador salió de los labios de Clarissa, al observar cada vez más cerca aquel auto, entonces lo inesperado sucedió. Fernando corrió lo más rápido que pudo, hasta llegar a ella, sin embargo supo que no podría evitar que saliera lastimada, por lo que la cubrió con su cuerpo, girando para ser él, quien recibiera aquel impacto. Desde la dirección donde se encontraba Hugo y su familia observaron atónitos. Además de escuchar el rechinido de llantas que emitió el auto al intentar detenerse, de forma inexplicable, por lo que disminuyó su velocidad. Sin embargo lo inevitable sucedió. Un estrepitoso golpe se percibió sobre aquel auto, sin poder evitarlo el cuerpo de Fer fue impactado en el cofre del vehículo, entonces, soltó de su agarre a su chica, quien cayó al suelo, mientras que él golpeó sobre el medallón y luego giró derribado quedando inconscientes en el asfalto. A continuación el auto se echó en reversa y huyó de inmediato.
Horas más tarde Perla se encontraba recargando su cabeza sobre el hombro de su hermano, luego de haber llorado, como nunca antes en su vida. —Acabo de perderlo todo —expresó con gran congoja—. Mi familia es mi vida, y todos se fueron. —Sollozó. —Lo lamento. —Hugo tomó de la mano a su hermana y la acarició. — ¿Qué te hizo decir la verdad? — la miró a los ojos. —Pensé que ese auto la… mataría —estalló en llanto—, desee ser yo, a la que arrollaran y no a ella —pronunció—.Estoy condenada al infierno —hipo. Hugo presionó sus labios en una línea, inhaló profundo sintiéndose conmovido por la nueva actitud de su hermana. —Aún puedes hacer las cosas de manera correcta —refirió—. El arrepentimiento es el primer paso. —Sonrió con ternura. — ¿De verdad crees que pueda arreglar el mal que he causado? —indagó temero
Tiempo después. Carlos y Alicia se encontraban hablando con el médico tratante del caso de Fernando, deseando saber si lo podían trasladar a otro hospital, fuera del país. El médico de inmediato negó que pudieran hacerlo hasta que se desinflamara su cabeza y dejara de correr peligro. Salieron algo molestos ante aquella negativa, por lo que el padre de Fer, llamó a su médico de cabecera para escuchar su opinión. Decidieron desistir por lo pronto debido a que le dio la misma postura del especialista que trata el caso de su hijo, al comunicarse con él y escuchar el diagnóstico. —Si no podemos llevárnoslo en este momento, lo que podríamos hacer sería prohibirle las visitas, ya sabes a quién me refiero. —Dirigió su mirada hacia la mujer que había estado acompañando a Hugo. —Tienes razón, en cuanto lo lleven a la habitación, restringiremos el acceso —puntualizó. **
Fernando tuvo que estar un par de días en terapia intensiva, sin poder recibir visitas, ya que debido a que estaba intranquilo, fue sedado. Luego de que el peligro pasó lo llevaron a una habitación para terminar de recuperarse lo mejor posible y ser dado de alta. Al instalarlo se encontró con Alicia y con su padre ahí, inhaló profundo ante el desagrado que sintió al verlos sentados. —Necesito ver a Clarissa —expresó con claridad. —Estoy pensando en sacarte del país para que te recuperes mejor allá —Ponce cambió el tema de conversación. —Eso jamás —refutó—. Llama a Hugo, por favor, deseo hablar con él —solicitó. —Debes descansar —Alicia expresó, acercándose a él. —Dije que quiero hablar con Hugo —Fernando frunció el ceño, sintiendo como su corazón se agitaba. —Cálmate por favor —Carlos indicó—, en cuanto estés mejor hablaremo
Clarissa rozó con la yema de sus dedos el rostro de Fernando con mucha delicadeza, observó su cabeza cubierta por un vendaje, giró su cuerpo para ayudarse a ver hacia sus brazos lacerados, como los de ella, además de uno fracturado al igual que una de sus piernas. Cerró sus ojos recordando la forma en que él la sostuvo anteponiéndose. Suspiró profundo. Tomó una de sus manos pasando con delicadeza los dedos sobre su piel brindándole suaves caricias, preparándose para escucharlo hablar, entonces su vista se centró en él. Fernando la contemplaba con su profunda mirada. Sus ojos se enfocaron en aquellos, color verde esmeralda que tanto lo cautivaban, dejó correr las lágrimas que contenía al tenerla frente a él. — ¿En verdad te encuentras bien? —inquirió. —Sí, solo son algunos golpes, pero sanaré. —Sonrió con dulzura—. Ahora lo único que importa es que te recuperes y nada más —explicó con la voz t
Días después. Fernando era trasladado en una silla de ruedas, debido a la pierna fracturada, además de uno de sus brazos. Su corazón latía con frenesí, ante la emoción que sentía de volver a su departamento en compañía de su novia y Hugo. Luego de que ingresaron el delicioso aroma de comida inundó sus fosas nasales, por lo que fruncieron el ceño sospechando de quien se encontraban detrás de aquel irresistible olor. —Me dijeron que alguien requería de cuidados especiales. —Lucy salió de una de las habitaciones, con un trapeador en mano y una cubeta—. Quise darle una manita de gato, para cuando llegaras, aunque todo está en perfecto orden, deseaba que no hubiera ni una gota de polvo —expresó con gusto. —No tenías por qué hacer nada de esto —Fernando refirió avergonzado—. Me alegra mucho verte. —A m