CAPÍTULO NOVENTA Y TRESEl pequeño niño se encuclilló con la pelota entre sus brazos y cerró los ojos esperando el impacto.Un impacto que nunca llegó, al contrario, el vehículo frenó quedando a un centímetro de arrollarlo. Las ruedas chirrían y el olor a neumático y motor quemado se impregnó en el ambiente.A Emily se le empañaron los ojos de lágrimas y corrió a levantar a su pequeño niño entre sus brazos. Lo cobijo a su pecho, mientras no dejaba de temblar.—¿Estas bien? Dime que estas bien.Elian comenzó a llorar y Emily lo apretó más fuerte a su pecho. Estuvo tan cerca de perderlo, que nunca se imaginó un dolor igual, ni siquiera su divorcio fue tan doloroso, como lo que estuvo a punto de vivir. Besó su frente y lo meció tratando de tranquilizarlo de aquel susto. Elian se escondió en el hueco del cuello de su madre, mientras su cuerpo se estremecía.Pero todo cambio cuando el hombre que se bajó de aquel vehículo estaba pálido y desorientado.—¡Oh mierda! —exclamó angustiado—. Lo s
CAPÍTULO NOVENTA Y CUATROEmily quedó temblorosa y con la vista perdida en aquel lugar, en donde el vehículo desapareció. Elian puso sus manitos en las mejillas de Em, y le movió el rostro para que lo mirara. Frunció el ceño cuando vio que su madre tenía la mirada brillosa. Los ojos negros de Em estaban abnegados de agua. Elian besó su nariz intentando aliviar la tristeza de su madre y Emily soltó una risa triste, que sin poder evitarlo las lágrimas rodaron por sus mejillas.—Te amo tanto —susurró Emily con la mandíbula temblorosa.—Yo también —respondió Elian y la abrazó del cuello, escondiendo su rostro en aquel hueco.Ada estaba con las manos en la cintura y miraba a su mamá con ojos acusadores. Tenía las cejas en V y los labios fruncidos. Estaba realmente enojada con todos.—Es papá —alegó—. ¿Pol qué no me saludo? Tu dijiste que saludal es de buena educación.Emily tenía la cabeza revuelta, el corazón errático y el cuerpo tenso. No sabía que decirle a su hija pequeña que pregunt
CAPÍTULO NOVENTA Y CINCOA la mañana siguiente Emily se duchó y en bata se fue a tomar tres tazas de café a la cocina, mientras les preparaba el desayuno a los mellizos, ya que la noche anterior no durmió nada, pensando en que ella y su exesposo estaban pisando el mismo suelo.Ella tan solo tuvo una crisis en brazos de Adele y luego se limpió el rostro y dejó de llorar.Emily necesitaba botar todo lo que le aprisionaba el pecho, que cuando se calmó, el miedo se hizo parte de ella, pero no dejó que le ganara. Hizo sus ejercicios de respiración y se concentró en tener mente fría ante la situación que se le avecinaba.Ella tenía que ser suficientemente fuerte y valiente para enfrentar su pasado, si no, tenía claro que nunca sanaría y nunca podría construir una nueva relación con otra persona, si no sanaba, nunca podría volver a enamorarse de alguien más, aunque el miedo estaba…ese miedo a ser traicionada nunca se iba del todo.Se contempló en el espejo cuando se fue a la habitación para
CAPÍTULO NOVENTA Y SEISCuando Emily llegó a la empresa a las ocho diez de la mañana junto a sus mellizos, se fijó que todo era un caos. Había como un pánico colectivo, que ella misma no entendía.Los trabajadores estaban apurados en terminar las faenas y los administrativos corrían de allá para acá ordenando su puesto de trabajo y rumoreándose entre ellos.—Supongo que es porque despedirán gente —comentó Emily haciendo una mueca en su rostro, un poco decepcionada.—¡Que carajo! —exclamó Adele, quien caminaba a su lado—. Este tipo debe ser muy importante para que todos estén corriendo por él.—Dicen que ahora está en la oficina de Schneider —se adelantó Olivia, una de las compañeras de trabajo y quien las interceptó en los pasillos del primer piso.—Es un maldito hombre tallados por los mismos ángeles —dijo Débora, la recepcionista de la compañía. Una rubia despampanante.—¿Lo viste? —preguntó Adele curiosa y Emily tragó saliva, ya que un inesperado nudo se le formó en el centro de su
CAPÍTULO NOVENTA Y SIETEEmily estaba sentada en la gran mesa larga de la sala de reuniones, junto a todos los empleados esperando que el señor Schneider apareciera con el nuevo jefe.Olivia y Débora no dejaban de murmurar entre sí, que Em comenzó a pasar sus uñas por la piel de sus manos, jugando y rascándose la piel, con una actitud visiblemente nerviosa.Ella tenía un doloroso nudo en el estómago y no dejaba de mover la pierna derecha.—Calma —susurró Adele quien estaba sentada a su lado. La alemana estiró su brazo y puso su mano sobre las manos de Em, deteniendo que se hiciera daño a sí misma—. Eres fuerte y valiente —le repitió.Emily asintió y respiró hondo.Hubo largos minutos de murmullos hasta que todo quedo en silencio cuando la puerta de la sala de reuniones se abrió. Las sillas fueron arrastradas hacia atrás en un fuerte chirrido, mientras todos se levantaban para recibir a la visita inesperada.Schneider entro primero, luego su abogado y posteriormente Aiden.Aiden se pei
CAPÍTULO NOVENTA Y OCHOAiden le pidió la oficina de Schneider para hablar a solas, a lo que el viejo aceptó de inmediato.Emily sabía que iba a ser la comidilla de rumores, pero su decisión con respecto a la empresa estaba clara. Ella debía tomar otro rumbo por su bienestar emocional.Caminó por los pasillos con la espalda derecha y el mentón en alto.Ella no tenía nada de qué avergonzarse, pero cuando pasó por al lado de su cubículo, se detuvo al fijarse en la fotografía suelta que estaba sobre la laptop cerrada y todo volvió a ponerla en una encrucijada.Supuso que el corte de Aiden, era por haber roto el retrato, pero eso no era su prioridad, si no que sus hijos se llevaban toda su atención, porque al tomar esa decisión que tenia rondando en su cabeza, quienes más perjudicados saldrían serían sus pequeñitos.«¿Qué haría con sus mellizos? ¿Cómo les daría de comer y les concedería todos sus caprichos? ¿Y quién se los cuidaría cuando ella buscara otro trabajo? ¿Y si se enfermaban? ¿C
CAPÍTULO NOVENTA Y NUEVEAiden se mantuvo apoyado en el escritorio del Señor Schneider, mientras que Emily con cuidado le curó la herida; primero le aplicó un ungüento antibacteriano y luego le puso un vendaje limpio alrededor de la palma haciendo un poco de presión para que el corte profundo no sangrara más.Aiden se fijó que su ex esposa ya no llevaba aquel anillo de compromiso y de boda que una vez él le regalo con tanto amor, que una punzada de decepción se irradió por su fuerte pecho, pero ocultó aquel dolor que le carcomía las entrañas por dentro. Se enfocó en admirar el rostro de su ex esposa detallando cada perfección de su silueta hermosa. Ella estaba igual, que parecía que los años nunca pasaban en vano. La miró y la miró con una sonrisa en sus labios al sentir nuevamente su presencia a su lado, que Emily se dio cuenta sintiendo un nudo en el estómago, pero fingió que nada pasaba.Ella ignoró sus sentimientos.Cuando ella terminó de curarle la herida, no le miró en ningún
CAPÍTULO CIENAda no quería dibujar, no quería pintar, ni tampoco le interesaba lo que decía la maestra de la guardería.Ella no quería hacer nada de nada, que se ocultó en el rincón de la sala donde estaba la ventana. Hizo vaho con su boca sobre el cristal y con su dedito dibujo una carita triste sobre el vidrio empañado, mirando fijamente el mar que rugía con mucha fuerza.Ella adoraba el mar y todo lo que ocultaba ese gran manto azul, que en un arrebato decidió escabullirse de ahí, para irse donde ella consideraba ser libre. Corrió a donde estaba su mellizo y le pinchó las costillas.—¡Auch! —gritó Elian, que seguía medio adormilado sobre la mesa cuadrada de colores—. ¿Qué?Elian la miró con el ceño fruncido.—Quielo il al baño —pidió Ada inflando sus mejillas de aire y tironeando el jersey azul de Elian—. Ve. Dile —exigió haciendo una seña con su cabeza hacia la maestra.Elian puso los ojos en blancos y se levantó de la sillita para ir a pedir permiso a la maestra, ya que, según é