CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y SIETEEmily empujó la puerta atropellando a Aiden. Ella fue la primera en entrar buscando la voz de aquel pequeño en la cual tan solo eran suplicas de dolor.La sala de estar estaba vacía, por lo que corrió por el pasillo hasta llegar a la cocina y ahí la imagen que vio, la destrozó por dentro, porque por un breve instante se imaginó que la situación de Nate, podría ser la situación de Elian o de Ada.Nate estaba acurrucado en el suelo tapándose la cara, mientras sollozaba, y la niñera estaba con un cinturón de cuero en sus manos. La mujer estaba tan absorta en maltratar a Nate, que no se percató de que era observada por Emily.—¡Limpia el maldito suelo bastardo! —gritó la niñera al mismo tiempo que impactó el cinturón en el cuerpo de Nate. Los cereales y la leche estaban esparcida por el suelo.Emily tembló de rabia y el niño gritó y lloró con fuerza, que todo su cuerpecito se sacudió de dolor. La niñera volvió a levantar la mano, pero antes de que volvier
CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y OCHOLa policía llegó veinte minutos después. Emily escuchó las sirenas de las patrillas de policía y dejó a Nate sentado en la cama. Luego se puso en pie para ir hacia la sala de estar.—Ya vengo mi cielo —musitó y se giró para salir de la pequeña habitación de Nate, pero el niño saltó de la cama y corrió a tomarle la mano a Em. Ella lo miró con dulzura y Nate sacudió la cabeza con la mirada brillosa por las lágrimas que se acumulaban en sus pupilas azules.—No me dejes, por favor —suplicó, que ella suspiró y lo volvió a tomar entre sus brazos. Nate de inmediato se abrazó al cuello de Emily y ella le sobó la espaldita, para disipar el miedo que estaba arraigado en las venas de su sobrino.Dos oficiales estaban conversando con Aiden. Él ya le había mostrado a la mujer que estaba maniatada en la cocina, por lo que uno de los oficiales soltó a la niñera y luego le puso las esposas llevándosela a uno de los vehículos policiales en donde había dos oficiales más
CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y NUEVELuego de pasar por el hospital y la estación de policía, Emily y Aiden nuevamente había tenida una pequeña discusión con respecto a Nate, un momento que nuevamente los alejaba del uno del otro.Nada nuevo para la rutina que comenzaba a construir Emily y Aiden desde que se volvieron a encontrar, por eso cuando llegaron a la casa que había comprado Aiden, Emily ya estaba un poco molesta.Ella se bajó primero del vehículo con Nate en brazos y caminó hasta la entrada. Luego golpeó un par de veces la puerta blanca y Marie que estaba en el comedor, se levantó de la mesa y fue abrir, ya que supuso que sería su hijo y su nuera, sin embargo, la madre de los hermanos Preston no espero la sorpresa que se llevaría.Ella giró el pomo y desplegó la puerta. Marie primero vio a Emily y luego sus ojos verdes se fijaron en el pequeño niño. Hizo una pequeña mueca de desagrado que no pasó desapercibida para Emily.El pequeño niño ya no lloraba, pero seguía aferrándose al
CAPÍTULO CIENTO SESENTAAdrián había llegado a conocer a sus nietos y a tomar desayuno, al igual que Alex, pero ahora el padre de Aiden, sabía que su nuera no estaba de buen humor, por lo que ante el silencio incómodo que se generó en la mesa luego de que los niños se retiraron a jugar en el jardín interior, decidió hablarle a Emily con sinceridad para enfrentar los problemas que tenían como familia.Adrián era de los que creían que su núcleo familiar aun podía reconciliarse y optar por la paz, dejar las peleas absurdas y enfocarse en amar a los niños que ahora estaban en su vida, sin importar su procedencia, por eso junto sus manos sobre la mesa y observó a su nuera.—¿Cuál es la situación Emily? —indagó Adrián con el fin de saber qué es lo que quería Em.Emily se echó hacia atrás en la silla de madera, se cruzó de brazos y se puso a la defensiva. Sus ojos se estrecharon y se anclaron en los ojos curiosos de Adrián, ella le hizo saber con su mirada que sentía que todos habían sido có
CAPÍTULO CIENTO SESENTA Y UNOTodos en la mesa se habían quedado en silencio, cuando Aiden se ausentó.Los minutos a Em se le hicieron eterno, pero de pronto todo desapareció en el momento justo que inspiró el aroma amaderado del perfume de su esposo. Un nudo de nervios se acentuó en su estómago al sentir el calor de él, cuando se paró a su lado.—Ahí está —anunció Aiden tendiéndole la carpeta sobre la mesa, frente a ella—. Esta propiedad es tu casa, Em. Solo tuya. Esta completamente pagada, ya que la compré con dinero en efectivo. No tendrás que mudarte, ni pensar en la hipoteca. Es tuya para hacer y deshacer. Siempre la compre pensando en ti y en los mellizos.Emily se mordió los labios con el pulso latiendo en medio de su pecho y abrió la carpeta, encontrando la escritura de la casa. Su nombre estaba plasmado como única dueña en el título de dominio de la propiedad.—¿Esto es…?—Lo hice mucho antes de que lo pidieras —contestó Aiden a la pregunta implícita de Em—. Eres mi mujer y l
CAPÍTULO CIENTO SESENTA Y DOS—¡Adelante! —Ella provocó a Aiden—. Amenázame, demándame o intenta quitarme la custodia de los mellizos… pero créeme… esta vez no te voy a dejar ganar. Y no lo hago por mí, lo hago por ellos para que tengan un presente y un futuro distinto al que viví yo.Aiden rechinó sus dientes al escuchar eso que le irritaba y Emily siguió soltando todo, sin importar a quien le hiciera daño con sus palabras ni tampoco lo cuan repetitiva era con respecto a su pasado, pero tenía la necesidad de que todos los Preston por una vez la escuchara decir las cosas que se había guardado por mucho tiempo dentro de sí y que la arañaban por dentro.Ella tenía un dolor que no había sido sanado. Uno, tras otro que por mucho tiempo lo evitó, pero ya no más.—¿Acaso no te das cuenta que ese niño que ahora está jugando a fuera con nuestros hijos, es el vivo retrato del hombre que más daño me hizo? —cuestionó Emily con la voz rota y con los ojos picándole por las lágrimas—. El hombre que
CAPÍTULO CIENTO SESENTA Y TRESAiden miró a Em con odio y con dolor, pero no pudo seguir manteniéndole la mirada, que se giró y salió refunfuñando al jardín delantero, lejos de todos los presentes.Se sentía acorralado y con ganas de mandar a su esposa a la punta del mismo cerro, pero también no quería alejarla jamás de su lado, que pensó en lo destructiva y tóxica que se estaba convirtiendo su relación. Eran más peleas, que reconciliaciones y risas, y eso lo estaba orillando a tomar una drástica decisión.¿Hasta dónde más soportaría?¿Hasta dónde más se dañarían mutuamente?¿El odio podría más que el amor?El encuentro fortuito con Emily había sido una bendición, porque él había conocido a sus propios hijos, a unos que nunca pensó tener de su propia sangre, dada su condición, pero también estaba siendo una maldición, ya que no dejaba de sentirse un pobre inútil, miserable que arruinó todo lo maravilloso que tuvo alguna vez y que por imbécil lo perdió.Aiden estaba frustrado y con el
CAPÍTULO CIENTO SESENTA Y CUATROAdrián llegó al umbral de la cocina y algo se estremeció dentro de él cuando vio el estado de catarsis de Emily. La joven lucia vulnerable, herida y también cansada.Fue cuidadoso de acercarse, sin embargo, Emily escuchó la respiración de él.Ella alzó su rostro y contempló el rostro del padre de Aiden. Su reacción a la defensiva fue rápida, ya que puso sus manos en el mármol y se levantó del asiento. Luego se limpió la cara con el dorso de las mismas y a pesar de que Emily intentó de ser fuerte, sus ojos rojos y sus mejillas enrojecidas por el llanto la delataban.Ella generó cierto grado de empatía ante el padre de su esposo, que Adrián se enterneció al contemplarla y dirigirse a ella, sin embargo, sus palabras quedaron en la punta de su lengua, cuando la voz dulce Emily se alzó de nuevo:—¿Sucedió algo Don Adrián? —preguntó.—Solo venía a saber cómo estas —Adrián no disimuló su preocupación por ella.Ella torció los labios y luego suspiró con fuerza