CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y SIETEAiden se quedó en vela casi toda la noche, pensando en las palabras tan certeras de Emily.«Ninguno de los dos se hace bien para el otro» repitió su mente.Él tenía claro que no era una blanca paloma, y que ambos eran un caos ahora mismo, con decenas de problemas que resolver, pero no estaba dispuesto a perderla, ya que no podía visualizar un futuro sin ella. Aunque hoy ganaría una batalla, ya que Emily finalmente le daría la potestad de llevar su apellido a los mellizos, que supuso que no todo estaba perdido.Él giró su rostro a su lado e intentó moverse al lado de Emily para tenerla más cerca, quería abrazarla y acurrucarse a su lado, pero se lo impidió su pequeña hija que yacía bajo su bíceps. Ada estaba apoyada en su pecho y aferrada a sus costillas, durmiendo con la boca abierta y babeando parte de su mandíbula. Aiden acarició su cabello lacio, que lo tenía negro como la noche y besó la frente de su hija. Luego alzó su mirada hacia Emily que tamb
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y OCHOAiden cortó la llamada cuando el Dr. Bulley le dio todas las indicaciones para retirar el cuerpo de ella. Le explicó que Daphne pasaría a la morgue que estaba en el subterráneo del hospital, por lo que tendría que llenar algunos papeles y documentos para poder sacarle de ese lugar, además de contratar una funeraria para los servicios del sepelio del difunto.Aiden sintió la garganta seca, que tragó saliva con fuerza pensando en todo lo que se vendría con Emily y con Nate.«Ahora si todo va a cambiar» pensó, al mismo tiempo que se sentaba en el sillón de cuero blanco de la sala de estar del segundo piso; esa sala de descanso que estaba en el centro de todas las habitaciones y que daba a las escaleras de vidrio para bajar a la primera planta de la casa.Él dejó el celular a su lado, sobre el sillón, y se pasó las manos por la cara, frustrado con la situación, ya que él quería que Daphne estuviera muy lejos de todos, pero no al nivel de desear su muerte, au
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y NUEVEEmily comenzó a mover la pierna con frenesí ante el silencio de Aiden, pero esta vez no lo presionó a que hablara, si no que espero sintiendo como su estómago se retorcía de nervios.—Nate ya no me molesta ni nunca más lo hará —dijo Aiden y Emily se mordió los labios insegura de sus palabras—. Me equivoque en verlo como si fuera el culpable de mis acciones… como si fuera el enemigo que me lo arrebato todo.Para ella era imposible que Aiden cambiara de la noche a la mañana, por eso no le creyó mucho aquella afirmación, pero tampoco se la cuestionó, si no que siguió esperando a que su marido pudiera aliviar aquel tormento que veía reflejado en sus ojos esmeraldas.—Lo culpe mucho tiempo a él y a Daphne. Los ignoré al pensar que ellos eran los culpables de todo lo que tuve que pasar, tan así que sentí un profundo odio hacia ellos, incluyendo al hijo de puta de Lucca. Me convencí de que los tres fueron los que destruyeron nuestro matrimonio, nuestro amor —c
Primero pensó en Vicent, luego en Adele, quizás Marie… peo luego fue como si un balde de agua fría cayera en su cabeza, que se estremeció de miedo… Se estiro con mucha rapidez, pasando por el cuerpo de Aiden y alcanzó a tomar su celular.—Emily —advirtió Aiden tensando la mandíbula.Emily no hizo caso a la advertencia y revisó las últimas llamadas recibidas, en donde el nombre del Dr. Bulley era la última.Ella levantó su rostro y Aiden se ancló en sus ojos negros como la noche. —A Daphne le paso algo ¿no es así? —preguntó en un débil susurro.
CAPÍTULO CIENTO OCHENTA—A Daphne le paso algo ¿no es así? —preguntó Emily en un débil susurro.Aiden suspiró y asintió con un leve movimiento de cabeza.—Si, pero tienes que estar tranquila.Emily al oír que tenia que estar tranquila, lo supo de inmediato. Supo que su hermana ya no estaba en este mundo. Los ojos le picaron casi a punto de desbordarse en lágrimas y la punta de la nariz le ardió, pero no lloró, no podía hacerlo.—Ella esta… esta… —Emily quiso confirmar sus sospechas, pero pudo terminar la frase, que esta vez fue Aiden, después de dos intentos, quien se armó de una coraza de valentía para decírselo.—Te llamo el Dr. Bulley, estabas durmiendo y por eso conteste tu teléfono. —Él torció los labios—. Llamaba para informarte sobre Daphne, ya que esta mañana ha fallecido. Emily cerró los ojos con fuerza por un segundo, apretó por inercia el celular en su palma, al mismo tiempo que una emoción se le atascaba en medio del pecho, tan dolorosa, como culpable, que sintió que no
CAPÍTULO CIENTO OCHENTA Y UNOMarie llegó media hora después, casi con el corazón en la mano, ya que no dejaba de parlotear con su hijo menor. Aiden ya le había comentado sobre la triste noticia, que ambos cuando pisaron el jardín de la casa del joven matrimonio, tenían los nervios a flor de piel, ya que no sabían cómo iba a reaccionar Emily.Aiden, ya estaba vestido con pantalón de tela negro, camiseta negra de manga larga y zapatos del mismo color. No tenía ganas de desayunar, porque sentía como si tuviera un vacío en medio del estómago. Él fue quien abrió la puerta cuando el timbre sonó.De inmediato Marie se abalanzó hacia él. Primero le dio un fuerte abrazo y luego le tomó de los hombros.—¿Cómo esta? —preguntó su madre con notable preocupación en su voz—. ¿Como se lo tomo? ¿Ella ha llorado mucho? —Ella torció los labios—. Aunque es pronto… ¿Ya tiene el lugar en donde harán los servicios fúnebres?—Mamá deja de entrometerte —alegó Alex rodando los ojos y entrando a la casa—. Noso
CAPÍTULO CIENTO OCHENTA Y DOSEmily luego de llorar amargamente, se separó del cuerpo de Alex y se limpió el rostro con ambas manos.—Lo siento… no debí hace eso… —Emily se mordió los labios y no fue capaz de mirar a su cuñado. Estaba demasiado avergonzada por llorar en sus bazos de esa manera. No supo porque, pero el haber llorado en los brazos de Alex, fue casi liberador, después de todo su cuñado era su amiga, y también el que menos estaba involucrado en todos los problemas que le aquejaban.—Está bien Em —dijo Alex con cariño y acarició la oreja de Emily—. Todo va a estar bien.Ella se limpió la punta de la nariz y asintió un poco más tranquila. Aiden no dijo nada, tampoco interfirió en la relación fraternal de ellos dos, aunque sintió una punzada de celos nacer de su pecho, decidió desechar aquel sentimiento tan destructivo y comenzó a pensar con la cabeza fría.Él sabía que ella necesitaba tiempo para asimilar todo. Un tiempo que para él nuevamente se tornaría larguísimo y difí
CAPÍTULO CIENTO OCHENTA Y DOSEmily bajó del vehículo de Aiden, y caminó, abrazada así misma, directo la entrada del hospital. El viento soplaba con mucho ímpetu, que el cabello se movía hacia su rostro. Aiden la seguía detrás. Ambos entraron al hospital, subieron el ascensor hasta el piso en donde atendía el Dr. Bulley.Llegaron a la sala de espera, sin embargo, lo que ninguno espero es que algunos policías estuvieran en la recepción.—Al parecer sucedió algo —comentó Emily un tanto desconcertada.Aiden asintió y enroscó su brazo en la cintura de su esposa, como si esa acción la pudiera proteger. Ella no se opuso, ni se separó de él, menos ahora que sentía que necesitaba un pilar a su lado.—Si y parece que es grave —dijo Aiden y ambos siguieron caminando hasta la recepcionista—. Disculpa —pidió Aiden entrometiéndose entre la conversación del policía y de la recepcionista. Ella le miró—. Tenemos una cita con el Dr. Bulley, ya que un familiar de nosotros ha fallecido esta mañana. Pued